Por Gabriel Princip
Se acercan las elecciones del 22 de octubre y casi un 35 por ciento de la población bonaerense otorgará un aval a la política económica. Esteban Bullrich, quizás uno de los peores candidatos del sello Cambiemos, puede llegar a vencer a Cristina Fernández ante la atónica mirada de parte de la sociedad que no entiende como un mal gobierno puede salir airoso de los comicios.
Una deuda superior en 100 mil millones de dólares a aquella que tomara Videla para destruir la industria nacional y entregarnos de pies y manos al imperio. Una desocupación que bordea el 13 por ciento, caída en los niveles de consumo, una inflación todavía superior al 2015 más inseguridad, grieta y pobreza tienen como premio el voto del bonaerense.
La pregunta es, ¿La gente no tienen ningún interés en frenar el ajuste? ¿O decididamente cae en la trampa del oficialismo que cambia odio a largo plazo por entrega de bienes? Que se entienda, ¿La gente está confundida o sufre de una ignorancia supina?
Este gobierno integrado por empresarios sin ética ni convicciones pero con grandes intereses individuales en juego representa una plutocracia al servicio de las corporaciones supranacionales. Esta matriz se repite en Latinoamérica y Europa. Las consecuencias son similares, alta desocupación, baja inflación, aumento de pobreza y el descenso del trabajador a la categoría de esclavo del subdesarrollo. Esta idea la vive hoy España, Italia, Francia, por nombrar algunos componentes del primer mundo y Uruguay, Chile, Brasil, Argentina, en Sudamérica.
Juan José Hernández Arregui en su obra “Peronismo y Socialismo” dice: “Las plutocracias financieras, a través de los estados que las representan en la esfera internacional, mediante la división entre un grupo de potencias y países coloniales sin autonomía, se apropian del trabajo asalariado de millones de seres y de las materias primas que no le pertenecen”.
Hoy el votante amarillo está avalando lo que dijo en la década del 70´Arregui. Hoy el gobierno simpatiza con la idea de grandes aumentos en servicios para las empresas de sus amigos sumándole magros salarios y una reforma laboral a corto plazo para determinar la esclavitud argentina. Pero que hace el argentino, en lugar de oponerse, resistir, se arrodilla. Se ríe socarronamente con ironías baratas odiando al único candidato que se opone al ajuste y palmeando la espalda de su explotador.
Cuando Macri otorga carta blanca a sus amigos Ceos y somete a las mayorías, lo que hace es transferir los bienes de la clase trabajadora a la oligarquía colaborando con las corporaciones en el empobrecimiento patrio para imitar a Puerto Rico.
“El capital financiero es el Dios moderno de la era imperialista, dijo Arregui. Además, el pensador agregó “no se detiene ante nada ni nadie lo detiene. La banca de una nación imperialista genera, a su vez, relaciones internacionales entre las super naciones, una política común de explotación de las colonias, incorporadas así, como partes periféricas de las metrópolis, como fuente de beneficios multiplicados por los salarios de hambre, y gobernadas, en tanto colonias, o semi colonias, desde centro exteriores. Millones de colonizados trabajan para naciones extranjeras. Toda la existencia colonial está atravesada, marcada, sellada, por el capital extranjero”.
La dominación de un humano existe desde que el mundo es mundo. Hoy la Argentina vive otro proceso de dominación con un gobierno títere que hace creer a la población que encarcelar al gobierno anterior tapará la explosión de una economía que no tiene una fecha exacta pero si un final totalmente infeliz.
El 22 de octubre debemos repensar el voto. Si no sabemos, si estamos confundidos, preguntemos, escuchemos o al menos leamos a Jauretche cuando este decía en “Los profetas del odio”: “somos un gran país, a pesar de todo esto tenemos una conciencia nacional cada día más clara. Es que no se puede tapar el cielo con un arnero ni escupir contra el viento, las verdades se abren paso. Somos millones de argentinos los que sabemos a qué atenernos y lo mas que logran es confundirnos momentáneamente y en lo episódico, en las grandes líneas sabemos lo que queremos y adónde vamos, y de esa huella no han de apartarnos aunque vengan degollando, o mejor dicho mintiendo, con todo el instrumental de que los cipayos disponen. Sólo puede predominar en la medida en que seamos sonsos, y esa es la tarea de los hombres de nuestra causa, avivar giles, como dicen los muchachos, así sencillamente, sin necesidad del vocabulario solemne que ellos emplean, y sin ensoberbecernos ahora que comprendemos, porque a todos, al que más y al que menos, nos han hecho giles alguna vez”.
Dejemos de odiar un rato, corramos el velo de la confusión un día y comprendamos que si damos un voto al gobierno, serán nuestras peores fiestas navideñas desde el 2001 y suspenderemos las vacaciones. Los tarifazos premiarán al gobierno por su valentía al empobrecernos, entregarnos y tomándonos de giles.