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Libertad condicional

Por Dany Wilde

El sistema económico implementado por el actual gobierno cierra, si o si, con represión. Para eso, la utilización de los hombres de uniforme para combatir -desde un hecho delictivo hasta detener a una madre amamantando- fija la línea editorial de estos años post kirchneristas.

La libertad es parte de los procesos políticos. Aquellos democráticos y nacionales no discuten las libertades individuales porque parten del concepto del pueblo libre. Los procesos de  derecha extreman su vigilancia sobre cada actor de la sociedad. Partiendo de la idea del hombre libre, o sea, no cree en las construcciones colectivas.

En su obra “Política y estrategia”, Juan Domingo Perón establece: “Algunos pretenden que los hombres pueden ser libres en una colonia de dominio político o económico. Tesis imperialista tan falaz como cuando el comunismo sostiene que las naciones satélites detrás de la cortina son también pueblos libres de hombres libres. La humanidad conoce dos azotes que la han agobiado en su historia, el imperialismo, que al suprimir la libre determinación de los pueblos, la soberanía de las naciones y la independencia económica de los países, los priva de su libertad esencial y las dictaduras, que, al suprimir en parte la libertad individual, insectifican al hombre. Las dictaduras son de efecto limitado en el tiempo y en el espacio. De esas acciones,  una es la principal, ejerce y alcanza solo una acción parcial. Los imperialismos son permanentes y alcanzan a todos. Por eso la dictadura se abate por reacción local, el imperialismo solo cede ante la acción de todos”.

Este análisis de Perón no por lo antiguo deja de ser cierto. Hoy la Argentina está siendo fiel al imperialismo y su presidente es el hombre ideal para colaborar en el sometimiento de sus  paisanos.  Para que una semi colonia, como es nuestro caso, pase a ser colonia definitiva hace falta un titular del ejecutivo como el actual. Un hombre que hable de las libertades individuales, del progreso económico de cada uno y de la responsabilidad delictiva del gobierno anterior para hacerlo cargo de la miseria que genera el plan económico actual. En una palabra, hace falta un cínico.

Dante Palma en su último libro dice: “La pregunta  es retórica, así que no hace falta aclarar que el cinismo entiende la libertad como ausencia de deseo y no como carrera enloquecida y consumista por los cumplidos”.

Agrega Palma: “El cinismo pasó de ser una insolencia plebeya a una prepotencia señorial. En otras palabras, ¿quiénes son los cínicos de hoy? Los poderosos. ¿Cómo se expresa ello? De muchas maneras, pero basta con ver como la ironía dejó de ser un desafío al poder para ser el síntoma de la prepotencia de quien ya no le alcanza con tenerlo todo sino que ha decidido mostrarlo y humillar al que nada tiene. El camino de esta transformación ya posee  antecedentes en la antigüedad (por ejemplo Luciano de Samosata) pero lo cierto es que desde la modernidad hasta la actualidad notamos que una de las características de las sociedades en las que vivimos es estar atravesadas por el cinismo de los poderosos, aquellos que saben el lugar que ocupan, que reconocen para sí defender mentiras o acciones inmorales y, sin embargo, lo siguen haciendo con absoluto desparpajo. Cínicos son los grandes empresarios, los dueños de las corporaciones periodísticas, los economistas mediáticos al servicio de las profecías auto cumplidas, buena parte de la clase política y un poder judicial que parece, cada vez más, un sistema de castas heredero de Dios por vía paterna”.

El plan económico se sintetiza en un brutal ajuste con olor a muerte y escasa libertad. Saber que existen presos políticos, que la policía está presta para detener a un boliviano vendiendo ajo y que una marcha de genocidas es tratada por los medios dominantes como “amigos de presos políticos” nos da una sensación de inseguridad jurídica con pintadas de libertad condicionada. Por esa razón, por un plan exclusivamente beneficioso para la oligarquía, nos detenemos en la figura de un presidente con tintes dictatoriales que sólo un confundido o un discriminador puede aplaudir.

Las virtudes  de Macri se visibilizan en forma escasa, quizás los vicios, los defectos y una endeble personalidad es lo que más se hace presente frente al ciudadano. La línea de afecto que trazó Cristina no fue imitada por su sucesor.

Nicolás Maquiavelo en su célebre obra “El príncipe” supo escribir “No hay que temer a la crítica por tener esos supuestos vicios sin los cuales no se puede seguir siendo el rey. En realidad, no son vicios si sirven para el fin principal de mantenerse. Son virtudes disfrazadas de falsos vicios, ya que en realidad son beneficiosas, “buenas”, útiles para mantener el poder. Entre ellas sobresalen las siguientes, ser tenido como mezquino, por avaro o cruel, aplicar castigos públicos, ser hipócrita, engañar, incumplir los compromisos. Por el contrario, existen falsas virtudes que en realidad son vicios perjudiciales, malos para el fin principal del príncipe. Entre estas últimas figuran: ser tenido por pródigo y manirroto, gastar lo propio con excesiva generosidad, ser blando y no castigar a los que alteran el orden público y lesionan a los ciudadanos. Por cuestiones como la excesiva liberalidad o demasiada clemencia pueden llegar a odiarte, verdadera antesala del fin. ¿Cómo pueden ser virtudes, estas últimas, si poseerlas en exceso causarán tu soberana ruina?”

Comenzamos diciendo que el ajuste solo cierra en este gobierno con represión y luego  hacemos un detalle de la personalidad del presidente Mauricio Macri. Recurriendo a autores de peso llegamos a la conclusión que con el cinismo probado que contiene la figura presidencial, más las supuestas virtudes que agrega Nicolás Maquiavelo, llegamos a la conclusión que la sociedad argentina vive en libertad condicionada.

 

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