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Se reproducen los pájaros de la guerra moderna.

 

Por Margarita Pécora.  –

Como ya habrán podido notar, los acontecimientos  en el escenario internacional se suceden con una rapidez vertiginosa, sobre todo  los que ocurren en los dos  focos bélicos más importantes a escala mundial,  como son  Israel  contra   Palestina en la franja de Gaza, con un saldo pavoroso de vidas arrebatadas a civiles palestinos;  o   la guerra que no parece tener fin  entre Rusia y Ucrania, con la diferencia que ésta  emplea   tácticas y estrategias de ataques por objetivos,  usando  un arsenal tecnológico  de drones -que son vehículos no tripulados. Esta suerte de  “pájaros” diseñados y construidos para misiones de combate,   portan armas con gran poder destructivo con las que  el líder ucraniano  Volodimir Zelenski  busca derrotar  el poderío al parecer invencible de Moscú.

De modo que no cabe dudas  que estamos  en presencia de una guerra nada convencional y  cada vez más sofisticada por el  uso de drones,  como los que  ha estado enviando  con mayor frecuencia en los últimos meses  el ejército ucraniano contra las fuerzas rusas en  territorios ya ocupados sobre todo en Donetsk. Los ataques con drones en Rusia y en territorio controlado por Moscú se intensificaron en 2023 hasta contabilizarse más de 160.

Y  Kiev lo logra, por el apoyo incondicional  que le sigue dando la OTAN ,  la Unión Europea y EE.UU., con  Joe Biden a la cabeza, que dicho  sea  de paso,   ha desfinanciado una de las prioridades mayores que tiene el país del Norte,     como es  contener  las olas  imparables de miles de migrantes  que perforan  cada día la frontera con México  buscando el progreso económico y la paz que dicen no encontrar en sus países vecinos.

Sin que le tiemble la mano, el octogenario presidente  estadounidense  aún con sus  fugas mentales y confusiones sobre la identificación de reconocidos líderes mundiales,  ha preferido liberar sumas extraordinarias de dinero para financiar la contraofensiva ucraniana.

Al parecer  los  asesores militares ucranianos han estado subestimando, no solo el poderío sino  la inteligencia de los estrategas rusos, porque  acaban de asestarles un durísimo golpe  al corazón  de la “maternidad” de drones.

Por eso es noticia   es,  que las Fuerzas Armadas rusas realizaron un ataque masivo  de alta precisión con drones contra objetivos  del complejo militar ucraniano, conduiciendo lanchas  no tripuladas portando misiles y cohetes explosivos. La información  habla de múltiples explosiones en varias partes de Ucrania   donde se han escuchado las sirenas de alerta aérea  en todo el territorio de ese país, donde debido a los impactos, en varias ciudades incluida Kiev se  quedaron parcialmente sin suministro eléctrico y varias líneas de alta tensión resultaron dañadas con focos de  incendios.

Y esto ocurre justo cuando visita  a Ucrania  Joseph Borrell el jefe de la diplomacia europea  quien tuvo que protegerse en una planta subterránea del hotel donde se hospedaba.

El ejército  de Putin, para repeler los drones de Zelenski,  que se ha mostrado envalentonado por algunas acciones  exitosas contra  objetivos navales de  Rusia, recurre a tecnologías muy avanzadas. Ucrania aseguró  recientemente que utilizó drones marítimos para hundir una corbeta rusa en el mar Negro, mientras que investigadores rusos dijeron que la caída de un avión militar de transporte el mes pasado fue provocada por misiles Patriot de fabricación estadounidense lanzados por las fuerzas ucranianas.

Por eso Rusia cuenta con un Batallón  que entrena a especialistas para operar esos aparatos no tripulados e instruir a los efectivos  con  técnicas de minado a distancia en el territorio controlado por Kiev. Usan simuladores para el entrenamiento con pruebas de pilotaje  donde se aprende a programar  y a reparar los drones  por parte de los combatientes en el lugar.  Buscan que estos pájaros  de la guerra,  tengan mayor capacidad de carga  y rango de vuelo y cuentan con personal que se ocupa de la lucha contra los medios de guerra radioelectrónica. El referido Batallón ruso  cuenta con  impresoras  3D donde los estrategas militares desarrollan nuevos enfoques para la destrucción de objetivos de las  fuerzas armadas de Ucrania.

Todo esto demuestra que el  uso de drones ya se ha convertido en una necesidad imperativa en la guerra moderna.

En el teatro de operaciones moderno, los drones  son capaces de inclinar la balanza en el campo de batalla. Sin embargo, su utilización ha dejado al descubierto la necesidad de revisar las estrategias y doctrinas occidentales. Aunque los drones militares desempeñan un papel crucial en el reconocimiento y las operaciones armadas, la realidad es que su disponibilidad no satisface las necesidades actuales.

Su complejidad demanda un entrenamiento altamente especializado y su elevado costo dificulta su implementación, especialmente en conflictos de gran envergadura, como el que se desarrolla en Ucrania, donde los sistemas antiaéreos y de inhibición representan un desafío considerable.

Se estima que en Ucrania se pierden mensualmente entre 5.000 y 10.000 drones, blanco de la guerra electrónica rusa en su gran mayoría. Estos dispositivos, con capacidades diversas, abarcan desde drones diseñados exclusivamente para fines militares hasta drones civiles adaptados para su uso en situaciones de conflicto.

Su utilidad se extiende a diversas áreas, como el reconocimiento aéreo, la supervisión de operaciones terrestres, la corrección de disparos y la protección de drones aliados contra sistemas de inhibición, permitiendo así llevar a cabo ataques estratégicos de manera más efectiva. Existen incluso drones civiles armados, con capacidades ofensivas letales, drones lanzadores de explosivos, drones cuadricópteros kamikazes o drones de ala fija utilizados para operaciones de bombardeo.

 

Fuentes aseguran que en Ucrania, el uso de drones se ha extendido a nivel de grupo de combate e incluso de equipo de combate.

 

Los drones se han convertido en ojos y oídos incansables en el campo de batalla, recopilando imágenes y desentrañando los patrones de conducta de las unidades enemigas. Son capaces de identificar centros de mando, posiciones de misiles antitanque guiados, localizar francotiradores y rastrear las rotaciones de personal. Su presencia, en resumen, contribuye a comprender el campo de batalla y a minimizar las bajas.

A pesar de ello, en una guerra convencional moderna, incluso con todas las medidas de prevención aplicadas, las bajas continúan siendo un triste y crudo reflejo de la mortalidad de los conflictos.

 

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