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CABA: Familias reclaman por 6 mil estudiantes exceptuados que no tienen clases

Llegó la primavera y con ella la “sensación” que la pandemia terminó. A la par de la flexibilización de las restricciones y la reapertura de numerosas actividades, hay un sector amplísimo que aún no pudo volver ni a una mínima “normalidad”. Son los estudiantes “desescolarizados de manera compulsiva” de la Ciudad de Buenos Aires.

Se trata de los alumnos exceptuados de la presencialidad que por tener algún factor de riesgo en su salud o convivir con un familiar que lo tiene no concurren a la escuela. Si bien el protocolo establece “alternativas remotas para garantizar la continuidad pedagógica”, la realidad es otra.  Hoy están sin docentes, sin compañeros, sin educación.

El jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta anunció a principio de agosto que las escuelas porteñas volvían a la presencialidad plena y obligatoria a partir del 17 de agosto.  Más de 300 mil alumnos regresarían a las aulas. Hasta entonces, el gobierno porteño había articulado un sistema de burbujas con clases virtuales y presenciales.

Sin embargo, desde el 17 de agosto miles de niños quedaron sin ningún tipo de servicio escolar. Según el relevamiento que pudieron hacer los gremios hay alrededor de 6.000 estudiantes exceptuados solamente en primaria. Este número no incluye los casos de secundaria, escuelas técnicas ni artísticas.

“Hay 6.000 chicos sin clases desde junio, cuando hicieron volver a todas las maestras a pesar de tener una sola dosis. Son chicos que no pueden ir a la escuela porque están enfermos o viven con algún familiar con factores de riesgo y el gobierno no hace nada. Rodríguez Larreta se llena la boca diciendo que cada día de clases importa, pero estos chicos no les importan a nadie”, sostiene Eduardo López, secretario general adjunto de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).

Nora, mamá de un estudiante exceptuado comentó que “para las familias exceptuadas por temas de salud, este año fue muy difícil. Desde principio de año hasta agosto, el protocolo utilizado daba cierto margen de acción a las escuelas, organizaron clases virtuales y presenciales para el grado completo. Hubo escuelas se manejaron muy bien, otras no tanto. Dos o tres días virtuales y el resto con presencialidad cuidada”

Pero a partir de agosto se impone la presencialidad total y no se incluye alguna alternativa de clase virtual sincrónica para mantener cierta continuidad pedagógica para los grados que tiene a chicos con enfermedades. De esta manera, ”los cursos se desintegraron, los chicos que pueden ir asisten y los que no pueden hacerlo quedan expulsados del grado, desaparecen como miembros del grado. De un dia para el otro nuestros hijos quedaron sin maestros y sin compañeros, solamente vuelven a tener alguna clase cuando se aísla el grupo por algún caso positivo o de contacto estrecho, y recién ahí vuelven las clases virtuales”.

Frente a la nula respuesta del ministerio de educación que comanda Soledad Acuña, el recambio de ministro a nivel nacional se presenta como una nueva puerta donde tocar para que su petición sea escuchada. Jaime Perczyk el flamante ministro, reveló que el primer desafío es “recuperar cada chico que por diversos motivos hoy no está en clase”.

“Somos familias que estamos desescolarizadas y totalmente invisibilizadas, sufriendo además nuestros problemas de salud, que son crónicos.  Se nos hacen difícil compensar la falta de escuela. Hay casos de niños que precisamente lo que necesitan es tener contacto con sus compañeros, aunque sea de manera virtual, Para ellos, “la escuela es la vida”. Somos familias muy angustiadas, las clases virtuales, tan demonizadas son la conexión con la vida para nuestros hijos, expresó.

Un reclamo que debe ser atendido ya.

 

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