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El país de los vivos

Lo único seguro cuando nacemos, es que vamos a morir. Quizás por eso el hombre ha realizado un permanente culto a los antepasados.

La Argentina no escapa a esta costumbre, pero acentúa su necrofilia a un nivel increíble.

Se conmemora la muerte de San Martin, la de Belgrano o de cualquiera de los que la historia fija como referente. En muy pocas ocasiones conmemoramos el natalicio.

Nosotros mismos hablamos del 1º de julio de 1974 como “el paso a la inmortalidad de Perón”, y casi olvidamos la fecha del 8 de octubre, aniversario de su natalicio.

Es decir, conmemoramos el final de las personas más que el principio.

En esa misma idea los hechos que ya no tienen retorno porque pertenecen al pasado, se llevan a un estado sublime.

Es decir, pretendemos el uso de los modos y los tiempos de verbo que corresponden al pasado, como indicativo del futuro.

Detenernos en si los desaparecidos fueron 8000 o 30000 es tan absurdo como no entender que un solo desaparecido es suficiente para un crimen de Estado. Y tener memoria no significa memoria selectiva, sino completa de hechos históricos.

Este 24 de marzo casi no hubo referencia a lo que se volteó, que era un gobierno constitucional, elegido por el voto popular, que, al igual que el actual presidente, ni Isabel Perón pertenecía a la dictadura ni Macri es dictador.

Lo que no convalida los errores que pudieran haber tenido tanto la señora como el actual mandatario.

El querer juntar todo como si fuera la misma cosa tiene una larga y vieja historia en el país.

En la campaña electoral de 1946 Miguel Angel Zavala Ortiz, Eduardo Sanmartino y Silvano Santander, tres dirigentes radicales del Unionismo, operando en sintonía con la embajada inglesa, quisieron instalar en la Argentina que Perón era nazi fascista. A esa idea suscribieron el partido socialista, el partido comunista, el partido demócrata, los conservadores, los liberales y hasta sectores del anarquismo. Eran los representantes de los aliados que recibían órdenes de afuera.

Pocos saben que el creador del diario Clarín, Julio Noble, socialista, fue funcionario de un gobernador conservador en Buenos Aires, y concurrió a una reunión pro nazi en el Luna Park.

El triunfo de Perón pateó el tablero.

Por eso no es de extrañar que en el 55 apoyaron el golpe británico que derrocó a Perón.

En 1973, con el regreso del peronismo al gobierno, la disputa entre la Unión Soviética y Estados Unidos fragmentó parte de aquel conglomerado de la Unión Democrática.

Mientras que la proscripción del peronismo, el decreto 4161, la derogación de la Constitución de 1949, los dirigentes sindicales políticos presos, el secuestro del cadáver de Evita, el bombardeo a la Plaza de Mayo, la metralla a la CGT, al Departamento Central de Policía, una bomba en Pueyrredón y Las Heras lanzada desde el aire, porque supuestamente podía vivir en esa zona una amante de Perón, la claudicación internacional, fueron desarrollando la Resistencia Peronista.

El primer hecho militar fue la toma de la comisaría de Frías en Santiago del Estero por el grupo Uturunco, sin disparar un tiro.

En 1958 con la presidencia de Frondizi, los jóvenes protagonizamos una lucha por la enseñanza laica o libre en todo el país. De ahí surgieron los primeros cuadros dirigenciales que coincidían con el desarrollo del Movimiento Nacionalista Tacuara, la Guardia Restauradora Nacionalista, el Frente Revolucionario Nacionalista, que peleaban en las calles y en las escuelas con integrantes de la Federación Juvenil Comunista, los socialistas o anarquistas.

Muchos dirigentes de todos estos sectores serían luego dirigentes de la guerrilla.

Entre ellos estaba Juan Arnold Kremer Balugano, que había nacido en la provincia de Buenos Aires, en Zarate en 1941, y que había empezado a militar con el hermano del entonces presidente, Silvio Frondizi.

En 1967 participa del Quinto Congreso del PRT donde se funda el ERP. Kremer utilizó el nombre de guerra Luis Mattini y a partir de 1973 se incorpora a la Dirección Nacional hasta que con la muerte de Santucho asume la Secretaria General.

En 1977 Mattini o Kremer parte al exilio y vive en Suecia hasta 1981.

En 1977 regresa a la Argentina y se transforma en el liquidador del ERP.

En 1980 da por terminada la organización y en 1988 lo refleja en un libro llamado Hombres y Mujeres del PRT-ERP de Editorial Contrapunto, que no tiene pie de imprenta pero sabemos que se hizo en Talleres Negri de la calle Chacabuco.

Por ese entonces estaba fresco lo de La Tablada y desacredita a Gorriarán Merlo, diciendo que ningún sobreviviente tiene derecho a usar la representación de lo que ya no existía.

El Ejército Revolucionario del Pueblo, pese al voto mayoritario de los argentinos que superando el 62% de la voluntad popular votó por la fórmula Perón-Perón, se levantó en armas contra el gobierno constitucional de Isabel.

Ayer mismo en el programa Intratables Eduardo Anguita que al igual que Firmenich estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires, confesó su arrepentimiento de haber tomado las armas como miembro activo del ERP.

Anguita participó de la toma del Comando de Sanidad del Ejército, donde asesinaron al coronel Raúl Juan Duarte Ardoy, por lo cual estuvo preso once años en Devoto, Rawson y la Unidad Penitenciaria 9 de La Plata.

Fue amnistiado por Alfonsín y salió de la cárcel.

Actualmente se desempeña como panelista en ese programa después de haberse recibido en la UBA como Licenciado en Comunicación.

Es decir, el ERP siempre estuvo en contra del voto del pueblo, y en pleno gobierno de Perón y de Isabel se levantó en armas. El objetivo: crear un estado independiente en Tucumán.

Distinto es el caso de Montoneros, que fue cambiando el apoyo por el enfrentamiento. Cuando no lograron que Cámpora fuera el candidato a vice de Perón conspiraron creyendo que “cuando peor, mejor”.

En ese clima, usando al brigadier Capellini, los militares prueban a Isabel. Y a la reacción del pueblo.

Capellini se subleva en Aeroparque y el gobierno comete un grave error. Acepta la salida del brigadier Fautario que de los tres comandantes, Videla y Massera, era el único que se oponía al golpe. El gobierno cometía errores, como todos los gobiernos constitucionales, pero faltaban ocho meses para las elecciones y se había pensado en adelantar la fecha, es decir, estábamos a seis meses de votar.

Claro que nadie recuerda cuando el 13 de enero la presidenta expulsó al embajador británico y le pidió a Manuel de Anchorena, embajador argentino en Londres, que regresara a Buenos Aires. Esto iba a precipitar el golpe.

Ya nadie se acuerda que la presidenta nacionalizó las bocas de combustible y que todas las bocas de expendio eran de la YPF estatal. La Shell y la Esso nunca lo perdonaron. Hoy tienen a Aranguren en el Ministerio de Energía.

Pasa desapercibido por la historia que para reafirmar nuestros derechos en la Antártida e Islas del Atlántico Sur Isabel hizo una reunión de gabinete en la Antártida.

Tampoco se habla que Perón repatrió la totalidad de la deuda externa en 1946 y que el golpe británico del 55 nos hizo socios del Fondo Monetario Internacional de la mano de Raúl Prebisch, el mismo que después fue asesor de Alfonsín. Y que el 24 de marzo la deuda de 11.000 millones de dólares que había creado Aramburu, Frondizi, Guido, Illia, Onganía, Levingston y Lanusse, se había empezado a bajar a 8.000 millones.

En el país de los vivos, donde hacemos culto a los muertos, estamos negando el futuro a los que hoy tienen menos de 40 años, que no son culpables de nuestras tragedias, pero son los que van a pagar las consecuencias.

Hoy el país entre la deuda externa y la pública, ronda los 400.000 millones de dólares.

Es bueno tener memoria, pero es más importante contar la historia. Cuando voltearon a Isabel, la pobreza era del 4.50%. Hoy, es del 33%.

Los que en las marchas pretendieron darle un contenido político deberían entender que los derechos humanos nos pertenecen a todos y que Vidal no es asesina aunque lo haya dicho Bonafini. Tergiversando solo lograrán la consecuencia inversa, que la democracia fraudulenta siga endeudando al país y vengan por el territorio.

No es identificando los huesos de los caídos en Malvinas. Los que allí murieron para que la Patria viva sabemos quiénes fueron. Tienen nombre, apellido y son héroes nacionales. Y no es entrando con pasaporte al territorio argentino que se construye un futuro mejor.

En el 76 como en el 55 fueron contra el pueblo. Que se hagan cargo los que ahora protestan por la dictadura, pero fueron cómplices, como los radicales que pusieron intendentes y funcionarios, o como los socialistas o comunistas que acompañaron en cargos al gobierno de Videla o al de Viola.

El golpe fue contra un gobierno constitucional peronista y las patotas fueron los hijos de los comandos civiles. Los desaparecidos, los hijos de los fusilados. Nada cambió. Solo Estela de Carlotto que, cuando cayó Perón brindó con champan y después sufrió el dolor por su hija.

Nada cambió. Como en la familia Alsogaray donde a Julio, el hermano de Alvaro, siendo jefe del Ejército, le entregaron el cadáver de su hijo guerrillero.

Nada cambió. El presidente está en Holanda, dueña de la Shell con Inglaterra.

Todo es igual. Pero no se puede confundir a la sociedad con sectores que no creen en el estado de derecho y dicen que Macri es la dictadura.

Sin pensar los que esos gritan, que Franco Macri le abrió las puertas a Cristina para sus negocios con China y que terminamos con una base militar en Neuquén.

El grito de “Vamos a volver” reemplazó a nuestro grito de “volveremos”, pero marquemos una diferencia: la juventud peronista nació de abajo para arriba y no de arriba para abajo.

El golpe no fue por los errores, fue por los aciertos,

Memoria, verdad y justicia, pero con historia.

Sepamos hacer un país para los vivos, que no tienen la culpa de nuestros errores.

MIGUEL ANGEL DE RENZIS.

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