HERRERO SE MANIFESTÓ SOBRE EL PROYECTO PARA RENOMBRAR «PRESIDENTE Dr. RAÚL ALFONSÍN» AL PASEO DEL BAJO
HABLAR de Alfonsín no es hablar solamente de su figura, sino también de una idea de país. Es observar la continuidad de su proyecto de País, que la urgencia, el egoísmo y los proyectos personales de algunos dirigentes, al menos hasta ahora, han dejado trunco.
Es difícil evitar la emoción al hablar de él. Porque recordarlo es referirse también a una época. Una época de esperanza, llena de expectativas.
La salida de una dictadura espantosa que nos ha robado vidas y futuro.
Recordar los difíciles años ochenta es toda una aventura para los argentinos. Por un lado, el advenimiento de la democracia, el regreso de la ilusión y del compromiso con las instituciones, por el otro la oscuridad de un pasado que aún acosaba al presente. Fue salir de la noche y recibir, de pronto, la luz del día.
Sólo la figura de un líder como Alfonsín fue capaz de conciliar el interés nacional llevando a los jerarcas de la dictadura a juicio. Generales, almirantes y brigadieres aún jóvenes, aun fuertes y con injerencia en la tropa, sentados ante jueces y fiscales de la democracia. Todos fuimos testigos de aquellas atrocidades. También de las penas ejemplares y de la valentía de un político que supo llevar adelante sus promesas electorales, aun a costa de su seguridad.
No puedo evitar recordar mi primer encuentro con él. Fue por el año 1982, en sus pagos, la hermosa y emblemática ciudad de Chascomús. Yo era muy joven y ya madre de 4 niñas. Fue cuestión de escucharlo y quedar prendada de su idea de país. Imagina una Argentina libre y prospera para mis pequeñas. Alfonsín quería una nación justa. Una república unificada con orientación democrática, dialoguista, integradora. Amaba la justicia social. Buscaba el equilibrio. No había enemigos (nunca los hubo) en su discurso. Acaso adversarios. Contrincantes, nomás, de esos que discuten proyectos en un Estado civilizado, moderno, solidario. Estaba sentado junto a mi padre y yo simplemente escuchaba ¡Cómo olvidar la charla entre esos dos hombres comprometidos, honestos, POLITICOS con mayúscula! ¡Entre dos personas de bien!
Fui diputada de la ciudad durante dos mandatos. Hoy me toca la responsabilidad de ser auditora de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires. Soy, además, orgullosa dirigente de la Unión Cívica Radical, presidente, además, de la comuna 7. Y siempre, donde quiera que haya ido y desde cualquier lugar que me toco ocupar llevé, llevo y llevare en mi corazón a aquel presidente que con valentía enfrentó como nadie a los factores de poder sin alardes, sin relatos mentirosos sobre falsas épicas.
En su homenaje, en el año 2014 presenté en esta Honorable Legislatura un proyecto de Resolución la 368/2014 para renombrar al salón de Inter-Secretarias como Presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín porque entendí que un dirigente de su estatura merece recordarlo para que las futuras generaciones conozcan su obra y su valor.
Cómo olvidar la concreción de la patria potestad compartida. O la igualdad entre hijos matrimoniales y extramatrimoniales o la no obligación de usar el apellido conyugal. O, sin ir más lejos, la sanción del divorcio. O el juicio a las juntas mencionado antes. O su pertenencia activa en plena dictadura militar (fue uno de los miembros fundadores) de la Asamblea de Derechos Humanos cuando muchos de los valientes de hoy se escondían bajo la mesa.
Sufrió catorce paros generales y varias sublevaciones militares.
Hoy, en el mismo sentido, como mucha emoción vengo y brindo mi desinteresado apoyo al proyecto del Diputado Ariel Álvarez Palma para que el denominado Paseo del bajo lleve su nombre. Un homenaje merecido a la unión entre la provincia de Buenos Aires (su provincia) y la Ciudad de Buenos Aires que lo cobijó durante tantos años. Nada mejor que su nombre para ejemplificar el camino entre la unidad y el estado de derecho.
Ojalá cada dirigente político argentino lleve encima un pedacito, al menos un pedacito, de Raúl Alfonsín; y no en el discurso, sino en hechos concretos, en la acción diaria. Entonces podremos aspirar a ser un país como el que don Raúl soñó y luchó: una nación libre basada ni más ni menos que en la legalidad.
*Discurso de María Raquel Herrero, auditora de la Auditoría General de la Ciudad, en el marco de la Audiencia Pública sobre el Proyecto de Ley para Denominar «Presidente Dr. Raúl R. Alfonsín» a la Autopista que une la Autopista Dr. Ricardo Balbín con la Autopista Presidente Dr. Arturo Umberto Illía.