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El edadismo es la nueva discriminación en el mercado del trabajo

Es lamentable observar la disparidad en la valoración del trabajo y la participación de los adultos. Mientras que en las naciones del primer mundo se valora y reconoce la experiencia y conocimientos que las personas de la denominada tercera edad pueden aportar al mercado laboral, en lugares como Argentina, tal es mi caso, son desechados y desvalorizados.
Esta situación refleja una profunda falta de reconocimiento hacia el potencial y el valor intrínseco de las personas mayores. La discriminación por motivos de edad, no solo afecta a los individuos, sino también a toda la sociedad al desperdiciar talento valioso.
El edadismo se manifiesta de diversas formas, desde la negativa a contratar a personas mayores hasta la limitación de oportunidades de ascenso o formación. Además, muchos trabajadores experimentan actitudes condescendientes o trato injusto debido a su edad.
Esta forma de discriminación no solo es injusta e inmoral, sino que también resulta perjudicial para las empresas y la sociedad en general. Se debe reflexionar sobre el papel fundamental que juegan las personas mayores en el desarrollo social, económico y cultural. Su experiencia, sabiduría y habilidades adquiridas a lo largo de los años representan un activo invaluable para cualquier comunidad. En países como Japón y China, las personas mayores son respetadas y valoradas por su sabiduría y experiencia.
Ya nada nos sorprende, porque en la Argentina, con un gobierno que predicó la justicia social, desgraciadamente a lo largo de dos décadas nos hemos acostumbrado a convivir con niveles muy altos de injusticia social. Nuestro país se convirtió en algo más que una fábrica de acumular pobres y vagos: la Argentina del vaciamiento y la impunidad.
La superación del edadismo requiere un compromiso colectivo tanto de la política, como del sector público y privado para reconocer, respetar y valorizar el valioso aporte de las personas mayores. Nuestro país necesita del trabajo de todos para volver a renacer de sus cenizas. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad donde todas las edades sean apreciadas por igual.

Francisco Manuel Silva
frsilva50@gmail.com

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