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Visita a la Quinta de San Vicente: El sitio elegido por Perón y Evita

La propuesta de asomarse a la alcoba donde dormía el ex presidente, quizá el más emblemático de la historia argentina, atrae por sí sola; en efecto, con la visita al Museo Histórico 17 de octubre, podemos conocer algo más sobre los detalles de rutina, los gustos, hobbies y actividades domésticas que Perón y Evita practicaban durante los días de descanso en esta casa quinta, ubicada en el partido de San Vicente, en la provincia de Buenos Aires. Una variada colección de objetos personales, institucionales y regalos recibidos por la pareja, se exhiben en el salón comedor. Además, puede disfrutarse de una caminata por el frondoso parque de 18 hectáreas, poblado con 80 especies diferentes de árboles, algunos plantados por el propio Perón.

Él y Evita venían a San Vicente cuando querían estar solos y hablar de cualquier cosa; éste fue su ‘refugio’ entre 1947 y 1951. La vivienda es un chalet ‘californiano’ de los años ’40, con techos de tejas rojas a dos aguas y paredes blancas; tiene un salón comedor amplio, un dormitorio principal en suite y otro más chico para los huéspedes, una cocina y una sala de esgrima. Desde el 2002 la casa, junto con el nuevo edificio del Museo y el Mausoleo forman el complejo ‘Museo Histórico Provincial 17 de octubre, Quinta San Vicente’.
Entramos por el recibidor y una foto recuerda a la pareja disfrutando de aquellos días, cuando solían sentarse ahí afuera en la galería principal; ella tiene el pelo suelto, largo y rubio. Él ríe mientras acaricia a su caniche.
El recorrido se inicia en el salón comedor donde se exhiben un cofre alhajero de madera tallado a mano que Perón regaló a Eva en 1950; y un trozo de cerámica, resto de la fuente que el pueblo español de Pontevedra le regaló a Evita. También están la bandera que presidía su despacho en el Ministerio de Bienestar Social, confeccionada a mano por las monjas Carmelitas; y el biombo de madera y marfil que Mao Zedong regaló a Perón en 1951. El resto del mobiliario no corresponde originalmente a esta casa, sino que fue traído desde la otra residencia de Perón, en la calle Gaspar Campos de Vicente López; o bien fue comprado por el líder a su vuelta del exilio en 1973 con la idea de reinstalarse, pero que jamás llegaría a estrenar.
Un pasillo estrecho nos conduce al dormitorio principal; Perón dijo, en referencia a los días de descanso en San Vicente: “…nos retirábamos a nuestro dormitorio entre las nueve y las nueve y media de la noche, pero nos quedábamos leyendo casi siempre hasta las doce o la una de la mañana; Evita leía la vida de las mujeres de la historia”. En el vestidor, no hay vestidos de Evita, sólo un traje de él, unas batas y un par de botas que evocan su pasado militar.
Al final del pasillo llegamos a la sala con techo abovedado donde Perón practicaba esgrima, su deporte favorito. Otros momentos los pasaba en el torreón, donde había instalado unos equipos de transmisión que le permitían desarrollar sus habilidades de radioaficionado e incluso grabar discursos para la radio o hablar en cadena nacional.
Un señor italiano era el cuidador de la casa, quien partía cuando la pareja llegaba. Ellos querían estar solos y se distribuían las tareas domésticas: Perón cocinaba y sus especialidades eran las pastas y el pan casero hecho en el horno de ladrillo y barro.
Salimos a la galería. La casa está rodeada de tilos, cipreses y un ‘Sofora Pendula’, extraño árbol de origen chino cuyo tronco lo forman ramas entrelazadas como una gran trenza; pero el favorito de Perón está unos pasos más allá: el noble alcanforero con propiedades repelentes, donde el líder se sentaba a leer y dicen que incluso llegó a garabatear la Constitución de 1949.
Caminamos por uno de los senderos principales del parque y nos detenemos frente a tres esculturas de mármol de Carrara que pesan 35.000 kilos cada una. La única figura reconocible es la del ‘Trabajador’: a Perón y Evita les cortaron la cabeza. Este conjunto iba a formar parte de un gran monumento ‘al descamisado’, pero en 1955 fue destrozado el taller del escultor Leone Tomassi, decapitaron sus estatuas y las arrojaron al Riachuelo. Se recuperaron en 1992 y diez años más tarde fueron trasladadas a esta casa museo.
En otro sector del parque se expone el antiguo ‘tren presidencial’ utilizado por la pareja en los años 40 para desarrollar campañas sanitarias y educativas por las provincias del Norte.
Llegamos al Mausoleo y debemos cruzar dos plazas secas, la principal y la Plaza del Abrazo, para finalmente ver la cripta que guarda los restos de Perón desde el 17 de octubre de 2006. Al lado está el museo inaugurado en 2002 con objetos, documentos, fotos y gigantografías de episodios claves ocurridos entre 1946 y 1955.También incluye el automóvil Fiat que la compañía italiana regaló a Perón en los ‘50.
Un paseo histórico turístico ideal para un fin de semana que puede completarse con una escapada a la Reserva Natural ‘Lagunas de San Vicente’, muy cerca de esta casa museo.
Liliana Sánchez.

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