Por Gabriel Princip
Siempre se dice que la historia es cíclica. Los formatos de gobierno se repiten con el cambio sólo de protagonistas, el resto es igual. En la universidad se aprende que la calle más larga de la Argentina tiene el nombre del primer gran entregador. El mismo agente foráneo, Bernardino Rivadavia solicitó un millón de libras a la Baring Brother, dinero que disfrutaron ingleses y criollos comisionistas además de Rivadavia, pero el país nada. Este préstamo es considerado una idea macrista ya que se pagó en otro siglo y bajo la presidencia de Julio Roca.
En la obra de Enrique Manson “El historiador del pueblo”, libro que habla de la vida de José María Rosa se puede leer: “El 4 de diciembre de 1937 se inauguró el monumento a George Canning en Buenos Aires. Los nacionalistas no podían dejarlo pasar. Forja imprimió un volante que decía: Jorge Canning escribía en 1824 “La América española es libre, y si nosotros los ingleses manejamos nuestros negocios con habilidad, ella será inglesa”.
Bajo su inspiración e instrucciones, la diplomacia inglesa nos segregó la Banda Oriental y el Alto Perú. Los financieros Baring Brothers nos endeudaron sin arriesgar capitales.
Cien años después, la obra de dominación quedó completada y perfeccionada:
Ingleses son los medios de comunicación y transporte, inglesas las empresas monopolizadoras del comercio exterior, inglesas en su mayor parte las empresas de servicios públicos, inglesas las más grandes estancias de la República, inglesas las mejores tierras de la Patagonia, inglesas todas las grandes tiendas, inglesas todas las empresas que rinden dinero están protegidas por el gobierno argentino, inglesas son las voluntades que manejan la moneda y el crédito desde el banco central, inglesas son las directivas que obedece nuestra política exterior e interior, inglesas son las islas Malvinas.
Por eso Canning tiene una estatua en Buenos Aires.
Ochenta años más tarde la situación no ha cambiado. La década infame fue corregida por Perón, luego volvió a su origen con todos los gobiernos de corte liberal hasta Néstor y Cristina que imitan en su gobierno la primera gestión de Perón. El 2015 podía haberse consolidado como Nación pero otra vez se impuso el cipayismo y en menos de dos años hacemos honor al libro de Arturo Jauretche, “Retorno al coloniaje”.
Un bono a 100 años realizado por el oficialismo para salir de países fronterizos y ser emergentes solo consiguió visibilizar la crisis ante el mundo. Ya todo Occidente sabe que el gobierno de Macri se arrodilla con suma facilidad pero es poco confiable por la falta de consumo, la inflación, la recesión, los conflictos laborales y la inseguridad jurídica. Conclusión el país observará como pasa otro año sin inversiones genuinas, además de quedar condenado al FMI por una deuda de un siglo. Un préstamo donde se solicita 2750 millones de dólares, se pagan 196 millones por año de intereses y al cabo del siglo se llega a pagar 20 mil millones, todo esto solo para demostrar que grado de alcahuetería sostiene el gobierno amarillo.
El grado de entrega que genera el oficialismo demuestra que ya no hay lugar para la sorpresa. Mientras se sigue endeudando lo que queda de país, los derechos siguen cayendo. Se pensó en bajar las pensiones por discapacidad, no se pudo por el encono de la sociedad. Pero ya se piensa en sacar las pensiones por viudez, y así de a poco se establecerán dos clases sociales en la Argentina. Una alta y otra baja. La baja del futuro es la actual clase media que suplirá a la de menores recursos porque desaparecerá, gracias a un plan de ajuste que solo sirve para reducir la población.
La historia sin fin es la Argentina. Fuimos colonia de España, creímos en una independencia de Billiken en 1816 pero estábamos bajo el dominio inglés hasta 1943 cuando se produjo la aparición nacionalista con el GOU. Luego Perón como presidente declaró la independencia económica y allí nos convertimos en una nación en serio. Las vacaciones siguieron hasta que el imperio dijo basta, otra vez cipayos atentaron contra la sociedad, golpe mediante en el 55. Recién en el 2003 se vislumbró una posibilidad de retorno a un país libre. El modelo nacional impuesto por los k nos hizo ver en 12 años que podíamos crecer y creer en un proyecto propio. Macri con su triunfo, puso las cosas en su lugar para el imperio y el poder real. Todavía hay argentinos que festejan el 25 de mayo con chocolate con churros en vísperas de su viaje a Nueva York, su patria verdadera.