Noboa-Milei: Dios los cría, el diablo los junta.
Por Margarita Pécora B. –
Después del asalto a la embajada de Méjico en Ecuador, dos noticias de alto voltaje en torno a ese hecho, repican ahora sobre el tablero informativo a nivel internacional: una es que el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, anunció un viaje de tres días a Miami «para atender asuntos de índole personal”; pero se va, como si huyera despavorido, justo en medio de la severa crisis diplomática con México que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas anunciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La otra novedad, es que el vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas, a quien Noboa ordenó que sacaran por la fuerza de la embajada mejicana, intentó suicidarse a principios de esta semana en una prisión de máxima seguridad en Guayaquil. Noticia que fue confirmada el miércoles por el ex presidente Rafael Correa en una publicación en X, según Sonia Vera, la abogada de Glas. Ahora parece como si cielo y tierra se le estuvieran uniendo a Noboa.
Lo primero que hay que decir, es que Daniel Noboa, nació en Miami, Florida en noviembre de 1987, ahora tiene 36 años y se desempeña como presidente constitucional de la República del Ecuador desde el 23 de noviembre de 2023. Un empresario, como algunos tristemente célebres, que conocemos en la Argentina, que llegó al poder para emprender un rumbo errático en la política, violando leyes internacionales incluso, que es como decir, cruzando la línea roja del derecho internacional, que nadie se había atrevido a profanar.
Por eso sobre Noboa, ahora llueven rumores de que huyó presa del pánico por la metedura de pata que dio, y ha emprendido precipitado y sospechoso viaje al país del Norte, en un momento muy complicado para su carrera política, después de haber desatado una verdadera crisis diplomática en la relación con Méjico.
Ahora pesan sobre él críticas y condenas de diversos sectores la opinión pública internacional, y de casi todos los mandatarios de la región, y también de la ONU, la OEA, la Unión Europea y hasta el Departamento de Estado, que ya es mucho decir, por el inédito hecho que constituyó esa violación flagrante de la Convención de Caracas sobre asilo diplomático de 1954, y de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961, al entrar por la fuerza a la embajada mejicana.
Todavía tenemos frescas en las mentes, las imágenes de policías y militares armados hasta los dientes, trepándose por las rejas de la misión diplomática mejicana, y que sacaron de allí a Glas, que ya había recibido asilo otorgado por Méjico.
El otro tema que complica y muy seriamente al presidente Noboa, es que después que metió a Glas en una prisión de máxima seguridad en Guayaquil, el hombre intentó suicidarse a principios de esta semana; según dejó trascender el ex presidente Rafael Correa en una publicación en X, y que fue confirmado por la abogada de Glas, Sonia Vera. Ellos ahora lo responsabilizan por la integridad física y emocional de Jorge Glas.
Ha llamado poderosamente la atención, el procedimiento arbitrario empleado por el presidente de Ecuador. ¿Acaso no conocía el contenido de las citadas convenciones internacionales, y propició que asaltaran los policías y militares, como si fueran pistoleros del Oeste, entrando de la forma que lo hicieron a una embajada extranjera y agrediendo incluso a su personal?
Por eso Noboa se ha ganado calificativos de arbitrario, arrogante, imprudente, e inexperto presidente, y hace que algunos digan que no está apto para seguir en el cargo. ¡ahora miren lo que se buscó! y justamente con Méjico , un país que tiene concebido el derecho al asilo como un pilar de su política exterior, y históricamente acogió, incluso bajo gobiernos conservadores, a muchos exiliados y perseguidos, desde los republicanos de la Guerra Civil Española, hasta las víctimas del Plan Cóndor.
Atando cabos y observando similitudes; salta a la vista muy claramente, que después asumir la presidencia en noviembre de 2023, Noboa visitó Washington. Apenas un mes después, mandó a una delegación presidida por la canciller ecuatoriana que se reunió, de nuevo en Estados Unidos, con el Secretario de Estado Anthony Blinken. El 22 de enero la Jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson, visitó Quito y sostuvo reuniones con Noboa, con las fuerzas armadas locales y también con la fiscal Diana Salazar, sindicada como la principal responsable de la guerra judicial desatada contra el partido del ex presidente Correa.
Todo un puente de sospechosa relación de ida y vuelta con Estados Unidos, y muy parecido, curiosamente a lo que ha hecho en la Argentina Javier Milei, que ya ha recibido a estos mismos altos funcionarios de la Casa Blanca, en particular a la general Richardson a la que está entregándole paulatinamente, el acceso a estratégicos puntos en el sur de este país austral que son estratégicos para conservar la soberanía. Nacional.
Según la propia Richardson, Estados Unidos prevé desarrollar en Ecuador un plan de seguridad quinquenal, a lo que se suman tres acuerdos de cooperación militar ya suscritos, que incluyen, además de la formación y el envío de equipos, la presencia “temporal” de militares norteamericanos para «visitas de buques, entrenamiento, ejercicios, actividades humanitarias», así como para “actividades de cooperación frente a retos de seguridad compartidos”.
Para muestra, un botón. Eso es entrega de la soberanía. ¡Cómo no se dieron cuenta los ecuatorianos que votaron a Noboa!- bueno de la misma manera que 14 millones de argentinos muchos de ellos ya arrepentidos, votaron a un mesiánico Javier Milei que se pone de rodillas ante la potencia del Norte, como servil lacayo y hasta se ufana de viajar a Miami, para recibir una distinción del judaísmo como “embajador internacional de la luz”, toda lo opuesto a la oscuridad a la que está condenando a millones de argentinos, con tarifazos en la energía eléctrica.
Está claro que, propiciado por ambos presidentes entreguistas y lacayos, Noboa y Milei, el gobierno de Estados Unidos, a través de la general Laura Richardson, está introduciéndose en Ecuador y en la Argentina para un plan neocolonial que urge impedir a tiempo.