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Nosotros, los ladrones

Por Danny Wilde

Cristina recibió coimas del fútbol y además lavó dinero. Magnetto edita un diario, quizás el más leído. Amado se robó la máquina de hacer billetes. Franco Macri hace negocios con la construcción. Moreno usó dinero del estado para vituperar a un empresario. Techint trabaja por el bien de la patria y nunca ocupó un cargo público. Julio de Vido era el jefe de José López, el que revoleó 8 millones de dólares. Quintana es el dueño de Farmacity, Carmen Polledo hace negocios en la noche porteña y Braun es primo del jefe de gabinete y se gana la vida con un mercadito. Florencia heredó una suma millonaria que no sabemos de dónde viene. Todos los hijos de Macri son  monotributistas pero con millones en el banco. El militante K es vago, choriplanero y ñoqui. El ciudadano que colabora con el gobierno es rubio, tiene ojos claros, es dueño de una  financiera, juega al tenis, tiene empleados en negro y le encanta descalificar a Milagro Sala en nombre de todos los indios. Néstor no pidió un peso de deuda. Mauricio sólo 160 mil millones de verdes pero  para hacer rutas. Del  2 por ciento que le corresponde saca 10 mil pesos por mes para ayudar a Margarita Barrientos.

Estos pensamientos sueltos habitan el cerebro de aquel que votó el espacio amarillo. Soldado de la clase media o testaferro de la clase baja se embarcan en discusiones donde parten de que tienen razón, para llegar sin fundamento alguno, a que tienen razón. No hay otra. Y orgullosos de votar alguien de ojos claros, que habla como un evangelista, que piensa como un oligarca y que actúa como un empresario, o sea, en ningún momento tiene en cuenta a su votante.

Las elecciones pasan, los aumentos en tarifas e impuestos también y el portador de un globo cambió la franca sonrisa por una falsa. Sigue bancando el espacio, pero las vacaciones se han cortado, el coche se ha vendido y las salidas semanales se convirtieron en mensuales. De todas maneras, alza a viva voz una falsa moral que le permite insultar a todos aquellos que, con una justicia al servicio del poder, indican que son delincuentes.

Hoy ese votante festeja cada detención ilegal con la frase “se robaron todo”. Antiguamente justificaba las desapariciones con el “algo habrán hecho” y cuando se enteró del horror de los años de plomo dijo “en toda guerra hay excesos”.

Pero la entrega no se detiene. Mientras celebran las corporaciones por el éxito de su cadete, el argentino se sume en la indigencia. El mal humor es el eje de toda conversación familiar y la grieta, la grieta, bien gracias.

La oligarquía subordinada a las corporaciones festeja a diario. Para su sorpresa se enteró que la clase media y parte de la clase baja ofician de barras bravas. Nunca supuso tener hinchada pero es así. Un 40 por ciento de los argentinos se deleitan de los aumentos en gas y luz, les parece genial hacer un esfuerzo por la patria y les encantan someterse a un poder que sólo le entrega pobreza. Eso sí, para tenerlos algo contentos utilizan el poder judicial para que la injusticia se ponga de moda y encierre a esos subversivos que convirtieron una colonia en nación.

El poder no perdona. Aquellos terroristas de la injusticia que celebraban la conquista y ampliación de derechos están bien guardados. Esos corruptos que imaginaron un país más equitativo están pagando con el encierro. Y parte de la población festeja que el poder se ponga del lado del ciudadano para entregarlo, empobrecerlo, someterlo, quitarle derechos pero darle la moral que tanto piden. ¿O ahora vamos a creer que Macri no es honesto, que  no hizo la plata trabajando día a día, hora a hora, minuto a minuto? No señores, acá los únicos ladrones son los K. Nosotros venimos a reconstruir la patria con la ayuda del empresariado y el sometimiento, perdón, el sacrificio de los trabajadores. Como diría el gran Galtieri “al gran pueblo argentino, salud” y marche otra vuelta.

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