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Clubes ¿Asociaciones civiles o sociedades anónimas?

La discusión sobre si los clubes deportivos afiliados a la Asociación del Fútbol Argentino deben seguir siendo asociaciones civiles sin fines de lucro o convertirse en sociedades anónimas ha generado un intenso debate en el ámbito del deporte y la política argentina. Esta polémica se centra en las incompatibilidades financieras, la transparencia y la gestión de estos clubes, así como en el impacto que tendría un cambio en su estructura legal.
La intención del gobierno nacional es que se ponga en marcha el proceso que permita la privatización de los clubes de fútbol. Según adelantó la Casa Rosada, por intermedio del Jefe de Gabinete, no están pensando en imponer las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) sino habilitar a que lo haga la institución que así lo desee.
Los clubes deportivos han desempeñado un papel fundamental en la promoción del deporte y la cohesión social durante más de un siglo. Tradicionalmente, muchos de estos clubes han sido organizados como asociaciones civiles sin fines de lucro, lo que les ha permitido mantener un fuerte vínculo con sus comunidades locales.
Sin embargo, el mundo del deporte ha experimentado una profesionalización cada vez mayor y se ha vuelto más comercializado, algunos argumentan que los clubes necesitan adaptarse a este entorno, tomando el ejemplo de las cinco grandes ligas europeas (Premier Ligue, La Liga, Serie A, Bundesliga y Ligue 1).
A fin de continuar como asociaciones civiles, se arguye que esta estructura fomenta una mayor participación comunitaria y refuerza el compromiso con valores no comerciales. Los clubes mantienen de esta forma su identidad arraigada en las comunidades locales y siguen siendo accesibles para personas con diversos niveles económicos. Además, al ser organizaciones sin fines de lucro, están obligados a rendir cuentas sobre sus finanzas e inversiones públicamente.
Por otro lado, quienes abogan por convertir a los clubes en sociedades anónimas señalan que esta transición podría mejorar la capacidad financiera del club al abrir nuevas oportunidades para inversores externos e inyecciones financieras significativas.
Además, argumentan que adoptar una estructura empresarial puede potenciar la gestión profesional del club y capacitarlo para competir de manera más efectiva en el cada vez más competitivo mundo del deporte profesional. También se apunta que la conversión en sociedades anónimas podría brindar una mayor seguridad jurídica a los inversores y permitir una estructura de gobernanza más ágil y eficiente.
Sin embargo, es importante considerar que este cambio también conlleva riesgos. Al convertirse en sociedades anónimas, los clubes podrían alejarse de sus raíces barriales y enfocarse principalmente en intereses financieros, lo que podría tener impactos negativos en su identidad y valores fundamentales. También, existe el riesgo de que la toma de decisiones esté dominada por accionistas con objetivos puramente comerciales, lo que podría desvirtuar la misión original del club.
La decisión sobre si los clubes deportivos deben seguir siendo asociaciones civiles o convertirse en sociedades anónimas es compleja y está llena de matices. Ambas estructuras tienen sus ventajas y desventajas significativas, y ningún modelo único servirá para todos los clubes.
Será concluyente encontrar un equilibrio entre las necesidades financieras del club y su compromiso con sus raíces e ideales deportivos. La transparencia y la participación activa de todas las partes interesadas serán fundamentales para garantizar decisiones que beneficien tanto al club como a su masa societaria.
Pero al fin y al cabo, más allá de lo que proponga el Ejecutivo o la ferviente oposición de la AFA, la decisión final radicará en los socios, quienes realmente son los verdaderos dueños de los clubes.

Francisco Manuel Silva
frsilva50@gmail.com

 

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