Las botineras de la política
Por Luisa Lane
El término botinera se acuñó en los confines del siglo 20 cuando el jugador que se vendía al exterior con millones de dólares dejaba a la noviecita del barrio de toda la vida por una modelo o actriz en baja. Esa moda no cesó, pero pervirtió la política. Cerrando el siglo apareció una Miss Mundo chilena que conquistó al posible presidente. Menem no se presentó en la segunda vuelta y Cecilia no se presentó en la vida del riojano. Eso sí, tuvieron un hijo.
Hace un año y monedas, el programa de Antonio Laje tenía una movilera: Belén Ludueña, también abogada y poco conocida. Laje la maltrató, Ludueña visibilizó el caso y a una velocidad extraña se convirtió en la estrella del canal. Lo que no sabía Laje era que su movilera era la pareja de Jorge Macri.
Cristina Pérez, conductora del noticiero de Telefé, se destacó más por sus noviazgos empresariales que por sus hallazgos periodísticos. Jamás tuvo un romance con un colega, siempre con algún dueño de empresa. Logró instalarse en la pantalla del viejo «Tele Once» y hoy es la pareja de Luis Petri, candidato a vicepresidente en la fórmula con Patricia Bullrich.
No hay dos sin tres. Javier Milei, de dudosa vida privada y ganador de los últimos comicios, dejó entrever que la cómica Fátima Florez es su pareja. Lo raro es que la rubia apareció luego del triunfo y en un acto que prepara la segunda parte de la campaña para llegar a la presidencia. Una imitadora mediocre con poco trabajo se separó hace unos días y hoy es pareja de un posible presidente. La rubia no lograba llenar un teatro del GBA con una carrera en caída libre. Hoy es novia presidencial y anunció una actuación en el microestadio de Lanús donde agotó las entradas.
Las botineras en los 90, las del siglo 21, acompañadas de la peor música en la historia, más un cincuenta por ciento de pobreza, nos marcan una decadencia total. Cualquiera llega a cualquier lado sin trabajo, sin educación, con falsos amoríos y consumiendo de la buena. Hoy, Discepolín crearía un tango por hora; hoy, Cambalache es una canción de cuna; hoy, Tato Bores haría una tira de una hora; hoy, hasta Dios renunciaría a su cargo, ¿no le parece?