Opinión

Datos, solo datos

Por Gabriel Princip.

El común denominador en una editorial es la opinión. El adjetivo resalta al sustantivo y al verbo generando atracción, para bien o para mal, en el oyente o en el lector. Aunque a veces solo hace falta un dato, un relato para generar un juicio de valor sobre determinados temas.

Un especialista en la recolección de datos fue Eduardo Galeano y en el abrevamos. El maestro oriental supo escribir: “hace algunos milenios, años más, años menos, el jaguar, el perro y el coyote estaban compitiendo. ¿Quién era el más viejo? El más viejo iba a recibir, en premio, la primera comida que encontraran. Desde la colina, un carro, destartalado, avanzaba tambaleando, cuando de él cayó una bolsa llena de tortillas de maíz. ¿Quién merecía el tesoro? ¿Cuál era el más viejo? El jaguar dijo que él había visto el primer amanecer del mundo. El perro dijo que él era el único sobreviviente del diluvio universal. El coyote no dijo nada, porque tenía la boca llena.

Cuenta Galeano en su obra “El cazador de historias”, que, en mayo del año 2013, por primera vez en la historia de Guatemala, un exterminador de indios fue sentenciado por genocidio racista. Un tribunal del fuero común lo condenó a 80 años de cárcel.

El general Ríos Montt había sido el penúltimo de una serie de dictadores militares especializados en la matanza de indígenas mayas.

Poco después de la sentencia, estalló un terremoto: la tierra, la madre de todos los asesinados, tembló y siguió temblando sin parar.

Temblaba de ira. Ella sabía que iba a ocurrir lo que ocurrió: la condenación del verdugo fue postergada por las más altas autoridades judiciales del país. La tierra se alzó, furiosa, contra la impunidad de siempre. Y como no podía de ser otra manera contamos la última historia del gran escritor que tiene que ver con su patria.

En el año 1832, los pocos charrúas que habían sobrevivido a la derrota de Artigas fueron invitados a firmar la paz, y el presidente de Uruguay, Fructuoso Rivera, les prometió que iban a recibir tierras.

Cuando los charrúas estuvieron bien comidos y bebidos y dormidos, los soldados procedieron. Los indios fueron despenados a cuchillo, para no gastar balas, y para no perder tiempo en entierros fueron arrojados al arroyo Salsipuedes.

Fue una trampa. La historia oficial la llamó batalla. Y cada vez que los uruguayos ganamos un trofeo de fútbol celebramos el triunfo de la garra charrúa. Estas historias, cortas pero completas de verdades también nos hace pensar, ¿no le parece?

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba