Por Simon Radowistky
La reforma laboral y sus consecuencias más las reformas previsional y tributaria nos trasladan en el túnel del tiempo a la década del 30, esa que tomó el rótulo de infame. Claro que el argentino que promedia los 25 abriles y no estudió historia no sabe de lo que le están hablando. El pre peronismo será antes de Perón y Perón según la idea juvenil era un milico, o un nazi o un populista, en fin una síntesis de adjetivos funcionales a la oligarquía.
Pero la idea no es explicar a Perón, para eso gobernaron los K, para que no haya que explicarlo. Pero si uno debe detallar en función de los escritores emblemáticos como era la década del 30´.
Época de conservas que vivían en grandes casas con enormes escaleras blancas y teléfonos al tono. Años de una cultura vacía hacia arriba y subterránea y con contenido para las clases populares. Tiempos donde el mejor editorial era un tango, donde el trabajador no tenía derechos y debía abonar al patrón el día que faltaba. Época de injusticia y corrupción política donde el único acusado era Yrigoyen mientras que los autores del saqueo eran grandes y serias personalidades. Años donde la patria sublevada comenzaba la previa en la figura de Jauretche, Scalabrini, Manzi y Perón, que delantera.
Roberto Arlt decía : “Ya no se sabe si conviene hacer una revolución o instalar una cadena de prostíbulos”. La angustia casi se podía tocar en las calles, frase que merece una actualización.
Discepolín no cesaba de escribir. En Yira, yira se escuchaba “ cuando no tengas ni fe, ni yerba de ayer secándose al sol, cuando rajés los tamangos, buscando ese mango, que te haga morfar”.
Eran años donde cuando un chico llevaba un sobretodo arriba del delantal era porque había fallecido el abuelo.
En esos tiempos, afirma Norberto Galasso “ armé un gráfico de suicidios porque los datos eran impresionantes. Eran 4 tentativas de suicidio por día en la Capital Federal, de las cuales 2 eran no consumadas. Recordarán que en la época de Menem se comenzó a producir una cantidad de suicidios de jubilados muy reiterada, que después no se informó mas”. Para actualizar a Galasso digamos que en la era Menem hubo también 33 muertes sin explicación. Y desde el 2015 en adelante aumentó la tasa de suicidios y solamente en la provincia de Buenos Aires aumentó un 25 por ciento los secuestros.
Pero sin alejarnos de la década infame recurramos nuevamente a Enrique Santos Discépolo que en 1934 escribe su obra cumbre, Cambalache. Tango que siempre el militante de la clase media lo utiliza para denostar a los gobiernos populares pero era una radiografía de esos tiempos. Donde la gente seria saqueaba la república para el bien de Inglaterra y para el malestar de la patria.
Observando a Discepolín en la pluma de Galasso, empieza a hacer un testimonio sobre la verdadera naturaleza del gobierno de Alvear, que aparentaba como un gobierno amable y sonriente, pero había una organización como la Flor Vidal que tiene dos mil prostíbulos en Capital Federal. Buenos Aires en 1929 es uno de los centros mundiales más importantes de la trata de blancas. Por supuesto que esto se ocultaba.
En pleno siglo 21 la trata de blancas sigue su curso, hoy con la ayuda de cierta justicia y de los medios publicando avisos para la difusión del trabajo más antiguo de la humanidad. Eso era el preperonismo. Miseria, suicidios, hambre, una hipócrita decencia y más mentirosa honestidad donde se aceptaba la golpiza del hombre hacia la mujer y el maltrato al niño. Lo contrario a los diez mandamientos era aceptado mientras no tuviera difusión. El ser colonia de los británicos era un orgullo, y todo era normal hasta que aparecieron en escena Perón, Evita, Forja y demás patriotas que sublevaron la patria para que las mayorías dejen de percibir un mendrugo por su trabajo continuo.
La tristeza acabó en el 46´cuando la infamia pasó a retiro y entró a jugar la justicia social. Hoy los descendientes de esa década son felices, esos días de gloria donde la gente preguntaba ¿dónde hay un mango viejo Gómez? donde escuchaba con angustia tangos como Pan han vuelto para quedarse. La oligarquía se encuentra en pleno disfrute proclamando a viva voz que los únicos días felices fueron, son y serán macristas.