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Medios cipayos, enteros tilingos

Por Gabriel Princip

Nada novedoso decimos cuando afirmamos que los medios de comunicación resultan los voceros de las corporaciones supranacionales en la actualidad, ayer de la oligarquía. Tampoco inventaremos la pólvora cuando explicamos que notable influencia tienen en las llamadas “elecciones libres”. También podemos agregar que a pesar de su influencia no son cien por ciento determinantes en la elección de un gobernante.

Pero a pesar de constituir un berreta cuarto poder y pasearse por el mito de la verdad y la ética su proliferación llevan por el camino de la infelicidad al ser humano.

También estos medios tienen estrategias para poder llegar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible en pos de sus miserables intereses. Uno de esos nefastos intereses es ser servil al poder.

Dante Palma en su obra “El gobierno de los cínicos” explica “los medios de comunicación actúan, en un sentido, de forma “hipnopédica” – la hipnopedia utiliza palabras sin sentido-, sólo que no actúan mientras dormimos. Más bien, nos adormecen  mientras estamos despiertos y son agentes principales de una larga construcción  sedimentaria de sentido común cínico. Así, en pleno 2016, en Argentina se han instalado varias “máximas hipnopédicas”, a saber: “La política es corrupta”, “Quien tiene más no roba porque ya tiene”,  “el estado debe manejarse como una empresa”, “militar por una causa es un ejercicio de fanatismo”, “el lugar que ocupamos en la sociedad depende exclusivamente de nuestro mérito personal”, “los medios privados pueden hacer lo que quieran (inclusive mentir) porque lo hacen con su plata”. La lista puede continuar al infinito, y la repiten una y otra vez los heraldos del sentido común, personajes mediáticos que confunden ser periodistas con estar indignados y cuya principal muletilla es “que barbaridad”.

Hoy podemos observar en la caja boba programas políticos que en los 90’ eran una mesa con una planta y un invitado reciclados en el siglo XXI en un conductor carismático y sin conocimiento rodeados de panelistas propensos al adjetivo descalificador y sin sentido munidos de formación alguna.

En estos sicarios de la palabra encontramos las frases antes mencionadas más algún aporte de la producción como “esos vagos militantes”, “los planeros”, “los corruptos k”, “la chorra”, “se robaron todo”, “Si devuelven lo que robaron estaríamos bien” y cientos de sandaces antipopulares y funcionales a sus amos.

En este escenario, el militante de la anti patria está a sus anchas y los voceros de las corporaciones siguen facturando, creciendo y despidiendo trabajadores a más no poder.

Con el gobierno que conduce Mauricio Macri, los medios muestran su alto cipayismo, su voluntad de ayudar al presidente a formatearnos como colonia y a aplaudir cada acto funcional a esta idea mostrándonos como tilingos difícilmente de ser superados.

La actualidad nos muestra un gobierno entreguista, una oposición cómplice, una central obrera socia de cada despido y un pueblo dividido. Con esta escenografía el poder se muestra satisfecho, la oligarquía retorna al pre peronismo y los medios con un disfraz de ética y moral reinan sobre la mediocridad y la ignorancia que la mitad de la población lleva a cuestas.

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