En el gueto
Por Dany Wilde.
La guerra en Medio Oriente forma el foco de atención mediática en estos días. La posibilidad de una extensión regional en el conflicto o la excusa para la formalización de la tercera guerra mundial mantiene en vilo a la población mundial.
La diferencia logística entre Israel y Palestina es enorme. Además, la desconexión entre la Franja y Cisjordania baja toda probabilidad de un triunfo filisteo. Pocos son los que saben que existen muros que cercan ambas ciudades. Las partes del muro que rodean algunas ciudades con sus paredes de hormigón de ocho metros de altura han convertido al pueblo palestino en guetos.
Por definición quienes viven en un gueto pertenecen a un grupo étnico, racial o religioso, y el control de entrada y salida lo ejerce una fuerza político-militar superior de otro grupo que los ha confinado al lugar.
Pedro Brieger escribió en “El conflicto palestino- israelí” que durante siglos la palabra gueto estuvo asociada a la reclusión de judíos en barrios cerrados en diferentes lugares de Europa, siendo el más conocido el de Varsovia, construido por los ocupantes nazis en Polonia. Además, cuenta el periodista que “hoy los israelíes son los que han recluido a miles de palestinos en guetos. La ciudad milenaria de Belén es una de ellas. Durante siglos los comerciantes salían de Jerusalén por un camino, atravesaban Belén y seguían su ruta hacia Hebrón. Hasta hace unos años cualquiera podía parar en esa ruta para comer en algún bar. Hoy no se puede. El camino está cortado por un muro de ocho metros en la entrada de la ciudad”.
Los guetos judiós en tiempos nazis desaparecieron, el muro de Berlín cayó en el siglo pasado, sin embargo, en el Estado de Israel existen guetos, muros y maldad en su más pura expresión.
Mientras los amos del mundo siguen haciendo negocios, la gente es masacrada día a día. A nosotros solo nos queda, al menos, no ser funcional a los políticos que acuerdan con el poder económico y que se victimizan por la rebeldía palestina, ¿no le parece?.