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País devaluado

Por Gabriel Princip

Las devaluaciones económicas afectan, además de la economía del país, el ego de cada habitante. La psicología y la sociología de los habitantes de un país no se toman en cuenta por parte de los analistas, economistas y hombres del poder. ¿Por qué no se hace? Porque les importa poco y nada.

El caso es que el presidente de la Argentina de nombre Mauricio -y si es Mauricio es Macri- no conoce datos duros de la realidad ni la realidad. Hace papelones frente a longeva diva porque no sabe el mísero sueldo de un jubilado. Comete fallidos a más no poder. Conjuga mal los verbos y tiene un pensamiento de clase sobre la educación y el mundo del trabajo. En una palabra, observa en forma devaluada a su país, es decir, no le importa nada.

Con esa reducción política, en su pensamiento la nación que recibió ya es una colonia y lo es porque el imperio lo convenció  de ello y sus amigos corporativos y oligarcas siempre han pensado en términos coloniales cual tilingo conservador.

Hernández Arregui relata Alberto Alcaraz en “El Pensamiento nacional”, consideró que la independencia formal no era el requisito fundamental en el proceso de conformación de una economía tampoco lo es de su suelo, ya que, al depender de otra Nación o grupos de naciones acreedoras, es y será siempre, como país deudor, una factoría encadenada a la metrópoli de superior poderío económico y militar”.

La actualidad nos marca que la economía la maneja el FMI, como lo hizo en cada gobierno de corte conservador o neoliberal. Hoy se observa al presidente  Macri confesando que a fin de año el endeudamiento solicitado por su gobierno llegará a la cifra impresionante de 100 mil millones de dólares.

Mauricio coincide con Scalabrini Ortiz cuando el pensador confesaba que “para dominar un país ya no hace falta someterlo militarmente, bastan oportunos empréstitos y concesiones”.

Siguiendo esa línea, la nación que encontró el presidente hoy es una colonia hecha y derecha. Por esa razón Mau habla como habla. Con falta de contenido, errores verbales y un pensamiento cipayo que le permite menospreciar lo nacional en beneficio de lo imperial.

Posee un discurso devaluatorio, un mensaje que menosprecia a su país y que marca el desprecio que tiene por el territorio que comanda y por sus mayorías que son sometidas en forma cotidiana.

Utilizar los conceptos tilingo y cipayo para con la figura presidencial es reiterativo. También le cabe el adjetivo colonizado. Juan José Hernández Arregui en su obra “Peronismo y Socialismo”, dijo: “El colonizado tanto de la clase alta oligárquica como de la clase media, acepta su incapacidad, no se encuentra a la altura del colonizador, ni estima posible una cultura propia. El colonizado no comprende que el colonizador, ni estima posible una cultura propia. El colonizado no comprende que el colonizador es también presa del sistema, pues aquel que lleva atado a un perro está por su parte atado al perro, ya que el colonizador oprime al colonizado  pero depende del colonialismo”.

Continúa Arregui: “La propaganda  del colonialismo es siempre racista. Un racismo practicado de un modo brutal, o bien sinuoso, que prende en el país colonizado no sólo como admiración al colonizador europeo o norteamericano, sino dentro del mismo país, mediante exclusiones legales o tácitas entre la población de acuerdo al color de la piel. Así en Argentina, los provincianos serán “negros”. Racismo colonial que esconde la división de las clases en categorías sociales fijas tras las formas espirituales, hasta religiosas, destinadas a justificar  la servidumbre colonial tanto como la opresión de la clase alta sobre las bajas. Otro modo de colonización es la transferencia desde las metrópolis de modas, costumbres, formas de vida, confort, etc. que acentúan aún más la división de clases con la existencia de pequeños grupos oligárquicos y el pueblo inmune a esta extranjería cultural”.

Bajo esta idea del pensador nacional uno descubre a un Macri encantado de ser colonizado y obedecer ciegamente al o los colonizadores. Se maravilla cuando se coloca junto a Obama, el rey de España o un enviado del FMI. Sonríe satisfecho sabiendo que aparte de la auto foto que logrará cumplirá a rajatabla con la solicitud del imperio, de las corporaciones y de la oligarquía. Macri no puede dormir de la emoción cuando sabe que una medida de su gobierno oprime al mundo del trabajo, deteriora la calidad de vida de quienes lo votaron y aquellos que nunca confiaron en sus ideas. Al igual que Mitre, Roca y cuanto conservador con chapa de prócer mentiroso él se siente parte del imperio y devalúa desde su pensamiento la tierra de donde es originario.

Por eso, a partir de su política cipaya se convertirá en el presidente que haya endeudado mas al país y quizás en el más impopular de la historia, incluyendo a aquellos militares dictatoriales. Macri hizo de su paso por  la historia una sucesión de tilinguerías que contribuyeron en demasía a colocar a la Argentina como una triste y pobre colonia.

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