*Por Pierre Porcelana
La reforma es aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo, según describe la Real Academia Española.
Basándonos en la definición de ente superior de la legua castellana no podemos llamar reformas a lo que propone el Gobierno de manera intensa en el último tiempo.
Las supuestas “reformas”, lease como la tributaria, previsional, y laboral engloban el mismo ajuste repartido en tres patas.
La primera en tratarse y obtener media sanción en el Senado, con su vieja composición, y la otra media sanción en Diputados, con su nueva composición, fue la reforma previsional.
Entre otros artículos establecía la modificatoria en el cálculo de haberes, una nueva suma tan miserable que el Gobierno tuvo que ofrecer un bono para compensar lo que se pierde. Pero querido jubilado, ese bono será por única vez. Los jubilados van a perder plata.
¿Eso es porque el ANSES va a tener menos plata? Para nada, de hecho, otro artículo dice que será optativo poder jubilarse a los 70 años. Querido trabajador activo, vos también perdiste.
Entonces, ¿Qué va a pasar con lo que recaude el ANSES y ya no vaya para jubilaciones, pensiones y asignaciones? Aquí está el quid de la cuestión, será usado para financiar de manera encubierta el famoso “fondo del conurbano”.
Encubierto porque durante años el reparto fue desigual, y a sabiendas de ello, María Eugenia Vidal pidió una cifra de dinero que hacía décadas un Gobernador Bonaerense no recibía.
Mauricio Macri lo creyó justo, o necesario (tache la que no corresponde), y pidió recortar lo que otorgaba nación a otras provincias.
Los Gobernadores se quejaron de ello, y se acordó que a ellos no le tocarían un peso sino a los jubilados de esta tierra.
Por eso, el interés de los mandatarios provinciales y las reuniones con el Gabinete nacional a principios de la semana cuando se trató la reforma.
A cambió, el oficialismo propuso una reforma tributaria que mejora las arcas gubernamentales. Casi todos aceptaron ello, para ser exacto sólo Rodriguez Saá se manifestó en contra.
La reforma fiscal y tributaria obtuvo ya media sanción en Diputados.
No se llegó a todo eso sin pasar por jornadas álgidas de debate en la esfera política, y en la social donde el pueblo se manifestó. Movilizaciones muy numerosas y pacíficas fueron las que reinaron en las manifestaciones, pero el vasco Jauretche tenía razón cuando dijo “las disputas de la izquierda argentina son como los perros de los mataderos: se pelean por las achuras, mientras el abastecedor se lleva la vaca”.
Porque tras el robo monumental al pueblo, los medios sólo enfocaron la bestialidad de la represión de las fuerzas de seguridad actuando como en una cacería a las incitaciones de infiltrados que llevaban las banderas del Partido Obrero y del Movimiento de Trabajadores Socialistas.
“El Peronismo anhela la unidad nacional y no la lucha. Desea héroes pero no mártires”. dice una de las veinte verdades peronistas en contraposición a lo que se empeñan en machacar los medios dominantes, y repetir los paisanos que gozan de una gran ignorancia.
Ligado a esto esa noche sonó en todo el país el ruido de cacerolas, sin consignas como el “que se vayan todos” sino “con los jubilados no”.
Al principio referencie a la RAE para evitar hablar de reforma, porque más bien se emplea estas medidas como ajustes.
¿Hasta cuando dura el ajuste? Hasta lo que aguante el ajustado.
Esto ya no es la grieta, ya no son los infiltrados, son los cacerolazos. Es decir, entre quienes hacían golpear los elementos de cocina se encontraban muchísimos de los votantes del Gobierno.
O sea, encontramos a los ajustados.
Aunque suene duro, el Gobierno puede promover leyes para inflar las tarifas al tope, puede darle el OK a las empresas para que despidan a la mayor cantidad de gente posible, promocionar acuerdos con multinacionales de comida rápida para negrear trabajadores, porque saben que esos ajustados no gravitan en la elección.
Me animo a decir que tampoco les da pudor ajustar en las jubilaciones, y que mucha gente salió a la calle más que por los abuelos, por el hastío al Gobierno. Es decir “yo te voté, te banqué en todas contra los kukas pero me cansaste”.
Ese acuse de recibo de los ajustados es el que le puede doler al seno del oficialismo. Para ser práctico, no fue la baja en las jubilaciones propuesta por Patricia Bullrich en el 2001 lo que hizo tambalear a De la Rúa, pero si que los ahorristas no puedan tocar los billetes.
A eso me refiero con que encontramos los ajustados.
Es bien facil, hace semanas fue noticia “la cheta de nordelta”. Una mujer que hablaba despectivamente acerca de que sus vecinos se ponían a tomar mate mientras sostenían a su perro al lado de la pileta del complejo de departamentos en el que vive. De todos los medios, por redes sociales, no hubo quién no hablara de esta señora y la crítica.
Pero no se si la criticarían así, si en vez de tomar mate con el perro al lado de la pileta, se trataba de un grupo de pibes escuchando cumbia y tomando una gaseosa. Seguramente no hubiese tenido el mismo impacto, porque entonces no molestó que la mujer sea despectiva sino que lo sea con alguien “como uno”.
Cómo ese ejemplo, pero en la política, es el ajustado que asusta.
Ya lo encontramos, ahora sólo resta saber cómo reaccionan a la nube de humo que forman los créditos UVA, o al incipiente suba en el dólar en comparación a las LEBACS.
Por nuestra parte, aunque cantemos la letra de Discépolo y sepamos que la lucha es cruel y es mucha, también sabemos que luchamos y desangramos por la fe que nos empecina. En definitiva, cierro con las palabras de Jauretche: “el arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”.