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Barajar de nuevo

Por Rodolfo Capote

Tengamos la fiesta en paz es una frase que se repite y repitió, pan dulce por medio, por generaciones en las mesas de fin de año.

Esa fiesta en la que el prohombre y el villano, el noble y el gusano bailan y se den la mano olvidando sus miserias, es como esperar que por una noche uno deje de ser uno.

Pero las diferencias no son políticas, son humanas.

Estos años conocimos, o reconocimos a mucha gente. Aquellos con los que coincidiamos hace un tiempo, y que al nombrarlos decíamos “que tipo humilde Luisito el de la esquina, se toma dos bondis para ir a laburar”.

Pero existen Luisitos que prosperaron, pudieron acceder a un auto y comenzaron a criticar al que tomaba dos colectivos para trabajar.

El error estaba en llamar humilde a una persona que no lo era, sólo por su condición económica.

Pero, ¿Por qué es válido reflexionar en ello ahora?. Porque llegando a fin de año, tiempo de balances, se pueden ver en el horizonte políticas desfavorable para el pueblo. O sea, para vos y también para Luisito.

Si eso sucede, en un tiempo nuevamente lo vas a tener a Luisito coincidiendo con vos, y tomándose dos bondis “para romperse el lomo y sacar a la Argentina tra-ba-jan-do”, pero no va a ser humilde. Porque las diferencias no son políticas, son humanas.

Existen muchos Luisitos en nuestro país, ellos son el recipiente perfecto que hacen carne las noticias flojas de papeles.

Que ven, escuchan y leen, que Bonadio pidió el desafuero de Cristina Kirchner por traidora a la patria. Y para peor, además de recepcionar la información la difunden.

Salen a pasear al perro, y se encuentran en la vereda a Oscar el encargado del edificio. Oscar es un tipo que tiene su cabeza por completo puesta en su trabajo, el ingreso que junto al que cobra su mujer por ama de casa es lo único que tienen. Oscar dice no poder darse el lujo de pensar en otra cosa porque si pierde el laburo en este momento de crisis no come, y aunque diga no gustarle ni Cristina ni Macri, le presta atención a Luisito, ya que tiene en cuenta lo que dice una persona humilde.

Por eso, el encargado también empieza a repetir que Cristina es traidora a la patria, y así la cadena sigue.

Esta ejemplificación no es un capricho al azar, sino que de seguro se lo debe plantear estratégicamente quien quiera tapar el robo de tierras en el sur, seguido de represión y muerte a los manifestantes que se oponían a ello, o la desaparición de un submarino, o las reformas de detrimento del pueblo.

En principio no hay hecho, por consiguiente no hay delito. El memorándum era una medida no judiciable que nunca se puso en práctica. Esto ni se les pasa por la cabeza a aquellos que festejan el pedido de Bonadio. “No se, ni quiero saber” parecen decir en una representación acorde a la figura de los tres monos: el que se tapa los ojos, el que se tapa las orejas, y el que se tapa la boca.

En este caso, tienen los ojos abiertos a los noticieros y al gran diario, las orejas pegadas a las radios del grupo, y la boca super abierta.

¿Por qué ahora?, ¿Por qué en este momento? A poco de que Bonadio se jubile y horas más tarde que Cristina jure. Todo tiene un porqué, pero de pensar sería difícil apoyarlo y les parece mejor dar rienda suelta a su sed animal de ver fotos de personas con casquito y escoltadas por policías. Da lo mismo si se los acusa de traición a la patria o tirar huevos es un acto.

Llega fin de año y ¿Es con está gente la que hay que tener la fiesta en paz?

En realidad si, a contramarcha de todo lo descrito en la nota editorial o quizá no. Porque, y esto es con el diario del lunes, siempre que se apostó por marcar la diferencia y por hacerse entender se perdió en las urnas.

Pensando que en un tiempo al ritmo que marcha la economía nacional, donde la burbuja de los LeBacs, va a explotar por el pujante pedido del campo para devaluar el peso (subir el dólar); y la inestabilidad de los créditos UVA, el aumento de servicios, las reformas PRO-Patrones, más pronto que tarde todos volveremos a estar de un lado.

Y para que el pueblo vuelva al Gobierno se los necesita, por eso este fin de año es momento de crear mayorías, de buscar consensos, y de ser lo inteligente que no fuimos en el último lustro.

Eso sí, aprendiendo de la historia del perro que tenía Perón y al cual llamaba León aunque sabía que no lo era. Habrá que pasar la fiesta en paz con falsos humildes, pero a sabiendas que las diferencias son humanas.

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