Opinión

Bono, con forma y sabor a zanahoria

Por Margarita Pécora

Las sociedades  inmersas en conflictos, que ya son de subsistencia, como ocurre hoy en la Argentina, pierden la noción  de los peligros a los que se exponen cuando en medio de la desesperación por sobrevivir, y  la desesperanza por sus reclamos,   aceptan  determinados incentivos  que   a la postre  resultan migajas  y peor aún, armas de doble filo.

Es el caso del bono de 5 mil pesos  que saldrá en breve por Decreto del gobierno de Cambiemos   como  “zanahoria”  para  calmar  los encendidos ánimos de una sociedad  castigada por  el  mismo verdugo  que la desangró  y  que ni siquiera extrae de sus arcas  ese dinero, para  recompensarla, sino que  le ordena ese sacrificio a las empresas privadas.

El  “efecto zanahoria”, lamentablemente empieza a dar sus frutos: Ya la CGT  que  amenazaba con un paro  nacional , oficializó  que «acepta el pago del bono de 5 mil pesos en dos cuotas impulsado por el Gobierno. El Consejo Directivo de la central obrera analizó el pasado  jueves los contenidos legales de la versión final del decreto que establece el pago de los 5 mil pesos en dos cuotas a todos los trabajadores privados, la primera de 2500 pesos a pagarse con los haberes del mes de noviembre, y los otros 2.500 con los sueldos del mes de enero.

Teoría de  la zanahoria

Una forma de control de la sociedad  es, desde tiempos remotos, el  otorgar alicientes  denominados  “zanahoria” que se  relacionan con dinero bajo la forma de remuneración o bonos.

El ofrecer  este tipo de  dádivas   para  atraer  la atención  de la gente y calmar los ánimos  alterados,   es una práctica cuyos efectos el gobierno de Cambiemos  aplica consciente  de los resultados que espera,  dando  valor al viejo cuento de que  “para lograr que se mueva un burro es necesario poner frente a él una zanahoria o golpearlo por detrás con un garrote”.

Saber rechazar

En su ensayo sobre  “El hombre Unidimensional” Hebert Marcuse planteaba que “El hecho de que la gran mayoría de la población acepte, y sea obligada a aceptar, esta sociedad, no la hace menos irracional y menos reprobable. La distinción entre conciencia falsa y verdadera, interés real e inmediato todavía está llena de sentido. Pero esta distinción misma ha de ser validada. Los hombres deben llegar a verla y encontrar su camino desde la falsa hacia la verdadera conciencia, desde su interés inmediato al real. Pero sólo pueden hacerlo si experimentan la necesidad de cambiar su forma de vida, de negar lo positivo, de rechazar.

Sociedad  aletargada

¿Es la sociedad argentina lo suficientemente consciente  del atropello al que es sometida y lo suficientemente  fuerte y ordenada para saberlo rechazar?

Si   la principal   Central de Trabajadores de la Argentina   -CGT – cede  ante estas migajas oprobiosas,  y traiciona de tal modo  la necesidad de  reclamos de los trabajadores, de un cambio raigal de rumbo económico,   qué se puede esperar del resto de  la sociedad.

A diferencia de  épocas pasadas, en las que el pueblo argentino  reaccionaba  rápida y temperamentalmente a puro cacerolazo ante cualquier  medida del Estado que le  afectase, hoy se nota un comportamiento anómalo, solo comparable a cuando una persona recibe  anestesia general  y queda  inconsciente e inmovilizada.

¡Cuántas  más pruebas  necesita la sociedad para  activar  sus mecanismos de reacción  ante lo que ya se ve  ha sido un “engaño” para quienes  creyeron en un proyecto que cambiaría  para mejor!

Lamentablemente la velocidad de reacción  de las fuerzas populares  es tan  lenta, que decepciona y solo  hace pensar  que   va camino a convertirse  en  masoquista. Lo peor es que la historia  pasará facturas a diestra y siniestra.

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