Argentina está siendo avasallada por un enemigo interno que traiciona valores, ideas y convicciones propias de nuestro territorio. La patria está siendo entregada a la OTAN por directrices de un subnormal que ocupa el sillón de Rivadavia con la complicidad de los medios y el sistema político y judicial. Nadie es inocente.
Para que la política ejecute a la patria hace falta el accionar de los mencionados con la mentira como arma letal. La grieta basada en la desinformación y en noticias falsas triunfa sobre el mundo del trabajo y esperanza que mantiene la población.
Esta guerra cognitiva contiene una guerra ideológica. Esta batalla busca erosionar la confianza sobre la que ha sido construida la sociedad, y que la desinformación se aprovecha de las vulnerabilidades cognitivas de sus objetivos, especialmente de las ansiedades o creencias que predisponen a sus objetivos a considerar como verdadera toda clase de información falsa.
Aram Aharonian cuenta, en su libro “El asesinato de la democracia”, es preciso intervenir en el subconsciente de los individuos, ya que así el ataque adquiere verosimilitud.”
La guerra ideológica es OTAN versus China y aliados. La guerra armamentística los iguala, la cognitiva tiene un claro ganador es la OTAN. Su maquinaria periodística, cultura y de redes está mejor aceitada que su enemigo. Por esa razón todavía existen ingenuos que creen en la terminología de paz y libertad o el mundo libre.
La guerra fría culminó, pero los resabios quedan. Todavía para Occidente cae mejor una fisonomía angla que la seriedad rusa o el mutismo chino. Hay que sumarle la tecnología cibernética que tiene en la inteligencia artificial su máxima expresión. Hace 20 años que esta herramienta es utilizada por los rusos para su defensa nacional pero el americano la aplica en la cabeza de sus gobernados y ahí radica la diferencia.
Podríamos estar hablando de tecnología sobre el humano horas y quizás usted se aburriría, para hacerla fácil de comprender se puede explicar racionalmente la adhesión argentina a un líder que opera como verdugo de la población. Usted puede comprender a ese jubilado que ganaba 450 dólares en el 2014, haya votado a Macri y hoy a Milei. Puede entender a ese ciudadano que entraba sin miedo a un almacén, hoy no entra, pero banca al desquiciado. No se comprende. La respuesta la encuentra en la guerra cognitiva, en el lavado de cerebro, ¿no le parece?