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Protocolo Michetti: matar pibes por la espalda

Debates en redes sociales, discusiones en alguna comida, llamados de oyentes, manifestaciones en las calles, es común leer y escuchar en estos ámbitos mensajes conspirativos por parte de sectores de izquierda, Kirchneristas, y peronistas (peronistas de verdad, no los Pichetto, los Massa y Randazzo, serviles, arrodillados, al poder de Mauricio) pidiendo e intentando forzar un final anticipado de Macri en el gobierno.

Por: Matias Russo

Si bien un posible estallido social, un diciembre de 2001, podría desencadenar en un Mauricio huyendo como rata (mirá que devaluados que estaremos, que el presidente pasó de gato a ratón), es difícil analizar realmente y predecir qué sería de la conducción del país con un presidente en retroceso.
Historiadores, analistas, referentes del campo nacional y popular coinciden en que siempre que gobernó la derecha el desenlace fue el mismo, al menos en lo económico. Lo cierto es que pese a que Cambiemos comparte aspectos de épocas nefastas de la historia argentina, no fueron lo mismo las dictaduras y los golpes de Estado de la Década Infame, que el período de persecución peronista de la Revolución Fusiladora, ni mucho menos el genocidio del ´76, así como tampoco son lo mismo el neoliberalismo de Menem y De La Rúa, con el actual gobierno. No me confundan, no intento humanizar a esta gestión, estoy intentando ejemplificar que la política no es matemática y muchas veces 2+2=3.
Por ello, un final anticipado del gobierno de Macri, a priori derivaría en una Gabriela Michetti al mando y es ahí donde quería llegar. ¿Se imaginan a Michetti dirigiendo el rumbo nacional? En cada fantasía peronista seguro se ha debatido esto y han llegado a la conclusión de que en el hipotético caso de que Michetti quede al mando, rápidamente llamaría a elecciones o renunciaría por no soportar la presión.
No sé si reír o llorar, en esta fantasía tragicómica de un Macri dejando el gobierno antes del 2019 y con Michetti a cargo, la realidad es que desnuda otra debilidad de la democracia y del orden institucional.
Gabriela Michetti es una contradicción en si misma con respecto a la cantidad de títulos obtenidos en la vida pero que no se trasladan a su forma de gobernar: Licenciada en Cs.Políticas y Relaciones Internacionales, profundizó sus estudios en Suiza y Canadá, Legisladora de la Ciudad, Diputada y Senadora Nacional y así y todo no sabe dirigir un debate en el Congreso. No conoce el reglamento, por momentos se pierde, divaga, no se da cuenta que tiene el micrófono encendido y critica a su propio bloque… ¿Será otra secuela del accidente automovilístico que padeció?
¿Cómo es posible que refleje tal ineptitud en un debate con un periodista como Tenembaum? No la corrió Víctor Hugo Morales, ni Cristina Kirchner, a Gabriela Michetti la desestabilizó Tenembaum en el programa de Mirtha Legrand. Todas a favor tenía Michetti para ganar una discusión y dejar bien parado al Gobierno con respecto al tema del asesinato de Rafael Nahuel y sin embargo lo único que dejó en evidencia es su incapacidad…ni para mentir sirve.
Titubeaba, temblaba, deambulaba entre “creo…”; “se supone…”; “se sabe/no se sabe…”, todo para justificar que las fuerzas seguridad se hayan cargado otro pibe en tres meses de conflicto entre el gobierno y los mapuches.
La Vicepresidenta de la Nación llegó al punto de decir que “hay un grupo que comete actos que se asemejan al terrorismo”, en alusión a la RAM, que hasta el propio Gobierno no puede confirmar su potencial peligrosidad, porque no hay pruebas que confirmen que sean un grupo superior al centenar de personas. Hasta el propio Pagni, en La Nación, duda de la existencia de la RAM. Incluso Patricia Bullrich se refirió a que este grupo “es un nombre genérico”. Pese a que lo han intentado comparar con la guerrilla Kurda, y con el ISIS, acá murió un pibe de un tiro por la espalda efectuado por el Grupo Albatros.
La realidad en medio de tanto desconocimiento del tema, es que los mapuches más violentos, portadores de lanzas, boleadoras, piedras, pero no armas de fuego, no se asemejan ni a una barra brava de club de la B Metropolitana que disparan en pleno barrio a las 4 de la tarde. No hay documentación oficial que certifique que los mapuches tengan armas de fuego de alto calibre, no se certifica el supuesto recurso económico que alguien les proveería para la lucha, sin embargo Michetti los compara con terroristas.
El terrorismo mata, secuestra, amenaza, destruye, extorsiona, viola…Acaso, ¿algún Mapuche ha cometido alguno de los delitos mencionados? Lo más cuestionable de su lucha es el corte de rutas y el incendio de algún que otro refugio, pero de ahí a ser una organización terrorista… Señora Vicepresidenta, la que siembra el miedo, la incertidumbre, la peligrosidad, y el terror es usted, defendiendo y justificando que las fuerzas de seguridad maten a un pibe por la espalda. Vaya paradoja que termine siendo el sostén de Macri en el poder, porque antes de que usted esté a cargo del país, más de uno va a optar para que Mauricio termine su mandato en tiempo y forma.
Cuando la muerte se apodera del conflicto político deja en evidencia la poca habilidad para solucionar problemas por parte del Poder Ejecutivo. Repetimos: dos muertos en tres meses, y ahora Macri planea, según altas fuentes del propio gobierno, detener, juzgar y condenar a la mayor cantidad de activistas mapuches. Definió una estrategia para que los ataques que provoque la organización mapuche sean tipificados como «atentado contra el orden público»; intenta así que las causas no queden en juzgados provinciales y se resuelvan mediante la justicia federal.
Así como con el dinero que blanqueo su hermano, Mauricio Macri busca legalizar algo considerado a primera vista polémico, esquivando, una vez más, la salida democrática. Cumplir con el artículo 75 de la Constitución y otorgar tierras comunitarias a los mapuches y otros pueblos originarios, le hubiese ahorrado dos muertos al gobierno.
Y ojo con lo que publicó Clarín y La Nación. Este domingo se habló del fin del gradualismo con respecto al control de tomas y protestas, y que el gobierno busca un cambio cultural con las fuerzas de seguridad, que se modifique la percepción que la sociedad tiene de ellas. Esto se traduce en represión con plomo para terminar con todo tipo de protestas, para de una vez por todas instalar el terror y provocar que el miedo paralice los reclamos populares; se va a justificar cualquier tipo de represión, de manera oficial y también por los medios de comunicación. El objetivo: legitimar la violencia institucional.

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