Turismo

Cientos de personas disfrutan a diario los paisajes más impactantes del mundo

El Upsala, un gran glaciar que cubre un valle compuesto, alimentado a su vez por varios glaciares, y el glaciar Spegazzini, uno de los más imponentes del Parque Nacional Los Glaciares, conforman una maravilla digna de apreciarse que son un regalo para los ojos.

POR CLAUDIO BENITES.

Alrededor de 800 personas de diferentes sitios del país y del exterior disfrutan diariamente de uno de los paisajes más impactantes del planeta: la navegación por el Lago Argentino, provincia de Santa Cruz, en torno a los glaciares Upsala y Spegazzini, un viaje al asombro permanente de cara a un fenómeno incomparable de la naturaleza.

El Upsala es un gran glaciar que cubre un valle compuesto, alimentado a su vez por varios glaciares, y es uno de los que registran el mayor índice de retroceso en el mundo, no obstante lo cual sigue siendo uno de los más grandes de la región.

En tanto que el glaciar Spegazzini es uno de los más imponentes del Parque Nacional Los Glaciares, ya que si bien el más popular es el Perito Moreno, este titán blanco tiene una serie de particularidades que lo hacen único.

Entre ambos conforman una maravilla digna de apreciarse, donde más allá de la magnificencia de las moles de tonalidades blanco azuladas y la experiencia inigualable de navegar entre témpanos, toda la geografía circundante es un regalo para los ojos que obliga a mantenerlos siempre abiertos.

La navegación

Inicia en Puerto Bandera, un embarcadero de catamaranes situado a 45 kilómetros de El Calafate y desde donde parten barcos también hacia el Perito Moreno y la Estancia La Cristina, por ejemplo.

Foto Victoria Gesualdi

Foto: Victoria Gesualdi

El Upsala Connection, de la empresa Solo Patagonia, enfila su proa hacia el centro del lago devorando las aguas esmeraldas a una velocidad de 20 nudos (alrededor de 40 kilómetros por hora).

«La navegación es tranquila, de una duración de poco más de dos horas»

-Pablo Martín-

El viento frío golpea con fuerza en el exterior, pero dentro de la cabina del capitán, Pablo Martín, el ambiente es agradable y la visión periférica impresionante.

«La navegación es tranquila, de una duración de poco más de dos horas», indicó, y precisó que «primero nos acercaremos a unos 10 kilómetros del Upsala, navegando entre témpanos de gran tamaño».

Foto Victoria Gesualdi

Foto: Victoria Gesualdi

«No podemos acercarnos más por cuestiones de seguridad, ya que en el 2013 hubo un desprendimiento de magnitud que provocó un tsunami que abarcó 20 kilómetros a la redonda», explicó Martín.

El capitán agregó que, desde entonces, «el brazo Upsala está cerrado y solamente lo podemos apreciar a esa distancia, pero aún así es impresionante y no deja de asombrarme, pese a que lo visito diariamente desde hace siete años».

Afuera, los viajeros se agolpan sobre las barandas, a babor y estribor, en la proa y en la popa, porque cualquier sitio es válido para deslumbrarse con el paisaje.

Mientras la embarcación surca rauda las aguas atravesando la Boca del Diablo, al frente se alzan los picos blancos cubiertos de nubes grises que certifican que en estos momentos está nevando.

A la izquierda, enormes paredes cubiertas de vegetación, mientras que a la derecha, elevaciones de rocas de color oscuro.

Foto Victoria Gesualdi

Foto: Victoria Gesualdi

Se trata del complejo El Quemado, una de las formaciones más viejas del planeta cuyo origen data de cuando Sudamérica se separó de África.

A medida que la embarcación se adentra en el brazo Upsala, comienzan a aparecer témpanos de diferente tamaño.

Se estima que cada uno de ellos data de más de 500 años, que es el tiempo que dura el movimiento del glaciar, desde que se convierte en hielo en su origen hasta que llega a la pared exterior y su posterior desprendimiento.

Las moles de hielo son inmensas, sobrepasan en tres o cuatro veces la envergadura de la embarcación, y su coloración cambia constantemente ante la mirada curiosa de los viajeros.

Foto Victoria Gesualdi

Foto: Victoria Gesualdi

«Se trata de una ilusión óptica -explicó Francisco Bosso, uno de los guías de la embarcación- porque en si el hielo es transparente, pero con el reflejo de la luz del sol, toma esas tonalidades», algo que quedó fehacientemente comprobado cuando la tripulación rescató un trozo de témpano y lo colocó sobre la cubierta, para delicia y diversión de los pasajeros.

Los témpanos se mueven constantemente, flotan y giran sobre sí, en un espectáculo imperdible.

Justo delante de los admirados turistas, un enorme bloque de hielo comienza a girar y su cúspide blanca se transforma de pronto en un azul intenso al mostrar lo que estaba debajo de la superficie.

«Eso ocurre porque lo que ha estado bajo el agua tiene poco oxígeno y por lo tanto reflejan la luz de una manera diferente, con esos tonos de intenso azul, pero a medida que van tomando oxígeno del exterior se van volviendo blancos», detalló Bosso, ya que a medida que la embarcación se va alejando del témpano se va advirtiendo el cambio de su coloración.

Si bien a la distancia la visión del glaciar es pequeña, el Upsala es enorme, con 53 kilómetros de extensión, y ocupa una amplia porción del horizonte.

Foto Victoria Gesualdi

Foto: Victoria Gesualdi

 

El Glaciar Spegazzini

Dejado atrás el Upsala, la embarcación se dirige hacia el Glaciar Spegazzini mientras los pasajeros se abarrotan en procura de la mejor toma, la filmación más precisa, sin perder de vista un entorno atrapante.

Un grupo en particular parece acaparar la atención del resto: una familia de 14 integrantes compuesta por los dos abuelos, 3 hijos varones, sus esposas y las seis nietas,

Todos están de paseo festejando el cumpleaños de la abuela María Josefa, quien ejerce como conductora del grupo, y que mira de soslayo el asombro que provoca el paisaje en Marily, Lala, Maia, Matilde, Vera y Uma.

«No podemos creer lo que estamos viendo», dijo Uma con los ojos inmensos.

La llegada al Spegazzini es todo un acontecimiento frente a su pared inmensa de 135 metros de altura que se alza delante de la embarcación, a tan solo 300 metros.

Tras una pausa en el Puerto Spegazzini, un sitio construido por la empresa Solo Patagonia para ofrecer un descanso y lugar donde comer y tomar algo, se inicia el regreso, ya con el atardecer tardío de la Patagonia en los albores de marzo.

Atrás va quedando uno de los lugares más bellos de la Tierra, un sitio al que siempre dan ganas de volver.

(Télam)

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