Por Gabriel Princip
La economía en el ámbito local no arranca. Los medios dominantes hablan de un cambio de humor, de mejor consumo o quizás de una diferente actitud por vez primera desde que Macri iniciara su gobierno.
Todas las políticas económicas están planificadas para derrumbar la inflación pero no para alentar el consumo. Por ello, cientos de fábricas han cerrado al igual que comercios que se dedican al rubro servicios. El dólar, para el campo está barato y las grandes empresas pareciera no interesarle el consumo local y si el externo. En una palabra, la demanda no les importa.
Ahora bien, esta idea se repite en la mayoría de los países sudamericanos. Entonces la pregunta que cabe es ¿Los empresarios se volvieron locos? ¿No les interesa su país? ¿O su estrategia no tiene que ver con su país de origen y si con las grandes corporaciones?
A través de un análisis no tan complicado y con la información que dejan entrever algunos popes de las empresas argentinas, el gran mundo empresarial está en otra. Hoy son militantes, punteros de las corporaciones supranacionales que responden a las grandes familias. Y éstas ¿En que están? Simple es la respuesta, hoy los dueños de la pelota están más interesados en controlar la supervivencia de su linaje porque la riqueza ya la tienen controlada.
Para hacer algo de historia se puede recordar la gran depresión yanqui. Esa depresión no fue algo que arruinara a los capitalistas estadounidenses. Fue algo que hizo más ricos años aún a los que ya eran ricos. Ejemplo, el Bank of América ganó miles de millones gracias a las ejecuciones hipotecarias entre 1929 y 1937.
Pero el tema es la demanda y la poca importancia que tiene para quienes dominan la Tierra. Para contestar a la pregunta de cómo se destruye la demanda consultamos la obra de Daniel Estulin, “El club de los inmortales” y dice “Se destruye toda la economía o sea la desintegración controlada. Esta era la piedra angular de un documento preparado por otro grupo de elite, el titulado Project 1980 del Consejo de Relaciones Exteriores (corporación cercana a Bilderberg y fundada por los Rockefeller), la desintegración controlada y el desmantelamiento de las concentraciones industriales y científicas avanzadas del planeta. El Consejo definió este proyecto como la tarea más importante de la historia.
Estulin prosigue: “El informe de 33 volúmenes del Consejo contenía proyectos que la oligarquía instituyó, utilizando su poder, durante la segunda mitad de los 70´ y durante los 80´. Así impuso uno de los cambios más profundos de la política económica y del estado-nación del siglo XX, el cambio de paradigma hacia una economía postindustrial”.
La desintegración controlada puede tener diferentes explicaciones teóricas pero nada como la realidad. Hoy vemos en nuestro país como la oligarquía, mano derecha de las corporaciones que controlan el ejido económico. Nada cuesta ver como determinan que sus dirigentes, votados por la gente y sus funcionarios lleven a la práctica su sueño eterno, el mundo del trabajo bajo sus pies como en los albores del siglo XX.
Al mismo tiempo que observamos como los derechos caen día a día, observamos el establecimiento del mercado al contado del petróleo, la creación de eurobonos, los mercados de derivados, así como la expansión del aparato bancario a través de paraísos fiscales, aunque por internas de inteligencia de los imperios vemos como algunas consultoras caigan en desgracia.
Estulin afirma que “a lo largo de los últimos años, se ha descubierto que algunas de las instituciones bancarias del mundo blanqueaban ilegalmente miles de millones de dólares procedentes del narcotráfico a través de sus cuentas, el Wachovia Bank, HSBC, Citi Group y el Banco Coutts, el banco privado de la reina de Inglaterra”.
¿Y quién estaba detrás de esta iniciativa? El grupo Inter Alfa. Seguramente no lo conocen, no es famoso. Le agrego un dato, fue fundado en 1971 y estuvo en el centro de todas las operaciones de la monarquía británica. Este grupo incluye al Banco Santander, Espirito Santo, el Societe Generale y la CNN entre otras empresas. Pero, ¿todavía no lo sacó? Sí, adivinó. El dueño es Jacob Rothschild.
Si alcanzó a comprender por donde pasa el poder real y el valor de los negocios ya comprendió porque hoy no interesa a los dueños de la pelota la demanda. ¿Se entendió?