La tiranía del Gobierno
Por Armando Paredes.
Un domingo como cualquiera de las últimas cuatro décadas, te levantas, desayunas, tomas tu documento y vas a votar. Elegís un presidente, un diputado, un concejal y cumplís con tu deber cívico. Meses más tarde te das cuenta de que nada sirvió perder el domingo porque ese diputado te traicionó, el concejal nunca resolvió el bache de tu calle y el presidente, sobre todo este, compra lo que no posee y acciona a favor de su bienestar y sus perros. La tiranía fue elegida democráticamente.
Claro que el posicionamiento político, en los últimos años, tiene como aliado incondicional a los medios, léase los tradicionales mas redes. Estos son cómplices de todas las dictaduras, incluso de estos tiranos que surgen de las urnas.
Los medios controlan, desinforman y desvían todo tipo de cohesión social. Enemigos de convicciones, ideales y actos democráticos. Fingen trabajar con la gente y expresan su libertad de mercado cuando emprenden un negocio y se amparan en la libertad de expresión cuando utilizan tapas o comentarios mentirosos.
De todas maneras, así como los medios controlan a la gente, a veces, estos son controlados por los gobiernos. En ocasiones el dinero maneja en otras es el miedo y el terror.
Noam Chosky supo decir “que los medios deben estar fuertemente controlados para impedir que la gente se
cargo de sus propios asuntos”. Cuando el medio desinforma en nombra del gobierno estamos en presencia de propaganda.
En los primeros años del siglo 20 se perpetró la primera operación moderna de propaganda llevada a cabo por un gobierno, bajo el mandato del yanqui Woodrow Wilson, durante la primera guerra mundial. La pacifista población estadounidense no veía ninguna razón para meterse en la guerra, pero Wilson quería tomar parte y para ello debía inducir en la sociedad la obligación de participar en el conflicto. Para ello se creó una comisión de propaganda que en seis meses logró convertir una población pacífica en belicista, ir a la guerra y destruir todo
cuanto oliera a alemán.
Aram Aharonian analizando a Chosky y la reflexión cínica que hacen los políticos de todas las épocas- según Chosky, es lineal: la gente es demasiado estúpida para comprender las cosas. Si los individuos tratan de participar en los asuntos que le interesan, lo único que harán será provocar líos, por lo que resulta impropio e inmoral permitir que lo hagan.
El político necesita algo que sirva para domesticar al rebaño popular. Es la fabricación del consenso y aquí los
medios son indispensables.
Como contrapoder al poder político existe el contrapoder empresarial. Hoy y aquí estos dos se han aliado para que la gente se distraiga con casos policiales, imágenes frívolas y fragmentación partidaria. El poder tiene un solo objetivo y es el saqueo continuo de los bienes de la población. La tiranía existente en el país producto de una elección no implementó un modelo económico, sino una acción política de reducción poblacional, ¿no le parece?