OpiniónOpinión

Gestión y cárcel

Por Napoleón Solo

El militante de clase media sufre el ajuste como cualquier ciudadano que habita este país ubicado al sur de Bolivia. Pero al menos está conforme y esboza esa risa sin sentido, falsa e hipócrita.

Le molesta pagar impuestos, alimentos y tarifas más altas que hace dos años, se impacienta por la inflación que resiste con aguante y no tolera la creciente inseguridad. Pero todo se olvida cuando observa que en la esquina de su casa hay una máquina de Aysa, municipal o provincial trabajando por su bienestar. Lo que ignora, es que a veces esa máquina repite el trabajo en el mismo lugar y lo repite porque adrede lo hace mal para poder pasar otro presupuesto.

Pero la alegría del media clase no concluye ahí. Esa sensación de revanchismo inútil que esboza cuando enciende el televisor,  y en vivo y en directo, aprecia la detención de los que “se robaron todo”, o de algún modelo o Lagomarsino. Cárcel para todos es el programa que aún no produjo Adrián Suar.

El placer que denota ese rostro del bancario, obrero o cualquier otro desclasado observando las cuadrillas de abogados encarcelando a dirigentes políticos por el solo hecho de ser peronistas, no tiene precio.

Es materia de conversación en el almuerzo del domingo -antes era asado ahora tallarines mañana vemos-, con la familia o algún invitado ocasional.

“Este es un gobierno que dialoga, que hace obras y que no ensucia la Plaza de Mayo con negros y vagos”, relata cualquier ama de casa por las radios oficialistas. Todavía no entendió la clase media que la deuda solicitada por Macri puede hacer estallar la economía, que no habrá corralito porque por ley pueden saquear los plazos fijos y que también por ley se puede entregar las riquezas argentinas a las corporaciones.

Pero que le importa si no lo ve. Lo que pasa delante de sus ojos es máquinas trabajando y dirigentes K presos. Y si hay hombres del espacio amarillo complicados en lavado no se dice, todo es legal y si existe un Maldonado muerto por gendarmería, se convierte en un hippie que tropezó, cayó al rio y se drogó el día que iba de picnic. “Ah, no hay como este gobierno”, suspiran miles de Doñas Rosas.

En los 70´ la tortura era empleada por los padres del corazón de este gobierno para que militantes que no resistían delataran a compañeros o para que firmen confesiones mentirosas y sirvan de excusa para la desaparición de otros. Hoy el sistema es parecido. Se detiene en forma ilegal a todo aquello que huela a K y en algún momento se quiebra alguno para firmar una mentirosa confesión que sirva al gobierno para ocultar el ajuste y la entrega.

Pero el vecino está contento. Bachean su esquina y Cristina visita todos los días Comodoro Py. ¿Qué más puede pedir? Después si queda desocupado, no puede bancar a la familia y las tarifas son impagables, es otro tema. Después de todo algo debe abonar por tamaña alegría.

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba