Por Gabriel Princip
El lunes 6 marcha docente. 20 mil guardapolvos coparon el ejido porteño. Martes 7 de marzo, la CGT convocó, 200 mil empleados mal pagos y desocupados escucharon a un triunviro sin poder, sin alma, sin convicciones pero con acuerdos espureos. Miércoles 8, mujeres, mujeres y más mujeres poblaron el centro porteño, día de la mujer aprovechado para exponer el reclamo general a un gobierno con diálogo entre ellos y sordo ante las mayorías. Al otro día paro de maestros. La semana terminó con una movilización camionera. Y así todos los días.
El pueblo en las calles mostrando su enojo, su bronca, su fastidio por un gobierno dialoguista, cipayo y entregador. Un prescindente con récord de causas penales, primer ejecutivo con dos procesos al asumir, con una deuda fabricada que es el doble a la del proceso, sin sensibilidad pero con egoísmo sumo y sólo generoso con la oligarquía. Las mayorías no figuran en su agenda ni en su pensamiento.
Las movilizaciones seguirán. Lo que quede de la clase media seguirá protestando contra esos negros que copan las calles, contra esos marginales que no trabajan, que cobran planes y que molestan a los pocos profesionales con empleo.
El pueblo seguirá movilizado a pesar de una CGT traidora, la gente seguirá reclamando a pesar de un congreso que representa a las corporaciones, cada argentino de bien copará las calles contra viento, marea y un poder judicial sólo capaz de encarcelar a Milagro Sala. El griterío en las calles, el sonido de los bombos, el choripán y el colorido de los que menos tienen seguirá presente en el ejido porteño plantándose a los medios dominantes sólo capaces de hablar de López, Báez y Antonia.
El gobierno seguirá en su ardua tarea de empobrecer a los que lo votaron y aquellos que no lo votamos. Todos los días alguna ventaja para la oligarquía habrá, alguna injusticia para el pueblo todo, también. Pero como dice la canción: “Todo tiene un final, todo termina, inútil entender no es eterna la vida”. Tampoco es eterno el gobierno derechista y aquellos días felices volverán de la mano del peronismo. Por ahora, el gobierno lo integran cínicos, miserables y mentirosos que ante cada atropello cometido piden perdón, dialogan y hablan de López y Báez como responsables de la miseria nacional.
Los tiempos se acortan, Macri cada vez tiene menos espacio político y más canas. El clan no da a vasto, su exposición tampoco y con ello la grieta aumenta día a día. Ya está el tiempo de terminar con la pesada herencia, empezar a gobernar y mejorar la gestión sino difícil que termine el mandato. Porque ellos son los culpables de la miseria actual y nosotros las víctimas de un sistema manejado por una minoría que sólo odia y discrimina.