Por Luisa Lane
La actualidad nos marca un camino a la desesperanza sin retorno. La realidad transmitida en vivo y en directo nos muestra las miserias humanas en color y en alta definición. Los medios como grupo de tareas de la oligarquía nos pretenden convencer que el robo y la corrupción se inventó en la Argentina y el peronismo cobra los derechos de autor. La palabra prohibir está de moda, el hambre se instaló y no se quiere ir. El jubilado es una especie en extinción y los derechos laborales y sociales son ficción en un mundo cibernético, cool y moderno sólo para una oligarquía ebria de poder y aburrida de sostener el sufrimiento popular que tanta satisfacción le otorga.
Entonces el camino es la vuelta a los orígenes peronistas, volver a Perón es la solución para un problema que no se debe extender en el tiempo. Para ello debemos tener en claro que el peronismo no es Duhalde, ni Ritondo ni todo aquel que en nombre de Evita denosté a un compañero para ser funcional al neoliberalismo salvaje.
En la obra “ Los hombres que reescribieron la historia” se puede leer a Germán Ibañez que decía sobre Rodolfo Puiggrós: “ con el paso de los años se va produciendo una transformación político-ideológica. El peronismo va desplegando su política de nacionalizaciones, de redistribución del ingreso, de dignificación popular, se modifica la constitución nacionalizando el subsuelo, colocando a la propiedad privada bajo una función social, incluyendo los derechos del trabajador, de la niñez, de la ancianidad en el texto constitucional. Es decir, el peronismo toma los rasgos de un movimiento de liberación nacional, no orientado hacia el socialismo, sino tendiente a desarrollar en un país dependiente un capitalismo nacional, en un contexto favorable como era la inmediata posguerra. Esa transformación de Argentina que Puiggrós y sus compañeros perciben, los va llevando a cambiar la caracterización del peronismo, lo van a ver ya no como un movimiento de masas con un programa antiimperialista sino como una revolución nacional en marcha, una revolución nacional emancipadora”.
Y este es el punto a futuro. Lo que manifestaba Puiggrós, desde la izquierda, donde reconocía y analizaba en su justa medida al peronismo. Ese es el camino a solucionar y a terminar con la fiesta liberal donde una minoría disfruta del lunch a diario mientras las mayorías revuelven la basura en busca de un mendrugo.
El che Guevara decía que el socialismo no es un programa de modernización con redistribución del ingreso, es la construcción de una nueva sociedad, de un hombre con nuevos valores, más solidario, más libre, más comprometido.
Y por la izquierda nacional el arquetipo que contribuyó a construir Jorge Abelardo Ramos fue Manuel Ugarte, para Hernández Arregui el modelo del intelectual revolucionario fue- al igual que Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, así como para Puiggrós fuera Mariano Moreno, el intelectual revolucionario que se alía o busca la alianza con las masas, que aporta al pensamiento en tanto las masas aportan la práctica creadora.
Con el camino señalado por esa selección nacional integrada por Arturo Jauretche, Scalabrini, Ugarte, Ramos, Puiggrós, Cooke, Moreno, Arregui, Manzi y el aporte político del Che, Evita, Néstor y Cristina llegamos a la meta feliz. Hoy ese camino está cortado por el neoliberalismo que hizo una sola mano y hacia la derecha para que la tristeza se consolide en el pueblo.
Debemos dejar de ir de contramano a la historia y poder transitar y copar las calles en nombre de las mayorías. A partir de un modelo que incluya, que abrace las banderas peronistas y que determine que los conservadores deban exiliarse de la política. Si el rumbo a tomar es el señalado, la felicidad pronto regresará a los hogares argentinos. Caso contrario el ajuste seguirá haciendo estragos en una patria cada día más dependiente.