Por Gabriel Princip
En el Comando celestial las espadas del pensamiento nacional debaten sobre la actualidad argentina. El Bar “Causa nacional” es el escenario del evento. Las figuras de Perón, Evita y Néstor se distinguen. Los gritos de Jauretche y Fidel dan cuenta de lo que está pasando en el país. Un poco más lejos del Bar, en otro sector del espacio exterior, casi en el quásar, se hallan Dios, Cristo y Lucifer.
-¿Me podés explicar algo?, inquiere Dios al diablo.
-¿Qué?
-¿Por qué te la agarraste con la Argentina? Tenés en vilo al planeta con coreanos, chinos y yanquis. ¿No te alcanzan? ¿No ves que me recargas de laburo?
-A llorar al campito.
-Calmate Luci.
-Lucifer, no soy gay, Lucifer.
-Ok, Lucifer. Calmate porque yo algún manejo tengo. No podes poner a un presidente y sus secuaces sin ninguna clase de contenido. Lo mal que te hacen quedar, porque se puede ser dañino, perverso y si querés pervertido, pero con clase. Estos muchachos son mas ordinarios que una lija doble a.
-¿Y desde cuando te interesa este país? ¿No quedamos que nos repartíamos la torta y que cada uno tomaba sus porciones y se las comía como quería?
-Sí, quedamos en eso, pero como decía José Perímetro, todo tiene un límite.
Mientras discutían Dios y el diablo, Cristo multiplicaba buenas acciones para desparramar por el mundo.
-Calma muchachos, no discutan. Vos viejo, déjalo, después de todo nosotros estuvimos una década ahí, nos fuimos y no aprendieron nada. En lugar de rechazar al diablo, lo convocan.
-Ni tanto, ni tan poco, arremete Lucifer.
-¿Cómo qué no?, retruca Cristo, mientras tira buena onda en Escandinavia. Le diste la presidencia a Macri, hace desastres y vos contento. Te llevaste a Grondona y el fútbol destruido, hasta tu equipo Independiente le va mal. Influenciaste a la clase media y votan a quienes lo traicionan, los chamuyaste a los empresarios y quedaron tendidos. Nada quedó en pie, pobre país y encima no se van. Hasta los gremialistas invocan a Perón, que es nuestro, para destruir más y más y de paso darte una manito.
-Che, vos poné orden, decile a tu hijo que se calle.
-¿Por qué? Si dice la verdad. Pero en serio, aflojá. Encima tenemos el Bar Causa Nacional repleto y se escuchan los gritos del vasco. No lo aguanto más.
-Y bueno, es de lo tuyos. Banque los trapos. Eso pasa por hacerse peronista.
-Sí, y que bien que te gustaría ser de los nuestros.
-¿Para qué?
-No te digo para recibir el afecto de la gente, porque no estás en esa onda, pero al menos para comerte un buen choripán.
-Tenía que salir el planero. Bueno cerremos acá, quédate tranquilo con ese paisito. Un par de maldades más que hago, que Macri haga la reforma laboral y privatice Anses y después te la dejo para vos.
-Sí, sin nada.
-Bueno pero llegarán los peronistas amigos tuyos para encargarse de empezar de nuevo.
-Si ya sé, pero esta vez van a correr con ventaja.
-¿Por?
-Porque yo soy peronista, y para un peronista no hay nada mejor que otro peronista.