Opinión

Argentina, entre aranceles y sumisión.

Por  Margarita Pécora   –

Con su agresiva política de aranceles,  Donald Trump   se asemeja a un elefante en un bazar, avanzando con paso torpe y  destruyendo todo a  su alrededor.  El único que parece no percatarse  de que el “arancelicidio” del magnate republicano, también  se llevará puesto a la Argentina, es el  Presidente   Javier Milei, ciego como está  por  su devoción entreguista al vecino del Norte.

Solo así puede entenderse  que no  considere  el  impacto negativo en la economía argentina,   de estos aranceles  de  un  10 %, por mínimos que sean, y que no  haya tomado en cuenta las contundentes advertencias de  Brooke Rollins, la secretaria de Agricultura de Estados Unidos, sobre las importaciones de carne argentina. En una entrevista con Fox News, la funcionaria  afirmó que la prioridad de su gobierno es proteger la producción local y que no se priorizarán productos como la carne argentina.

Ah, pero  Milei con su infantilismo retardado,  piensa que Donald Trump –aunque no quiso hacerse la foto  con él-,   va a hacer concesiones especiales a la Argentina,  y que por eso le mandó al secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent,  a iniciar conversaciones formales con Estados Unidos,  gesto que  él considera un privilegio, sin advertir  que nada viene de gratis, y  que Argentina tendrá que pagar un alto costo por esa “deferencia”…

El  lacayismo de  Milei, además de vergonzoso,  inquieta a  referentes  de varios sectores  políticos y económicos  en la Argentina, que perciben  cómo  el ultralibertario, sigue cediendo terreno a las apetencias imperiales, y arrastrándose  como una boa  en lo que ya es una espiral de entrega  del rico y apetecido  país austral  a las  garras del imperio.

Solo así se explica  cómo  Milei   complacientemente, dice «comprender» las tarifas de Trump y estar «listo» para firmar un acuerdo con EE.UU.; cuyas condiciones  probablemente   ni el poder legislativo de la nación  se va a enterar, porque  esta administración  está gestionando por decretos.

Sin poner el más mínimo reparo en gesto de sumisión, Javier Milei  acepta  estos aranceles   que  aplaude  y  considera, no como una amenaza,   sino como un ‘desafío’, según sus propias palabras, a pesar de que  estos gravámenes, no solo encarecen las exportaciones argentinas, sino que también generan incertidumbre en las relaciones comerciales con Estados Unidos.

¿Cómo les  va a explicar Milei  a los exportadores  argentinos de Acero y aluminio que tienen que pagar  ahora una  tarifa  mayor para  ingresar con sus productos al mercado  estadounidense.,  cómo   va a calmar  a los de la  Industria automotriz, que también sufre un impacto significativo debido a los altos costos de exportación, o peor  aún, a los de la Agroindustria porque productos como la soja, el aceite de soja, la carne y los limones- están entre los más perjudicados? Una suerte similar, corren los de  Textiles y calzado, que  ven un aumento considerable en los aranceles afectando sus márgenes de ganancia, lo mismo que los productores de químicos e industriales que  también enfrentan un incremento notable en los costos de exportación.

 

Pero  el  alineamiento de Javier Milei con Donald Trump  va más allá de su admiración por  el excéntrico republicano y su modelo de liderazgo,  para fundirse en una visión de políticas económicas y comerciales, como la defensa del libre mercado y la reducción de regulaciones,  sin tomar en consideración, ni la soberanía argentina, y mucho menos la calidad de vida del pueblo  que se ha sumido en una pobreza  inédita, maquillada con datos triunfalistas  al estilo Caputo.

Javier Milei  no  quiere  criticar las decisiones de Trump, sencillamente,  para que el  mandamás de la Casa blanca no se enoje;   además, busca  asegurase el respaldo de Estados Unidos en negociaciones con organismos internacionales como el FMI, del cual acaba de obtener  un crédito de  20 mil millones de dólares,  que  se esfumarán en un parpadear de ojos, y pagarán generaciones de argentinos.

Los críticos de Javier Milei suelen describir su estilo de liderazgo marcado por un orgullo excesivo, una visión grandilocuente de su papel en la historia,  y una política que favorece intereses externos en detrimento de la soberanía nacional.  Es el  típico lamebotas que desde que asumió como presidente en diciembre de 2023,   ha viajado a Estados Unidos 10 veces. Esto significa que, en promedio, ha realizado un viaje cada 48 días. Su destino más frecuente ha sido reuniones con empresarios y eventos políticos,  y las tribunas  donde busca desesperadamente recibir reconocimientos personales,  para alimentar su ego, en lugar de centrarse en resolver los problemas internos de Argentina.  Una  nación que sufre en silencio, atrapada en el desconcierto de un liderazgo que parece haber perdido el rumbo.»

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