Todos los días un conflicto, una interna, una pelea. Así es Milei. Primera pelea de la noche, con quien sea, pero por tuiter. La madrugada es testigo de sus improperios y sandeces nocturnas.
Por la mañana, cuando detesta el desayuno su rival es el cocinero mientras escucha a Karina.
Lee los portales y empieza sus entredichos con periodistas, aliados y empleados pocos
alcahuetes. Por la tarde, luego de ser testigo de las internas de su banda descansa unos
minutos. Por la tarde noche y en su última pelea enfrenta al congreso, la casta o Lali y así todos
los días.
Milei no es Rocky, por lo tanto, la mitad de las peleas las pierde y las otras termina muy herido.
Por primera en la historia argentina se votó un presidente que no tiene empatía con un ser
humano. No tiene pareja salvo la alquilada, tampoco hijos, menos aún amigos, solo ama a sus
perros y a su celular.
Además de no hacer de la empatía una conducta cree que triunfa en todos los conflictos, pero
la realidad le muestra quien es en realidad, pero no acepta sus derrotas. Hizo perder la
elección en Boca a su amigo Macri, hizo trizas la ley ómnibus, su imagen baja todos los días, la
inflación crece al igual que su imagen negativa.
Sus acólitos sienten lástima por él y odio por cada compañero de ruta. Petovello se pelea con
Posse y Caputo. Este con Milei, Macri con Posse y Karina, esta con todos y Milei al igual que su
hermana entra en conflicto con el mundo.
Nadie con dos dedos de frente puede garantizar que este gobierno termine bien. Los
alimentos suben y suben. Las tarifas también, lo servicios igual y todo como dice el encargado
de prensa por la libertad.
Estamos en problemas, sabemos que la única solución es la final. La gente votó un cambio no a
un tirano y menos a un psicótico. El sistema todavía no actúa, deja hacer, pero el tiempo se
acaba y la paciencia popular tiene un límite, ¿no le parece?
