Política

El debate encendió la campaña porteña

Los 17 candidatos y candidatas expusieron antes de las legislativas

Con momentos álgidos y durante tres horas, predominó la agenda nacional con mezcla de temas locales. «Kirchnerismo» fue el latiguillo más usado por macristas, libertarios y otras fuerzas.

No haría falta entrenar a ninguna inteligencia artificial para responder cuál es la palabra que más se pronunció en la noche del debate de candidatos a legisladores porteños, el martes en el canal de la Ciudad. Contra «el kirchnerismo», más que contra cuestiones como la inseguridad, la suciedad en las calles, los déficits en educación o en salud, o incluso contra preocupaciones urgentes del orden nacional, parecen venir a luchar muchos y muchas entre los 17 candidatos que aquí se presentaron. Cumpliendo con lo que, por ley y desde 2018, establece el Código Electoral porteño, esta fue la primera y única vez en que se pudo ver y escuchar a todas y todos los candidatos juntos, durante largas tres horas. «Medirlos» en algún pie de igualdad, evaluar cómo se presentan, qué reivindican y qué critican. Faltan 18 días para las elecciones y el debate, como acontecimiento político, parece haber dado inicio a una campaña que hasta el momento no terminaba de arrancar del todo.

Pautado en cada detalle –hasta la forma en que se presentan los candidatos en los  zócalos, con nombre o apodo, con o sin comillas–, y con cada turno, cada cruce y posición –hasta el lugar en la tarima– decidido por sorteo y fiscalizado por el Instituto de Gestión Electoral, el debate se extendió durante casi tres horas. Logró el objetivo de dar a conocer a varios de los candidatos en semejante espectro de opciones, al no haber PASO de por medio. Aunque lo estructurado y la cantidad de participantes ciñó el ritmo del debate, hubo momentos de cruces más picantes. Y fuera de cámara, puestas en escena para el ingreso frente a los móviles, y un reducido número de acompañantes que en los breves cortes dio aliento o arrimó observaciones a cada uno.

Uppercut

Silvia Lospennato fue la que probablemente tuvo la posición más incómoda, y la que menos pudo sortearla. Recibió golpes por todos lados –a diestra y siniestra, podría decirse–. Por las críticas al estado actual de la Ciudad (la basura en primer y más evidente lugar), por un lado. Y porque, como ella misma se encargó de resaltar con orgullo en su presentación, «vamos a seguir acompañando el rumbo económico de la República Argentina».

A su obsesión por los trapitos como problema acuciante de las y los porteños, la diputada del PRO sumó la insistencia en aclarar que Rodríguez Larreta «se fue del partido, lo abandonó; es una lástima, pero fue así». A su turno, el aludido se enfocó en pegarle exclusivamente a su exfuerza (matizando con algún «kirchnerista» cada tanto): «Quiero agradecer al oficialismo porteño porque están haciendo campaña con todos los logros de mi gestión, y no inauguraron una sola obra pública. Solamente una plaza en Santa Rita que fue un proyecto mío, y ni siquiera me invitaron a la inauguración», chicaneó. Guardó para el final una confesión de parte: «Quiero volver a ser jefe de Gobierno«.

Leandro Santoro le recordó a Lula Levy que «si no hubiese sido por Martín Lousteau, no se hubiese aprobado la Ley Bases, porque él acompañó esa ley». La candidata de Evolución mostró el más flojo desempeño en su primer debate, con malas pasadas jugadas por los nervios. Otra debutante, Eva Koutsovitis, optó por leer.

Se escucharon risas fuertes en el estudio cuando Mila Zurbriggen directamente le preguntó a Yamil Santoro por qué imitó toda la estética de otra lista, por qué fue «el que más copió en la campaña». Sin ningún empacho, el candidato copión le respondió que «esa fue una estrategia de marketing», y pasó a otro tema. Ramiro Marra y Yamil Santoro acusándose de «copiarse las propuestas» en relación a «los fisuras» fue otro momento gracioso de la noche.

Con el tono canchero de siempre, Manuel Adorni repitió lo que antes de venir había escrito en un tuit: que lo que habría que hacer con el Canal de la Ciudad en el que se hizo el debate –con impecable despliegue técnico– es cerrarlo. 

«Mas tarde o más temprano el kirchnerismo va a volver a gobernar el país. La solución es llevar el modelo de la motosierra a todos los rincones del país», evaluó el vcero presidencial. A su turno, Marra casi lastimosamente le pidió unir fuerzas «en la batalla contra los zurdos y contra el kirchnerismo».

Es curioso: el kirchnerismo nunca gobernó, ni fue mayoría en la Legislatura de la Ciudad, tampoco ninguno de los aquí presentes se reivindicó como kirchnerista (incluso Juan Manuel Abal Medina dijo que hizo cosas muy buenas siendo parte del gobierno de los Kirchner, pero al mismo tiempo los criticó fuertemente). Sin embargo, fue el gran cuco que atravesó el debate, de principio a fin.

El abandono y la crueldad

Leandro Santoro tomó el tema de la basura como un ejemplo paradigmático: «Limpiar la ciudad de Buenos Aires sale cuatro veces más caro que lo que sale en Madrid. Mucha gente no sabe que el servicio está dividido en siete zonas, seis de las cuales son privadas. La solución está en controlar a las empresas tercerizadas», planteó, mencionando también las concesiones de los comedores escolares, que han llegado a generar intoxicaciones masivas y siguen operando, y el servicio de acarreos con concesión vencida a dos empresas, que pudo ser erradicado.

Cuando Adorni le preguntó si «no le da verguenza ser kirchnerista», Santoro citó como respuesta el slogan «Adorni es Milei»: «Santoro es Santoro, yo no me escondo atrás de nadie. Vine a este debate a dar una pelea contra el abandono de Jorge Macri en la Ciudad y la crueldad de Javier Milei en el país. Hay más negocios que gestión. Y  hay una competencia de la política para ver quién es peor persona, ahí nosotros no entramos«, respondió.

«No te voy a hacer ninguna pregunta porque creo que ningún comunista tiene habilidad moral para ocupar ningún cargo publico», le espetó con una sonrisa Adorni a Federico Winokur, de La Izquierda en la Ciudad. «¡Facho!», se escuchó el grito en el estudio. «Me parece bárbaro que te llames a silencio, con tu gobierno el 70 por ciento de los jubilados cobra 366 mil pesos, no veo de qué te reís», le respondió el docente.

En compañía

A pesar de los rumores previos sobre la posible ausencia de Adorni, Vanina Biasi fue la única ausente con aviso, por estar cursando «un cuadro de neumonía bilateral severa» (con el correspondiente certificado presentado, ya que si la falta no es por fuerza mayor, el partido debe pagar una multa importante); en su lugar participó el segundo de la lista, Luca Bonfante.

Cada candidato podía traer tres personas para acompañarlo a ingresar al estudio. Así, Lospennato fue acompañada por la jefa de campaña, María Eugenia Vidal, que llegó al canal un poco después que ella, y fue la única de su fuerza que accedió a hablar con la prensa en el espacio privilegiado del ingreso: inexplicablemente, la candidata se negó a acceder a los micrófonos. Más explicablemente, Manuel Adorni tuvo su misma tesitura, lo mismo Horacio Rodríguez Larreta.

A Larreta se lo vio con Jorge Telerman; Santoro vino con su pareja, Ginette Soulas, el jefe de despacho Nicolás Otero y el encargado de prensa, Fernando Sapio. Eva Kousovitis, con Claudio Lozano. Por Adorni llegó el hombre fuerte del gobierno, Santiago Caputo, también lo acompañó su esposa, Bettina Angeletti. Abal Medina vino con su compañera de lista, Carolina Papaleo. Alejandro Kim, con Pimpi Colombo, la presidenta de Principios y Valores Capital, y con un libro de Guillermo Moreno abajo del brazo.

Hola, qué tal

La primera ronda de presentaciones, de un minuto cada uno, definió adónde había decidido apuntar y adónde pegar cada candidato. «Soy el vocero del presidente Javier Milei», se presentó Adorni, y aseguró que «hemos hecho logros realmente increíbles». Evitó hablar de la ciudad y usó el tono sobrador de sus conferencias de prensa. Santoro se enfocó en explicar por qué pider un freno «al abandono y la crueldad» en la Ciudad y en el país, en criticar la deshumanización de la política.

«Es verdad que soy una desconocida, pero creo que también al resto los conocemos demasiado. Escuchen a una nueva generación», pidió Lula Levy. Lospennato repitió el spot del PRO: «vamos por más». Larreta se enfocó en la gestión pasada: «vos me conocés», repitió en cada intervención. Desde el principio recortó sus críticas a la gestión de Jorge Macri: «votemos para recuperar la ciudad que teníamos»; «estuve 16 años en la ciudad, la ciudad de hoy no es la misma, nos da lástima».

«Soy zurdo, soy socialista, soy lo que este gobierno más odia, y me da orgullo», resaltó Luca Bonfanti, y buscó mostrarse como el único «no coucheado«. Federico Winpcur abogó por «una izquierda que no este obsesionada con los cargos, que además de denuncias, presente proyectos y propuestas».

Alejandro Kim se mostró como «un comerciante, con una propuesta orgullosamente peronista». Eva Koutsovitis, como una experta en medio ambiente y urbanismo, preocupada por lo social. Paula Oliveto, como una especialista en auditar y controlar. «Soy del sector privado, y estoy acá para representar al sector privado, el cual representa a nosotros los ciudadanos de bien», fue la arenga de Marra, que se definió textualmente como «opositor a todos los kirchneristas y a toda la izquierda».

Caruso Lombardi arrancó con metáforas futboleras livianas, pero enseguida pareció perder el mediocampo y apelar al fallo táctico: se sobregiró en el rol de hombre común que opina «qué barbaridad». Marcelo Peretta, que ganó celebridad durante la pandemia por su posición antivacunas y se presentaba como integrante de un sindicato farmacéutico que no tiene personería, y, con porte de visitador médico, aseguró que viene a «remediar» los problemas de la Ciudad.

Ingresos coucheados

También los ingresos al canal, que alteraron la tranquilidad pasadas las siete de la tarde de la calle Esparza en el barrio de Almagro (muy cerca de la estación Loria) tuvieron su cuota de espectáculo. Hubo quienes lo prepararon especialmente, hasta con gorro, bandera y vincha.

Caruso Lombardi se encargó de ser el primero en llegar, como para no tener competencia, sobre las seis y media de la tarde. Junto a un sonriente y bronceado Oscar Zago desplegó metáforas futboleras varias y se erigió como el rey del ascenso, sin privarse de nombrar a Maradona. «La gente quiere que le hablen fácil, y yo soy uno de ellos», repitió.

Yamil Santoro entró decidido a matarle el punto a Marra a como dé lugar: lo primero que dijo, ya antes de entrar al debate, fue que proponía una ley contra las personas en situación de calle, no ya para cobrarles multa, como había deslizado en una nota el expulsado liberal, sino, directamente, para meterlos presos. No contento con ello, al rato volvió a salir a la vereda donde estaban apostados los móviles. Fue a buscar un perrito con un enorme moño rosa, y así se hizo filmar y fotografiar: «porque los porteños amamos las mascotas, voy a legislar también para ellos», avisó.

Santiago Caputo entró al set y, tras negarse a dar declaraciones y molestarse porque le sacaban fotos, le dijo a un reportero: «Vos sos un desubicado» y sacó su celular para fotografiar la credencial.

El que aprovechó la escena llevando una pequeña barra que posó tras las cámaras con remera y gorrita con el logo de su partido (las chicas buscando el ángulo, al estilo Fórmula 1) fue Marcelo Peretta, con su fuerza – slogan «Remedios para CABA».

La salida también tuvo sus cámaras, su amontonamiento a la salida del estudio, y el momento más ríspido de la noche: obligados a recorrer a paso lento y casi hombro con hombro un atestado pasillo, Vidal y Rodríguez Larreta lo hicieron sin cruzar el más mínimo saludo, gesto, siquiera mirada. Sólo dos años atrás, la diputada se había definido: «yo voto por Horacio porque lo conozco desde hace 27 años».   fuente Por Karina Micheletto PAGINA 12

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