Éramos tan pobres
Por Gabriel Princip.
El Papa Francisco declaró nuevamente que la tercera guerra mundial comenzó. Formalmente las potencias ubican sus fichas en el tablero del poder, pero el primer tiro no se disparó. Corea del Norte rodea a su Corea sureña. Avisa a Japón con misiles que bordean las costas niponas. China y Rusia ya han pactado amor eterno. El sol naciente rodea a Taiwán. Medio Oriente sigue su guerra eterna. Ucrania continúa entregando hombres a la muerte en su conflicto con Putin. Israel sigue el genocidio en Gaza y Argentina que siempre fue neutral hoy es cadete de la OTAN.
Argentina no es neutral. Para que esto ocurriese tuvo que intervenir en la historia un presidente que habla con un perro muerto y para que este buen hombre sea titular del ejecutivo una parte importante de la sociedad, con más odio que conocimiento, brindó su votó, lo posicionó y se disparó un tiro en cada rodilla criolla.
Para que el subnormal sea presidente no hace falta ser muy inteligente para saber que el público que lo votó es parecido. Sabemos que inteligente no es quien optó por el padre de Conan, lo que desconocemos es si fue captado por las redes, los medios hegemónicos y esa guerra desatada en las cabezas de los argentinos.
El arte de la guerra sicológica es tan antigua como la misma guerra. Ya en el manual de Sun Tzu se recomienda amedrentar a tal grado al adversario a través de “fuegos, explosiones y rumores”, que sea posible obtener el triunfo “sin disparar un solo tiro”.
La guerra cognitiva, que ya comenzó a implementar la OTAN resultó un gran desafió porque altera la comprensión y la reacción, de manera gradual y sutil, ante ciertos acontecimientos. Aram Aharonian escribió que “esta idea es nociva a largo plazo. Afecta a individuos, estados y organizaciones multinacionales, nutriéndose en la mayoría de los casos de las técnicas de desinformación y propaganda que buscan agotar sicológicamente a los receptores de la información.
De esta forma, no es tan difícil atrapar al humano con menor capacidad intelectual. Para muestra un botón: una importante cantidad de pobres optaron por Milei, este los perjudica día a día, sin embargo, los mismos perjudicados le siguen dando su apoyo. Creer o reventar.
En su obra, “La metaconciencia como campo de batalla”, Illán Semo escribió: “durante la primera guerra mundial las industrias de las fake news militares derivaron en instituciones de estado: las oficinas y los ministerios de información y propaganda. La desinformación deliberada se convirtió en política de estado, Artur Conan Doyle, Chesterton, Hardy, Kiplyn y Wells, en suma, la literatura inglesa de principios de siglo XX, se encargaron de fracturar la unidad del imperio austro- húngaro, diseminando conjuras y conspiraciones ficticias de Viena
contra eslovenos y croatas”.
La importancia de la desinformación en el arte de la guerra lo vislumbramos día a día. Sabemos que Ucrania está cayendo derrotada, sin embargo, los medios hegemónicos no lo comunican. Nuestro país también fue víctima de la mentira y esta asociada al odio. Así se pudo penetrar las mentes de los votantes. Sembraron el odio en aquellos que no lo habían sometido para votar a un mentiroso que da cuenta de ellos diariamente. Milei cometió estafa electoral y nadie dice nada. Entrega al país y sus fans, los más perjudicados, celebran cada acción de un
hombre con facultades alteradas y delegadas. Alguien que ya vivió, mató y murió, ha reencarnado. Fue canciller y líder del pueblo de la cerveza y el chucrut.
Hoy se viste de rockstar y viaja por el planeta diseminando el odio ante el aplauso de sus fanáticos. ¿Mientras tanto los trabajadores sufren las consecuencias de la estupidez que habita cada cabeza libertaria, no le
parece?