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Ladrón y policía víctimas del mismo poder

“Tropa de élite” (2007) es una película brasileña de acción dirigida por José Padilha y protagonizada por Wagner Moura, reconocido por haber interpretado a Pablo Emilio Escobar Gaviria en la serie “Narcos”, que en este caso encarna a Nascimento, capitán del BOPE (en portugués: Batalhão de Operações Policiais Especiais), Batallón de Operaciones Especiales de la Policía Militar de Río de Janeiro, que tiene la misión de asegurar la seguridad en una favela con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II.

Por Matías Russo.

La película relata el drama de Nascimento entre ser un oficial de seguridad de élite y dejar de serlo para afrontar su vida como padre de familia, además de mostrar la eficacia del BOPE y la brutal inseguridad desatada en las favelas por culpa de la corrupción policial, el narcotráfico y la marginalidad que atraviesan los sectores más vulnerables de Brasil.

Cómo se muestra a esta tropa de elite termina generando la sensación de que son un grupo de héroes, que garantizan la seguridad, invencibles, eficaces, implacables, como si fuese cine yankee, pero lo que deja en un segundo plano es la violación de derechos humanos que hacen con los pobres que torturan con el afán de conseguir información sobre los delincuentes de las favelas. No importa si es criminal o no, la tortura por parte del BOPE es para todos igual. Allanamientos sin orden judicial, piñas, patadas, asfixia, empalamientos, todo esto se ve en la película que viven los que son capturados por estas fuerzas de seguridad para tratar de obtener algo de datos.

También el film justifica el accionar de esta tropa en el entrenamiento que reciben. Preparación inhumana que les termina quitando sensibilidad; ellos también son víctimas de las propias reglas de este escuadrón.

En Argentina no hay BOPE, las fuerzas de seguridad están a años luz de ser consideradas “de élite”, sin embargo “la doctrina Bullrich” empieza a sentirse, a ser sufrida por delincuentes y por inocentes, por chorros y por policías. A días de que la Ministra de Seguridad y Mauricio Macri respaldaran a Chocobar en su caso de gatillo fácil, instalando una nueva pero oxidada visión de las fuerzas de seguridad, surgen casos de violencia relacionados con la impunidad de los policías:

  • Un tiroteo en microcentro, con medio centenar de municiones arrojadas donde de milagro no murió nadie pero resultaron heridas 4 personas, dejando como balance un cuestionable accionar de la policía.
  • La muerte del cadete riojano el pasado sábado luego de estar internado 5 días en terapia intensiva producto de las torturas que sufrió en el entrenamiento que los medios buscaron disfrazar como “brutal” para ocultar los criminales tratos inhumanos que vivió este chico que tenía intenciones de servir a la comunidad, que no iba solo por un sueldo rápido, por plata fácil, sino tenía valores que los propios policías le quitaron hasta matarlo.

En los canales de televisión se discutió durante toda la semana pasada el rol de las fuerzas de seguridad avalando la “doctrina Bullrich”, poniendo como ejemplo que en países como Brasil la policía es brutal con los criminales, y pidiendo por más mano dura. En Argentina estamos acostumbrados que estos pseudo periodistas opinen tan livianamente de todos los temas, sin evaluar el impacto en la sociedad.  Panelistas que piden más represión sentados en un sillón de televisión, Durán Barba diciendo que los argentinos queremos que se instale la pena de muerte. Esto no es ficción, no es una película, acá no hay Tropa de Élite, acá tenemos policías con escasa preparación humana, 100% violenta que nos golpea a todos. El ladrón que es asesinado en vez de ser encarcelado, un cadete muerto por tortura, las calles invadidas de la inseguridad producto de la corrupción policial y de una situación económica y social frágil. Esto no es una película, esto es real.

 

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