Por Gabriel Princip
El maestro reclama porque el salario no le alcanza. ¿Es justo su reclamo? El maestro dice que sí, la opinión publica también, el gobierno acuerda, pero no le aumenta. Consecuencias, el maestro va a la huelga. ¿Es justo el paro? El maestro dice que si, la opinión pública se divide, el gobierno dice que no, consecuencias, los chicos no tienen clase, el gobierno no aumenta y para colmo, descuenta los días de paro. Observando la imagen se encuentra el pueblo, entre ellos hay comerciantes, industriales, libreros, diarieros, etc.
El maestro gana poco, le descuentan días de paro, su esperanza de mejor vivir es una utopía y baja su consumo. Corta el cable, el diario y deja de comprar libros.
El ejemplo del docente sirve para cualquier trabajador. Los salarios son bajos, los reclamos justos, el gobierno los ignora pero le agrega un fuerte aumento de tarifas e impuestos. La oligarquía, en sociedad con el gobierno y obedeciendo a las corporaciones, aumenta los alimentos.
El trabajador, además de no tener más la expectativa de mejor vivir, reduce la compra de alimentos. Las segundas o terceras marcas pasan a tener precios de primera pero con sabor a cuarta.
Las corporaciones dan una mano al gobierno aumentando naftas y remedios. El trabajador ya renunció a un mejor vivir, también a un mejor comer, ahora caminará en lugar de viajar en subte y recurrirá a la homeopatía por que no puede comprar remedios.
Lo esencial no es invisible a los ojos. Sólo mencionando lo esencial del día a día de cada trabajador, este no puede cumplir con el objetivo de poder alimentarse bien, tener remedios y utilizar su auto para llegar a un trabajo mal pago que cuando reclama por un aumento se lo niegan y si va a la huelga, le descuentan el día.
No se habló de ropa, diversiones, etc. Ya no se habla, porque un café cuesta igual que en Paris, una salida a la cancha es más cara que en el San Ciro y concurrir al cine es una semana de alimentos.
Todo lo mencionado se puede chequear, de hecho lo hace el Indec. Claro que -para sostener un discurso poco creíble- ubica en el rubro servicios (tarifas) solo el 0,35 por ciento de los ingresos. O sea, el Indec nos dice que el sueldo promedio es de 67 mil pesos. Bien, este es el Indec que precisamos, uno con actitud.
En síntesis, esto es el ajuste, miseria. Del jubilado ni hablo porque representa un 11 por ciento del trabajador y no sé cuál es el 11 por ciento de la miseria. Quien determina este plan es el gobierno que engaña a la gente aduciendo el latrocinio de los K.
También es una falacia, porque lo denunciado no alcanza al 0,01 por ciento de un presupuesto. La vida miserable seguirá para las mayorías mientras siga Macri o lo supla alguien que acuerde con el FMI. Sólo las minorías estarán a salvo y la pobreza es democrática nos afecta a todos, incluso a aquellos que defienden el modelo solo por el odio a Cristina. No se dan cuenta que la parca los espera y muy pronto, porque la miseria se asocia al stress y los dos juntos te llevan al otro mundo. Algún día la clase media entenderá que su salvación está con los compañeros de ruta, con aquellos de su misma clase o baja. Pero mientras insista en ser servil y funcional a la oligarquía, ésta la castigará y la empobrecerá hasta llegar a la muerte, porque eso, la muerte, es el ajuste.