Opinión

El drama de los inundados: vivir con el agua al cuello

Por Francisco Manuel Silva

Se trata de una situación desgarradora que afecta a muchas regiones del país. Lluvias
torrenciales, voladura de techos, ríos desbordados, calles y barrios anegados, plantaciones y
cosechas perdidas, corrupción, ausencia del Estado y la falta de infraestructura adecuada
exponen a las personas a condiciones extremas.

El temporal de lluvia, fuertes vientos y granizo que desde la última semana viene azotando a
gran parte del territorio argentino, dejó como saldo la devastación causada por esos
fenómenos meteorológicos. Para aquellos que viven en las zonas afectadas, no sólo el agua
destruyó sus hogares, sino también todo aquello que arrastra la corriente. Alimañas,
enfermedades y peligro de electrocución, son algunos de los tantos factores que también
amenazan sus vidas.
En fin, el fenómeno de El Niño afectó amplias zonas del AMBA y del interior, además, golpeó
con violencia en los barrios y asentamientos ubicados en zonas inhabitables, convertidos en un
gran océano donde los damnificados no sólo reman, sino que también nadan, flotan, son
arrastrados por la corriente o succionados por un pozo ciego.
A pesar de los intentos por atenuarlas mediante improvisados muros de contención con bolsas
de arena o compuertas de madera, el agua no detiene su avance y se lleva todo a su paso:
tolderías, chaperío, ropa y enseres domésticos.
A través de los distintos canales de noticias fuimos testigos de la denuncia generalizada de los
damnificados por las obras de limpieza y saneamiento de alcantarillas, zanjas, desagües y
cloacas que se anuncian con bombos y platillos en épocas electorales y nunca llegan, o las que
empiezan y nunca las terminan. Pero el grito desesperado de los afectados que perdieron sus
bienes reclama la asistencia inmediata de parte de sus respectivos gobiernos provinciales y
municipales, los que según pudimos ver y escuchar en primera persona, brillaron por su
ausencia. Ante esta ausencia del Estado se destacó como siempre la colaboración entre los
vecinos.
La lluvia no cesa. Para esta semana se han pronosticado más lluvias y el drama se acrecienta. El
fuerte temporal dejó en evidencia, por enésima vez, a los gobernadores feudales, los
intendentes vitalicios y los barones del conurbano, acérrimos defensores de la vieja política
anclada en el pasado, resistiéndose al cambio y la modernización.
La corrupción, el clientelismo, la incansable fábrica de pobres y el pronunciado atraso
demostrado en muchos lugares (por no decir casi todos), tanto del AMBA cómo del interior,
donde las calles de tierra superan al asfalto y la falta de algo tan esencial como las cloacas, nos
recuerda una época pretérita y nos obliga a realizar una visión crítica de la realidad nacional.
¿Dónde está señor gobernador? ¿Dónde está señor/señora intendente? La corrupción mata,
pero la solidaridad del pueblo argentino es más fuerte.

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