Por Gabriel Princip
Con la última jugada de Cristina Fernández quedaron al descubierto las verdaderas intenciones de Florencio Randazzo. El hombre de Chivilcoy utiliza a las PASO como excusa para restar votos al peronismo y ser funcional al macrismo, o quizás a Héctor Magnetto.
En el 2015 también utilizó la excusa de las PASO, para no aceptar la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Para esa época, si se hubiera producido la competencia con Daniel Sciol, también hubiera perdido como ahora con Cristina. No obtuvo lo que quería, no aceptó ser gobernador y Macri se hizo de una presidencia impensada. Es notorio que el hombre de Chivilcoy prefiere competir y perder que aceptar un cargo relevante o ser parte de la unidad para volver en el 2019. Es raro.
Entonces la pregunta es: ¿Por qué lo hace? Porque Macri, Magnetto lo consideran un buen muchacho y el peronismo ya se está cansando. Hoy solo un 7 por ciento votaría al ex ministro.
Compañeros de ruta de este buen hombre dicen que su ego es terrible y lo hace retroceder en forma constante. Otros con menos paciencia lo tienen como el Vandor del siglo XXI. Pero son pocos los que hoy aprueban su manera de ser.
Supongamos que el ego es determinante en su carrera política y su forma de ser. La bibliografía psicológica nos habla del ego y dice: “El ego distorsiona la realidad, quien lo posea necesita continuamente de una buena imagen ante la sociedad, carece de humildad. Es como una ilusión, una fantasía que pretende situarse por encima de los demás. Están engañados, no ven la realidad. Es una máscara social, un papel que nos aleja cada vez más de lo que somos de verdad. Esta máscara necesita halagos, el control de las situaciones, necesita creerse superior para disimular su verdadero sentimiento de inferioridad”.
Dean Acheson dijo que “el gran corruptor del hombre político es el ego. Mirar a los espejos distrae la atención de los problemas”. Por su parte, Thomas Carlyle fue más allá sentenciando “la egolatría es la fuente de todas las miserias”.
Quienes observan a Randazzo con una mirada cercana y afectiva hablan del ego de este hombre. La militancia peronista tiene otra visión. Lo comparan con Vandor, aquel sindicalista de la década del 60´ que proponía el peronismo sin Perón y quien acordó con el dictador Juan Carlos Onganía.
Otros menos benévolos y más informados dicen que es hombre de Magnetto. ¿En que se basan para afirmar esta relación? En que según Julian Assangge el líder del grupo lo recibió en tres oportunidades en el 2015 y habría aconsejado que Randazzo no acepte la gobernación. También el hermano, que en sus pagos lo apodan Batería, se aburre de manifestar que al ex ministro lo banca la gobernadora. Y como si esto fuera poco, el tratamiento de los medios dominantes es bondadoso y hasta militante con respecto a su figura. Si a esto le sumamos que de haber aceptado la gobernación en el 2015 Macri no sería presidente y si hoy integraría una lista única con Cristina el triunfo peronista sería abultado. Digamos que aquellos que lo tildan del nuevo Vandor no están tan errados.
El ajuste está demoliendo a los argentinos y después de octubre se agravará. Mientras el hambre acecha, la oposición en serio tiene dirigentes que se ocupan más de su espejo, de su corbata, de sus miserias que de aquellos que pretenden representar.
Por eso el votante tiene que rebelarse frente al sistema y decidir su voto por aquellos que tienen historia en el trabajo social y no por quienes proclaman ser integrantes de una fuerza moralizadora. De acá hasta las elecciones, seguirá la caja boba justificando el dialogo oficialista y el brutal ajuste al tiempo que acusarán a Cristina de todo tipo de delitos infundados en tiempo potencial para lograr el voto ético de la población. Desde ya anticipamos que la mentira será moneda corriente en los medios dominantes. Por eso, nosotros hagámonos cargo del país votando a los que saben, al margen de las operaciones mediáticas.