
Las sociedades inmersas en conflictos, que ya son de subsistencia, como ocurre hoy en la Argentina, pierden la noción de los peligros a los que se exponen cuando en medio de la desesperación por sobrevivir, y la desesperanza por sus reclamos, aceptan determinados incentivos que a la postre resultan migajas y peor aún, armas de doble filo.
Es el caso del bono de 5 mil pesos que saldrá en breve por Decreto del gobierno de Cambiemos como “zanahoria” para calmar los encendidos ánimos de una sociedad castigada por el mismo verdugo que la desangró y que ni siquiera extrae de sus arcas ese dinero, para recompensarla, sino que le ordena ese sacrificio a las empresas privadas.
El “efecto zanahoria”, lamentablemente empieza a dar sus frutos: Ya la CGT que amenazaba con un paro nacional , oficializó que «acepta el pago del bono de 5 mil pesos en dos cuotas impulsado por el Gobierno. El Consejo Directivo de la central obrera analizó el pasado jueves los contenidos legales de la versión final del decreto que establece el pago de los 5 mil pesos en dos cuotas a todos los trabajadores privados, la primera de 2500 pesos a pagarse con los haberes del mes de noviembre, y los otros 2.500 con los sueldos del mes de enero.
Teoría de la zanahoria
Una forma de control de la sociedad es, desde tiempos remotos, el otorgar alicientes denominados “zanahoria” que se relacionan con dinero bajo la forma de remuneración o bonos.
El ofrecer este tipo de dádivas para atraer la atención de la gente y calmar los ánimos alterados, es una práctica cuyos efectos el gobierno de Cambiemos aplica consciente de los resultados que espera, dando valor al viejo cuento de que “para lograr que se mueva un burro es necesario poner frente a él una zanahoria o golpearlo por detrás con un garrote”.
Saber rechazar
En su ensayo sobre “El hombre Unidimensional” Hebert Marcuse planteaba que “El hecho de que la gran mayoría de la población acepte, y sea obligada a aceptar, esta sociedad, no la hace menos irracional y menos reprobable. La distinción entre conciencia falsa y verdadera, interés real e inmediato todavía está llena de sentido. Pero esta distinción misma ha de ser validada. Los hombres deben llegar a verla y encontrar su camino desde la falsa hacia la verdadera conciencia, desde su interés inmediato al real. Pero sólo pueden hacerlo si experimentan la necesidad de cambiar su forma de vida, de negar lo positivo, de rechazar.
Sociedad aletargada
¿Es la sociedad argentina lo suficientemente consciente del atropello al que es sometida y lo suficientemente fuerte y ordenada para saberlo rechazar?
Si la principal Central de Trabajadores de la Argentina -CGT – cede ante estas migajas oprobiosas, y traiciona de tal modo la necesidad de reclamos de los trabajadores, de un cambio raigal de rumbo económico, qué se puede esperar del resto de la sociedad.
A diferencia de épocas pasadas, en las que el pueblo argentino reaccionaba rápida y temperamentalmente a puro cacerolazo ante cualquier medida del Estado que le afectase, hoy se nota un comportamiento anómalo, solo comparable a cuando una persona recibe anestesia general y queda inconsciente e inmovilizada.
¡Cuántas más pruebas necesita la sociedad para activar sus mecanismos de reacción ante lo que ya se ve ha sido un “engaño” para quienes creyeron en un proyecto que cambiaría para mejor!
Lamentablemente la velocidad de reacción de las fuerzas populares es tan lenta, que decepciona y solo hace pensar que va camino a convertirse en masoquista. Lo peor es que la historia pasará facturas a diestra y siniestra.