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Jack el destripador y el chori

Por Dany Wilde.

El viejo mundo es el territorio, más exactamente en los suburbios londinenses. A escasos metros y a una centuria del preciso lugar donde Jack el destripador hacia caso omiso al “Ni una menos”. Zona de restaurantes, bares y pubs se destaca un celeste y blanco que hace vibrar a un sitio de comidas. En el interior, sólo argentinos atendiendo, sólo anglos consumiendo.

En la clásica heladera marrón se halla carne vacuna de elite, algo de cerdo y nada de pollo. Entre tanto ácido úrico se destaca una ristra de chorizos enfrentados a roscas tan negras como el día londinense.

-Pensar que partimos al exilio, comienza la charla un chori con oscura morcilla.

-Y si, contesta. Yo esperaba un final a toda orquesta, bien argentino en asado popular aunque un country de Pilar no me hubiera venido mal. Pero la economía liberal dijo que mi final estará en bocas inglesas, enemigas, sosas, que no entienden nada. En fin, es lo que hay.

-¿A mí me la vas a contar? Ya parezco Mordisquito, responde el chori que no es Domínguez ni un ladri.

-Todos mis antepasados tuvieron un final merecido. Padre, abuelos, tíos abuelos, madre todos concluyeron en grades asados peronistas. La mayoría en la plaza, algún tío en una parrilla de fin de semana, pero el grueso familiar en la plaza.

-¿Qué plaza? No seas negra, querés.

-Todo acontecimiento político giró en torno de la Plaza de Mayo. Allí derrotamos a los ingleses en las invasiones, olor a muerte entre argentinos durante todo ese siglo, más reciente el 17 de octubre glorioso, todos los festejos con el general primero, Néstor y Cristina más tarde, en fin siempre estuvimos presente entre el hierro caliente y el cielo, humo de por medio. Fuimos testigos sabrosos de la historia. Y yo acá, a una cuadra del lugar donde Jack hizo del femicidio su forma de vida.

-Te escucho y te entiendo chori, pero tenés que entender somos simples embutidos. Vos con más historia que yo, pero embutidos al fin que otorgan felicidad momentánea y punto.

-Cierto, pero vos sabes que tenemos el toque folclórico, político que no se presenta en un jamón, en un chinchulín, somos otra cosa. A pesar que el genio que atiende el boliche acá te dice que hoy todas las corrientes políticas hacen uso indiscriminado de nosotros.

-En eso tiene razón.

-Que va a tener, que va tener.

-El chori tendrá un sabor igualitario, inclusivo, gustoso, sabroso y democrático pero su alma, su piola, su olorcito es auténticamente peronista. Y no hablemos más que viene el mozo para acostarnos en estos panes europeos.

Mientras dos ingleses daban cuenta de los embutidos protagonistas de la historia, en un rincón se presentó el fantasma de Jack que observando el asfalto saboreaba un auténtico choripán.

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