Tiempo perdido
Por Bret Sincler
En los próximos días vamos a optar por el hombre que puede llegar a ocupar el máximo rol en una república. La definición es en octubre. En diciembre, veremos cómo ese dirigente que el pueblo eligió ocupa el sillón de Rivadavia para que todo siga igual. Quizás modifique o realice pequeños cambios, pero lo fundamental y estructural no se hará en esta gestión.
El sistema no sirve. Votamos cada dos años, el sistema político está en campaña cada año y el pueblo sufre las consecuencias de una grieta que garantiza un mal estar hace ya una década. Optamos por el menos malo, nunca por el honesto. Nos quejamos que son siempre los mismos y votamos siempre a los mismos. Hablamos bien de la democracia, pero no entendemos para que sirven las paso y cual es la utilidad de elegir nombres y apellidos que luego pasan al ejecutivo.
Nos ocupamos, como sociedad, que al político no le falte trabajo ni el salario adecuado. En retribución, nos dejan poner una x en una palabra, hablar con la e final, fundar diez millones de partidos, construir andenes en la calle en lugar de alargar el subterráneo, etc, etc. También el sistema nos permite la libertad de expresión siempre y cuando no corra peligro la cuenta bancaria del ejecutivo. Podemos votar siendo adolescente y tener planes sociales pero el único futuro que nos garantiza es el de optar por quienes nos engañarán de por vida.
Esto no es la democracia. Esto solo cumple con el poder. La democracia en serio es la que reza en las verdades de Perón o en la Constitución del 49 no en el librito que la dupla Alfonsín -Menem dibujaron en 1994 para sometimiento popular. Con la Constitución del 49 el trabajador era tenido en cuenta y las mayorías elegían sus mandantes.
En la actual, gracias a la segunda vuelta, es casi imposible que un gobierno popular acceda al poder. Hoy nos conformamos con el frente renovador, o sea con el anti peronismo que le pide votos al peronista y que coloca algunos compañeros en la boleta. Claro que Alberto o Sergio, que son los que deciden tienen tanto peronismo como serenidad el joven Milei.
Desde este espacio no militamos la opción ni aplaudimos tan fácilmente. Aquí y ahora tenemos un solo mensaje, elija no opte. Si usted está pensando en votar en contra de o este es menos malo, le cuento que cualquiera que gane las elecciones ya tiene un plan preparado con estampillas de George Washington, ¿no le parece?