Nos quejamos de la falta de dinero, de la falta de trabajo, de la falta de empatía, nos quejamos. El año pasado la queja era original, hoy se repite, mañana también. Lo que no logramos entender es que el mundo no cambia, solo los vestidos son diferentes, lo demás es todo igual.
El tango nos dice: “si volviera Jesús, otra vez en la cruz, lo harían torturar. La mujer engaña y el hombre se ensaña, y no hay sol ni pan para el pobrecito que aún cree, bendito, que existe la bondad…si volvieras Jesús, otra vez con tu cruz, tendrías que cargar«.
La gente se sorprende con Milei, ¿pero acaso no vio la película de Martínez de Hoz?, o de Menem o de Macri. ¿En serio se sorprenden? No se entiende porque se vota lo que ya se vio y resultó negativo. Prefiere el mal conocido antes que el bien peronista.
El mundo no cambia. Los siglos se completan con guerras, muertos, hambre y pobreza. No se entiende la sorpresa. Si a principios del siglo 20 vivíamos con necesidades y nuestro patrimonio era el hambre, pero nos creíamos potencia hoy estamos igual. Creemos que somos los mejores porque Messi la emboca o porque Milei se abraza con Trump, pero hoy al igual que una centuria atrás nuestro patrimonio es la pobreza.
Jesús fue torturado a pesar de dignificar al pobre. Y si retornara volvería a ser crucificado porque Poncio Pilatos reencarnó en el sistema político actual. Todos se lavan las manos mientras el pobre no come, el jubilado agoniza o el adolescente se suicida. Nada ha cambiado, todo es igual, lo mismo un cura que un gran profesor. ¿No le parece?