Opinión

El tuit de Milei

Por Dany Wilde.

Es de conocimiento público que el presidente enciende su celular y hasta que no lo gasta no duerme. Se sabe que de madrugada, en la más absoluta intimidad, desparrama tuits por doquier y se auto ensalza con aquellos que lo favorecen aunque a veces sean inventados. Peor es su tránsito por la vida cuando envía frases por la red x.

Según su saber y entender la Consultora Gallup, de origen estadounidense, realizó una encuesta en el país del norte y la mayoría de los habitantes lo quieren como presidente en lugar de Trump o Biden. El padre de Conan se emocionó, pero todos presentíamos que era un fake news y así fue.

En ningún momento el futuro ex presidente pensó cómo es posible que un yanqui elija a un argentino para que maneje su país. Tampoco analizó la noticia que le llegó donde rezaba que los salarios ya le ganaban a la inflación.

Todo es muy simple en el mundo Milei, aquello que suena a crítica es enemigo y cualquier mentira o hipócrita que alaba es candidato a un monumento. Cosas de alguien que no se hace pasar por loco, lo es y el poder aumenta su alejamiento de la realidad.

Si revisamos la historia el caso del presidente no es el único. Cualquier dictador conocido operaba de la misma manera. Eduardo Galeano cuenta en su libro “Cazador de historias” el siguiente relato: “Nicolas Ceaucescu ejerció la dictadura de Rumania durante más de 20 años. No tuvo oposición, porque la población estaba ocupada en las cárceles y los cementerios, pero todos tenían derecho a aplaudir sin límites los faraónicos monumentos que él alzaba, en homenaje a si mismo, con mano de obra gratuita.

El derecho al aplauso fue también ejercido por prestigiosos políticos como Richard Nixon y Ronald Reagan, que eran sus íntimos, y por el FMI y el Banco Mundial, que derramaron dinerales y elogios sobre esta dictadura comunista que sin chistar obedecía sus órdenes.

Para celebrar su poder absoluto, el rumano se hizo hacer un cetro de marfil, y se otorgó a si mismo el título de Conductor del pueblo.

Según era su costumbre, nadie se opuso. Pero muy poco tiempo después, cuando se desató el huracán de la furia popular, el fusilamiento del dictador fue una ceremonia de exorcismo colectivo.

Entonces, mágicamente, el bueno entre los buenos, el preferido de los poderosos del mundo, pasó a ser el malo de la película.

No fue el único caso en la historia. Pero para que recordar el pasado teniendo el presente a mano. Hace una semana un ciudadano enojado quiso golpear al diputado Marra, la ministra Petovello sufrió una visita para intimidarla, muy probablemente de algún antiguo amigo, el diputado Massot tuvo que huir cuando un grupo de jubilados percibió su figura y después de votada la ley de bases y la entrega total del país las situaciones incómodas para la clase dirigente se repetirán. Milei no estará exento. No le parece?.

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