Por Napoleón Solo
El gobierno derechista de Mauricio Macri nos consolida como un producto colonizado en estado puro. Aplaudimos a Obama, denostamos a Venezuela y sonreímos cuando escuchamos hablar de Miami, Trump, una bachata o cualquier mala película yanqui que vemos en un pequeño cine con un balde de pochoclo en la mano.
Si Jauretche, Scalabrini Ortíz o Hernández Arregui estuvieran vivos se aburrirían de escribir sobre la colonización pedagógica, el mundo colonial amarillo o el ser argentino en tiempos de globos y risas sin sentido.
Carla Wainsztok en su trabajo “Descolonizar las pedagogías” escribió “la pedagogía de la crueldad nació con la conquista de América. El requerimiento es una suerte de primer manual. Con la colonización se impuso la cultura del yo no puedo. Yo no puedo pensar, escribir. El yo no puedo como gran metáfora de una cultura colonizada. En nuestra América, las pedagogías de la libertad, de la autonomía, de las esperanzas nacen de las resistencias al opresor”.
El argentino medio es un ser colonizado. Cree en el 25 de mayo como la revolución de la libertad. Sabe que Sarmiento, Mitre y Roca son próceres, que Rosas y Perón dos tiranos y que Macri constituye la fuerza moral que con sacrificio nos devolverá al primer mundo que publicitó Menem.
Ese argentino jamás leyó a un pensador nacional. Se ilustró con el Manual del alumno bonaerense y alguno, quizás, llegó a Félix Luna, o sea la verdad histórica quedó para mejor oportunidad. Solo creyeron en la maldad inglesa cuando expulsaron a Rattin en el mundial del 66´ o cuando nos derrotaron en Malvinas.
“Taborda, igual que Scalabrini Ortiz, denunció la presencia de los ingleses en nuestro país. El imperialismo inglés se ha formado mediante la colonización. En la conciencia de todo inglés el prestigio del imperio está esencialmente ligado a la dominación en la India, el extenuado país que por la extensión de su territorio y por el número de sus habitantes es tan vasto como Europa. Naturalmente, toda empresa de colonización va acompañado de justificativos elevados. Las potencias políticas que la acometen se remiten siempre a propósitos escogidos. El verbo que da nombre al acontecimiento procede del verbo latino colo, colon, cultum. Porque para el romano colonizar era poner planta, una planta de ciudad en un suelo extraño con fines de dominio y de cultura. Por su origen etimológico es, pues tanto como salida del suelo patrio hacia afuera.
El no cuestionar, dice Carla Wainsztok, o problematizar los conceptos pensados en otros tiempos o espacios, trasplantarlos sin más, tiene algo de colonialidad. Colonialidad de las ideas y de los cuerpos.
La colonización es un fenómeno que alude al sometimiento de un inferior, de un impar, propone reemplazar con nuevos servidores a servidores promovidos a rango superior en el orden jerárquico de la nación.
La colonización es siempre la introducción violenta de una nación en un pueblo débil. Esa introducción crea una situación en la que el pueblo sojuzgado no puede estructurar los ideales de sus etnos y basado en tal sacrificio de la autonomía es que pueblos como la India no pueden recuperar su carácter como Nación”.
Argentina no es ni fue como la India pero el gobierno amarillo está haciendo lo imposible para llegar a ese status. El objetivo final del actual gobierno es la entrega total, en una palabra, ser una colonia más. Por el momento, y para nuestra desgracia debemos reconocer nuestro estado de semi-colonia.
“Pero en las semi-colonias que gozan de un status político independiente, afirma Carla Wainsztok, decorado por la ficción jurídica, aquella “colonización pedagógica se revela esencial, pues no dispone de otra fuerza para asegurar la perpetuación del dominio imperialista, y ya es sabido que las ideas, en cierto grado de evolución, se truecan en fuerza material…La cuestión está planteada en los hechos mismos, en la europeización y alienación escandalosa de nuestra literatura, de nuestro pensamiento filosófico, de la crítica histórica, del cuento y el ensayo”.
Macri per sigue la idea de una Argentina colonia, nuestra misión es dinamitar las mentes colonizadas. Objetar los viejos pensamientos que repelen la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. El objetivo de la derecha se cumplirá en tanto y en cuanto discutamos la anécdota y no lo importante. La batalla cultural se ha perdido, pero la política todavía no concluyó. Hoy gobierna una falaz fuerza moralizante, trabajemos para que las mayorías vuelvan a creer, vuelvan a estar incluidas y vuelvan a ser felices porque los días felices siempre fueron peronistas.