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La dualidad de la naturaleza humana o un lobo con piel de cordero

En el amplio repertorio de fábulas y cuentos populares, pocos arquetipos resultan tan provocadores y esclarecedores como el de «un lobo con piel de cordero». Esta parábola, que habla de una apariencia inocente que oculta intenciones oscuras no solo es parte de la literatura, también expresa la complejidad de las dinámicas sociales y la naturaleza humana en nuestras relaciones cotidianas.

Vivimos en una era donde la manipulación y la hipocresía parecen estar a la orden del día. Redes sociales, programas de TV, publicaciones gráficas y digitales están repletas de máscaras, donde las imágenes cuidadosamente seleccionadas y las palabras dulces ocultan realidades complicadas son el eco de ese lobo camuflado. Esta discordancia entre lo que se presenta y lo que realmente se es, nos plantea el interrogante ¿qué significa ser auténtico en un mundo donde las apariencias a menudo constituyen la carta de presentación?

La figura del lobo con piel de cordero también se encuentra en las esferas del poder, donde líderes carismáticos prometen cambios positivos mientras ocultan agendas menos nobles. Basta mirar a nuestro alrededor para identificar a figuras públicas que utilizan su encanto y su retórica convincente para encubrir acciones perjudiciales o decisiones controvertidas. En este sentido, es importante no dejarnos llevar por la apariencia y aprender a discernir entre la verdad y la mentira camuflada.

Pero no se trata solo de aquellos que ostentan poder o popularidad. Esta dualidad de la naturaleza humana también se manifiesta en nuestras relaciones y actividades diarias. A menudo, nos encontramos con individuos que bajo una presentación amigable pueden revelar conductas egoístas y oscuras.

Esta fábula de Esopo nos invita a reflexionar sobre la necesidad de conocernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean en un nivel más profundo. La enseñanza más rica que nos deja la figura del lobo con piel de cordero es que debemos ser cuidadosos, no solo hacia los demás, sino también hacia nosotros mismos.

Más allá de las apariencias, lo verdaderamente valioso radica en la autenticidad. En un mundo plagado de máscaras y disfraces, se vuelve imperioso desarrollar la habilidad de distinguir entre la luz y la sombra, no solo en los demás, sino especialmente en nosotros mismos. De esta manera, tal vez podamos construir una sociedad donde el cordero no tenga que temer al lobo, porque tenemos la valentía de mostrar nuestras verdaderas pieles.

Francisco Manuel Silva
frsilva50@gmail.com
DNI 11500849

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