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San Isidro: La fuerza de una gestión

Para afrontar la pandemia que aún continua, hubo una larga y sólida gestión de base que permitió que San Isidro pueda aplanar la curva de contagios de Covid-19 sin cerrar la economía. Un sistema de salud modelo sumado a los testeos masivos, la creatividad e innovación en la elaboración de protocolos y la responsabilidad de los vecinos pusieron al distrito como ejemplo en el manejo de la crisis.

 Comunas dialogó con el intendente de San Isidro, Gustavo Posse; el secretario de Salud, Juan Viaggio; el subsecretario de Inspecciones, Registros Urbanos y Tránsito, Walter Pérez; y la coordinadora municipal, Macarena Posse, quienes explicaron cómo hizo el municipio para responder de manera rápida y eficiente a los grandes retos provocados por el Covid-19.

A principios de 2020, la pandemia sorprendió al mundo y en marzo de ese año el coronavirus llegó a nuestro país y San isidro no fue la excepción. ¿Cómo hicieron para controlar la gran cantidad de vecinos que volvieron de países con una alta circulación del virus y sobre todo para que no rompan la cuarentena?

 Gustavo Posse: El primer desafío que se nos planteó fue que los más de 6 mil vecinos que regresaban de zonas de riesgo cumplan con el aislamiento para no generar contagios masivos. Realizábamos llamados y periódicamente personal de Inspecciones realizaba controles para verificar el cumplimiento de la cuarentena. Pero hay que destacar que los vecinos que viajaron tuvieron muy buena actitud y no pusieron en riesgo la salud de la comunidad. La gran mayoría actuó perfecto. Además, para aquellas personas que no podían aislarse en sus casas, preparamos centros de aislamiento comunitarios para realizar el correcto bloqueo epidemiológico.

La cuarentena argentina fue la más larga del mundo, focalizada principalmente en la zona metropolitana de Buenos Aires. ¿Por qué cree que el gobierno aplicó esta estrategia frente a la pandemia?

 GP: La primera cuarentena obligatoria en forma precoz le vino a este distrito por la cantidad de vecinos que volvieron de países con alta circulación del virus. Y en otros lugares permitió ganar tiempo para preparar mejor el sistema de salud. Pero este no fue el caso de San Isidro, ya que contamos con el segundo polo de salud del país, y el sistema de atención pública es muy robusto; cuenta con tres hospitales municipales y 14 centros de salud entre CAPS y consultorios descentralizados. Es una gestión que desde antes ya estaba preparada para la situación que fuese, para cuidar a nuestros vecinos en todas las etapas de la vida. Sin saber que íbamos a vivir una pandemia, el sistema de salud municipal ya estaba preparado. Por eso, siempre exigimos por las autonomías municipales. El caso de San Isidro no era comparable con ningún otro distrito.

A esta altura no quedan dudas de que la elección de la cuarentena obligatoria durante tanto tiempo no se tradujo en una estrategia sanitaria adecuada. Trajo graves consecuencias en la salud física y mental de los argentinos. Hubo que superar una falsa dicotomía que se había planteado entre la salud y la economía. Se comprobó que el contagio no se generaba en las actividades económicas, laborales y productivas cuando eran realizadas respetando todas las medidas de bioseguridad, sino en los ámbitos sociales privados sin los cuidados correspondientes.

Somos un municipio con baja densidad poblacional porque cumple con el código de ordenamiento urbano y en cada manzana catastral viven pocas personas cualquiera sea el sector social del barrio, entonces por qué íbamos a adherir a esa cuestión mágica que el virus te estaba buscando y tenías que encerrarte en tu casa.

¿Cuál fue la clave para frenar el contagio del Covid-19?

 Juan Viaggio: El esfuerzo sanitario se concentró entre las distintas áreas del municipio en la búsqueda activa de casos sospechosos y sus contactos estrechos para aislarlos y cortar rápidamente la cadena de contagios por coronavirus. Desplegamos amplios operativos en zonas vulnerables y residenciales, de esta forma tuvimos un rápido accionar casa por casa y luego en puntos estratégicos del Partido.

Incluso actualmente, todas las semanas, sale un móvil para realizar hisopados en todos los barrios. Además de que tenemos lugares fijos para hacer testeos como los hospitales municipales y los centros de atención primaria de la salud.  La estrategia desde un principio fue clara: testeos masivos, promover la distancia social y los cuidados de higiene.  Eso mitigó enormemente la tasa de contagio.

La pandemia, la cuarentena obligatoria y las restricciones tuvieron impacto en todos los ámbitos, pero las consecuencias sociales que generó el Covid-19 acaso se reflejó con mayor crudeza en los comedores populares. ¿Cómo hicieron para atender esa necesidad?

Macarena Posse: Los hogares más pobres son los que más sufrieron el impacto socio económico de la pandemia, por eso incrementamos los insumos y reparto de bolsones porque a los comedores les aumentó la demanda. Optimizamos nuestro recurso lo máximo posible para asistir a los que más necesitan: organizaciones sociales, comedores, merenderos comunitarios, centros de jubilados, y la asistencia a familias en situación de vulnerabilidad. Esta acción se sumó a la tarea de los promotores sociales que todas las semanas atienden las demandas con sus recorridas en los barrios más vulnerables. También acompañamos a los adultos mayores, acercándoles en sus domicilios la vacuna antigripal y contra la neumonía, y ayudándolos con las compras y distintas necesidades.

Desde Acción Social del municipio abordamos varios frentes en plena pandemia de coronavirus. Otro de ellos fue acompañar al área de Salud en los operativos de casa por casa en los barrios vulnerables para detectar casos positivos de Covid-19.

Además, como otra medida de prevención, se desinfectaban diariamente casas, barrios y espacios públicos del distrito. La higiene es muy importante para todos los vecinos, por eso en todas las localidades llevábamos adelante estas tareas para frenar el contagio y cuidarnos entre todos.

-San Isidro fue uno de los primeros en reactivar la actividad económica con la implementación de medidas que permitan la vuelta a la nueva normalidad con los cuidados necesarios para prevenir el coronavirus. ¿En un primer momento tuvieron miedo de asumir ese riesgo y que se disparen la cantidad de contagios?

Gustavo Posse: Nuestra convicción siempre fue que el comercio, la industria y el aire libre no eran los factores que generaban el contagio, sino que venía por descuidos sociales. Luchamos para que se pueda tener una vida digna, en la que se conserven las fuentes de empleo, se cuide la salud física y mental. El sistema de salud de San Isidro siempre nos respaldó y jamás colapso. Fueron medidas estudiadas con protocolos estrictos que no solamente reactivaron la economía, sino que también sirvieron como una válvula para descomprimir la angustia y la tristeza de tantos meses de cuarentena. Fue tratar de vivir con más dignidad, entendiendo que la actividad económica no va en contra de la salud. De hecho reactivamos la economía y no se generaron más contagios de Covid-19. Todo esto fue acompañado por una fuerte campaña de concientización para que los vecinos asuman la responsabilidad individual de cuidarse y cuidar. Ese comportamiento ejemplar de ellos nos permitió avanzar en el funcionamiento de toda la actividad económica.

¿Cómo fue la elaboración de los protocolos y la reapertura de actividades? 

Walter Pérez: Empezamos a prepararnos cuando el presidente de la Nación  firmó el  Decreto de Necesidad y Urgencia 260/2020 que establecía la emergencia sanitaria. Desde el día uno empezamos a trabajar casi las 24 horas. Las primeras actividades que se autorizaron correspondían a los esenciales, todo lo relacionado con alimentos, atención médica, seguridad, y funcionarios públicos para el manejo de la pandemia. Luego surgió una nueva etapa que se fue ampliando con actividades médicas como ópticas, pero que se hacían con protocolos que dictaba Nación. En esa etapa la gente empezó a darse cuenta que esto venia para largo, y entonces empezó a pedir cierta luz de esperanza de cómo iba a sucederse el periodo de reaperturas, y apareció la palabra protocolo que todo el mundo hoy habla y maneja como si fuera una palabra común. Nosotros siempre estuvimos adelantados en el armado de protocolos con gente idónea en nuestros equipos.

La segunda etapa fue la de take away en los comercios no esenciales, sin el ingreso a los locales. A partir de allí, en la tercera extensión empezamos a tener un rol más importante aún, y una de las cuestiones que más movilizó al intendente fue la industria Orbis – la más importante del distrito – y logramos que sea la primera en volver a la actividad en la provincia de Buenos Aires. Con un total de 600 empleados, funcionó con tres turnos de 200 personas con distanciamiento y medidas de seguridad para evitar los contagios. A esta altura ya se sentía esa sensación de hartazgo de la sociedad por el aislamiento y en permanente diálogo con ellos vimos en qué podíamos ayudarlos y cuáles eran sus necesidades.

Desde ese entonces fuimos pioneros en todo: desde la reapertura de los comercios de la zona, pasando por la implementación del Autocine, Autoconcierto, Autoiglesia, take away plus y mesas en el interior de los locales gastronómicos, la vuelta de los gimnasios, shoppings, hasta tener la primera escuela que volvió a clases de revinculación en la provincia de Buenos Aires.

¿Cuál fue el rol de la secretaría de Salud en esas reaperturas?

Juan Viaggio: Ayudamos con los protocolos de higiene y seguridad, y en todo momento acompañamos al área de Inspección General y a todas las industrias y comercios ante la aparición de un caso sospechoso. Se indicaba cómo hacer el aislamiento de los contactos estrechos para frenar la cadena de contagios.

La salud integral de una persona no depende solamente de la salud física, sino también de la parte emocional y de la situación económica en la que se encuentre. Incluso con la actividad económica funcionando en su totalidad logramos mantener una curva controlada y nunca se vio sobrepasado el sistema de camas del sistema de salud municipal.

Esta reapertura se pudo sostener por el sistema de salud público con el que cuenta el municipio, siendo un lugar de formación de médicos residentes que provienen de la Facultad de Medicina de la UBA. También quiero destacar el compromiso del personal de salud, que ni bien pasan los 10 días de recuperación por el Covid-19, nos piden por favor para volver a trabajar.

Vamos a tener que convivir con el virus hasta que todos los vecinos estén vacunados, sin embargo sostenemos que mantener la actividad económica es importante para el bienestar de las personas y apelamos a la responsabilidad personal de cada uno.

 San Isidro tiene una gran cantidad de espacios públicos verdes y plazas. Durante la cuarentena se vio a los vecinos aprovechando esos espacios ¿Cómo se manejó esta situación?

Macarena Posse: Al aire libre, con distancia y responsabilidad individual, los vecinos pudieron salir y aprovechar de los parques y plazas que tiene el municipio. Fue importante cuidar su salud mental, y también respetar la libertad de los vecinos y que puedan salir a caminar, a correr, a hacer deporte o a pasear con sus hijos. Se aprovecharon todos y cada uno de los espacios verdes y sendas que tiene San Isidro.

 Otra de las grandes polémicas fue la suspensión de las clases presenciales en el área metropolitana. Hubo cruces y la discusión no quedó solo entre la Ciudad y la Nación, sino que se sumaron los intendentes de Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires. ¿Cómo fue esa pelea entre la oposición y el gobierno?

 Gustavo Posse: No se planteó una rebeldía, porque desde un primer momento se acataron las restricciones en el distrito. Pero estaba demostrado con evidencia científica que el índice de contagiosidad en las escuelas era muy bajo con el sistema de burbujas y los protocolos. Lo que hicimos fue una interpretación del problema de nuestros vecinos. Nos preocupaban los efectos de la interrupción de las clases presenciales como el deterioro de la salud física y emocional de los estudiantes, el incremento de las desigualdades educativas y la pérdida de aprendizajes. Fue un DNU irracional y generó mayor prejuicio que el daño que pretendió evitar.

San Isidro es el segundo polo educativo de la provincia de Buenos Aires y concentra el 40 % de la educación pública y privada. Declaramos a la educación como servicio esencial y luchamos mucho para poder mantener la presencialidad en las aulas.

Y en nuestro caso nos sostenía el polo de salud que tiene el distrito y nuestra estrategia de realizar hisopados para diagnosticar y aislar, San Isidro es de los distritos que más testea por cada 100 mil habitantes.

Incluso el argumento que utilizaron del movimiento que generaba la actividad escolar no se justificaba, porque la cercanía de las escuelas facilitaba los traslados, ya sean a pie, en bicicleta o en auto. Tres de cada cuatro familias habían optado por alguno de esos medios. Los chicos están en el lugar que tienen que estar: las aulas.

La escuela es un lugar de encuentro, de referencia comunitaria y de contención fundamental en muchos aspectos. No debemos perder de vista la importancia de la escuela, porque lo que hagamos hoy en la educación se vincula al país que vamos a ver construido en los próximos 30 años.

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