Turismo

Jujuy por dentro, un recorrido encantador por el circuito secreto de la Puna

Destino ideal para un viaje cultural, gastronómico y ecologista, permite visitar los centros más tradicionales, pero también se puede completar con un trayecto menos conocido, pero tan atractivo como el anterior.

Jujuy ofrece recodos mágicos a cada paso para el ojo curioso del visitante.

Hay un tono que identifica a Jujuy: el multicolor. Y no sólo lo hace cromáticamente, sino que la provincia ofrece recodos mágicos a cada paso para el ojo curioso. Más allá de las opciones tradicionales que cualquier turista identifica antes de viajar, el norte esconde muchos tesoros que salen de los tradicionales. Se configura en un circuito de Argentina marcado por el patrimonio histórico, con recorridos recomendados, excursiones y actividades para recordar por los paisajes típicos y por las experiencias de valor para el viajero.

Los caminos intrincados llevan al paseante por valles, montañas, desiertos, salinas, ríos, parques, peñas, bodegas, pequeños pueblos y ciudades que encantan por su arquitectura, su valor artesanal y su impecable gastronomía. Empanadas, tamales, humitas, comidas típicas y especialidades regionales esperan.

Los aficionados a seguir la Ruta Nacional 40 llegan desde Salta, recorriendo paisajes inhóspitos, donde pocos pasan.

Los habitantes de Jujuy, con ese candor de pueblo, dan lugar al encuentro y a la charla parsimoniosa”.

San Salvador, la capital de la provincia, es una ciudad sencilla y su gente es tan amable que seduce por su cordialidad. Es parte de la Reserva de biosfera de las Yungas promovida por la Unesco. Se la conoce con el apodo de la «tacita de plata». Las teorías en torno al origen se debaten entre varias versiones. Algunos sostienen que, rodeada por los ríos Grande y Xibi Xibi, brilla con el reflejo que ambos caudales producen al ser iluminados por el sol. Otras afirman que antes de estar tan urbanizada, desde las montañas que la circundan se veía claramente su forma de tacita. Una última teoría sostiene que su apodo proviene de las antiguas riquezas mineras.

Aún en un circuito alternativo, el Cerro de los Siete Colores es inevitable: por lo bello, por su majestuosa presencia y porque el ojo avizor puede ver los mismos tonos en muchos otros lugares fuera del propio cerro.

Las dos iglesias son monumentales: la Catedral Basílica de San Salvador de Jujuy y la de San Francisco con sus bellos jardines y patios coloniales interiores. En la primera, es donde Manuel Belgrano hizo bendecir la bandera argentina previo a la campaña del norte y dónde se conserva el púlpito como joya colonial.

La riqueza arquitectónica de ambos templos -San Salvador de Jujuy y San Francisco- expresa una combinación propia del arte de esa época: propuesto por españoles y realizado por criollos, en sus obras se mezclan las creencias religiosas de la conquista con el fervor local”.

La Casa de Gobierno, en tanto, posee una mixtura bien lograda de detalles franceses, impronta del neoclásico italiano e inspiración del colonial español. El Cabildo es uno de los mejores conservados en toda la región, en tanto el Teatro Mitre, que data del 1901, es uno de los primeros construidos en Argentina y se mantiene con su estilo italiano intacto.

Visita de color Pantone

Los atractivos de Jujuy compiten entre sí por belleza, experiencias, riqueza arqueológica, paisajes y rutas imperdibles. Su fauna es amplia y llamativa: vicuñas, cóndores, guanacos, vizcachas, zorros y hurones.

La Quebrada de Humahuaca es, casi con seguridad, uno de los puntos más reconocidos a nivel mundial de la provincia, declarada Patrimonio de la Humanidad, recorre un largo trayecto que permite conocer una cadena de ciudades de Jujuy una más bella que la otra.

El hito del trópico de Capricornio es un infaltable del recorrido alternativo. El atardecer promete un paisaje pintoresco con el regreso de las cabras luego del pastoreo.

La ciudad de Maimará («Estrella que cae», en Omaguaca, lengua local en tiempos del imperio Inca) está en el centro del recorrido y desde ella se pueden ver «Las paletas del pintor», las montañas tan coloridas que «gritan» ese nombre. Sus tonos se enriquecen en el amanecer y la puesta del sol, cuando éste llega de manera perpendicular a los pliegues que dejan al descubierto las eras geológicas y sus sedimentos. En ella, es posible visitar la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria y el Museo Histórico Posta de Hornillos, donde según cuenta la historia durmió Manuel Belgrano cuando organizó el Éxodo Jujeño.

Antigal de Hornillos es una reserva arqueológica a la que sólo se accede con tours. Cuenta con vestigios de presencia humana con más de 10 mil años de antigüedad.

Explorar la gastronomía es una experiencia de viajes promisoria en Jujuy. Una oda a los recursos locales de la tierra con los sabores y preparaciones tradicionales.

El cementerio Nuestra Señora del Carmen tiene un estilo pintoresco inusual. En competencia de colores entre las tumbas, se eleva en una loma en el ingreso a Maimará, con fiel expresión del respeto por los antepasados y la intención de acercarlos al Inti (el Rey Sol).

Otra de las localidades inmersas en la Quebrada y bastante más visitada es Purmamarca («Pueblo de la tierra virgen», en lengua Aimara o «Pueblo del león» en lengua Quechua). Comparativamente extensa respecto de las urbanizaciones vecinas, cuenta con un rico servicio de alojamientos y gastronomía, además de calles que invitan a caminar.

A su vera se encuentra el famoso Cerro de los Siete Colores, tal vez el más célebre de toda la región y asequible a pie. Su iglesia fue declarada monumento Nacional por su arquitectura y frescos interiores. Su feria artesanal es de las más pintorescas del norte argentino: objetos de barro, tejidos e instrumentos musicales autóctonos a precio justo directo de sus productores.

La belleza natural de Jujuy es infinita: Cerro de los Siete Colores, Los Colorados, Purmamarca, entre otros .

Los Colorados es un circuito que se puede realizar a pie, para encontrarse con toda la gama imaginable de ese tono en las montañas. El recorrido pasa por detrás del Cerro Siete Colores, tiene poca pendiente y es una idea perfecta para integrarse al paisaje.

Tilcara («estrella fugaz» en Quechua) es otra de las más visitadas. Dueña de calles empinadas que dejan sin aliento al transeúnte, es la ciudad de las fiestas tradicionales. Sus casas de adobe son una celebración cotidiana: las Ermitas en Semana Santa, el Tilcareño, la Chicha, la Comadre, la Pachamama y los Carnavales. Vivir la ciudad es la mejor excursión posible.

 “En Tilcara, no hay que perderse el Jardín botánico de altura que preserva la cultura herborística y medicinal local. Un kilómetro al sur se encuentra el Pucará, una fortaleza construida para la defensa, con fines religiosos y sociales”.

Los colores de los textiles se ven diferentes bajo el sol jujeño. Es adecuado comprarlos en las plazas de los pueblos, donde los propios tejedores ofrecen su trabajo.

Los recovecos

Huacalera es la ciudad por la que atraviesa el Trópico de Capricornio. La foto en su hito, es un clásico. Fue la posta más antigua de la Quebrada. Llegar al atardecer encuentra toda la vitalidad de este pueblo de menos de 500 habitantes, cuando los pastores de cabras invaden el sitio.
Su iglesia de adobe conserva dos joyas de la pintura cuzqueña: Casamiento de la Virgen y Bautismo de la Virgen, obras únicas en su tipo.
En Uquía, menos conocida, pero muy bella, se puede visitar la iglesia colonial San Francisco de Paula nombrada Monumento Histórico Nacional por su belleza y conservación. Data de 1691. Aquí, además, se encuentra el único criadero de vicuñas de la provincia.

A las Salinas Grandes se puede acceder libremente: tomar un tour que lleva en 4×4 a adentrarse en ellas, conocer el modo de producción de sal, hacer picnic allí mismo sobre ellas y, claro, comprar souvenirs artesanales hechos con esa misma materia prima.

Humahuaca debe su nombre a los omaguacas, antiguos pobladores. Invita a tomárselo con calma. La altura es mucha y la amplitud térmica también. Puede trepar unos cuantos grados arriba de los 30 y descender bastante más allá de los 0 grados. Lo imperdible allí es extraviarse en sus calles y comer sabroso. Imbuirse del paisaje del norte jujeño y disfrutar.

Cerca de la Quiaca y de la frontera con Bolivia, aparecen pueblos como Yavi. Encantadores, simples y majestuosos.

La Quiaca («piedra cortante», en lengua Aimara) es la ciudad fronteriza con Bolivia que fue habitada por los Incas. Se encuentra prácticamente integrada a su localidad hermana de ese país, Villazón, sólo separada por un puente internacional: el Horacio Guzmán.

Su joya más cercana es Yavi, con un pueblo de adobe conservado de modo impecable y su mágica iglesia, Capilla de San Francisco. Su majestuosidad es sorprendente. Cuenta con tres retablos con pan de oro, tallas de madera y pinturas flamencas. En las naves se distinguen obras de Mateo Pizarro realizadas en el siglo XVIII. El sagrario está recubierto en su interior por espejos venecianos y alabastro, lo que produce un efecto óptico deslumbrante.

Clásicos compañeros de ruta en Jujuy: vicuñas que se disponen cómodamente a posar para la lente, como extras naturales del paisaje.

Susques, a 3.620 metros de altura, es la localidad más alta de Argentina a la que se llega por ruta pavimentada. Su iglesia de Nuestra Señora de Belén data del siglo XVI. Esta localidad es un paso previo para llegar, cruzando un trocito de la provincia de Salta, al manto blanco del norte argentino: las Salinas Grandes. Más de 200 kilómetros cuadrados que, se supone, tuvieron origen hace entre 5 y 10 millones de años. Se llega en auto o con excursiones. Una vez allí, el acceso y circulación son libres. Si el tiempo acompaña, es una excelente oportunidad para un picnic.

«Invierno Mágico» en Jujuy

Delicias jujeñas: la gastronomía es una apuesta fuerte y deliciosa que tiene la provincia para ofrecer a los visitantes.

Jujuy presentó recientemente en Buenos Aires su campaña «Invierno Mágico», con músicos jujeños, degustaciones y todas las propuestas que ofrece la provincia para las próximas vacaciones de invierno.

«Con los paisajes, la cultura, la gastronomía, la música y ahora los vinos buscamos reflejar fuertemente el concepto de la marca Jujuy Energía Viva, y demostrar que la provincia puede ser visitada en cualquier momento del año», puntualizó el ministro de Cultura y Turismo de la provincia, Federico Posadas.

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