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CRÓNICAS: LAS MARCHAS

Por Luisa Lane.

Marcharon las mujeres. Lo hicieron antes los camioneros, mañana serán otros trabajadores y así todos los días. Miles de caras con bronca, enojo, hambre, desilusión y tristeza se juntan para gastar suela por la dignidad, la paz, el pan y el trabajo. Las caras se repiten, los dramas también y en su despacho un presidente sonriendo y dando rienda suelta a su perversión.

Son miles que recorren el ejido porteño todos los días con la esperanza de cambiar un modelo que la plutocracia considera el mejor. Mujeres obesas, flacas, chicos con la panza desnutrida, adolecentes con su celular y su bronca y hombres mayores que no disfrutan de su jubilación sino que marchan recordando aquel 17 de octubre.

Interrumpen el tránsito y obtienen el enojo de la clase media sobre ruedas. Ellos marchan, los limitados y básicos medias clases gritan desaforados para poder pasar hacia una ruta que no lleva a ningún lado.

Bombos y trompetas que resuenan el oído del pequeño que comienza a militar sin cumplir los tres años. El hit del verano en boca de todos, el insulto cada dos minutos y el flaco del choripan construyen un sector de la escenografía de la decadencia.

Todos marchan buscando fe, esperanza, un cambio, o al menos la posibilidad de comer. Otros encienden la tele para criticarlos con el viejo latiguillo gorila, “porque no van a trabajar, en lugar de hacer paro”. De eso se trata señora, señor, del trabajo. Nadie marcha porque posee una labor bien remunerada, no existe el cristiano que avanza sobre las calles para demostrar que bien que está, sino para visibilizar su drama, su conflicto, su desazón, su disconformismo, su hambre.

Entienda usted hombre preclaro de la justa causa de aquellos habitantes de esta tierra que existen para trabajar, ver la tele, ir al baño y dormir y así siempre, o sea usted ferviente militante de la clase media. Usted nos generó el cambio, hágase responsable de la musa inspiradora del hit del verano y colabora para que el holograma presidencial pase a retiro. Entienda que cuando la mayoría dice Mauricio Macri LPTMQLP está gritando basta de pobreza, de esclavitud y de entrega.

Por eso, quizás las marchas solo sirvan para que el resto de la población entienda que Vidal y Macri son protagonistas de una película de terror. Quizás no cambien nada pero son pobres, no tienen plata para el psicólogo y demuestran su descontento en la calle y de la mano del hit del verano.

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