Por Kurt Winkels
La derecha en el poder siempre se tienta de convertir una nación en una colonia. La sensación nos indica que en estos momentos somos nuevamente dependientes donde la liberación nacional es el próximo objetivo a cumplir por los patriotas que copen la escena nacional. Toda acción política por parte del gobierno del presidente Macri parte de la idea que ya dejamos de ser libres e independientes.
Culpa de la sinrazón oficialista parte del pensamiento de la opinión publicada donde un segmento de la clase media da cátedra de cipayismo y tilinguería.
Juan José Hernández Arregui en su obra “Peronismo y socialismo” dijo: “el colonialismo crea el nacionalismo de las masas. Por eso, no sin embrollos teóricos, en la Argentina, la clase media dislocada por la filosofía del imperialismo que la hizo identificar al peronismo con el fascismo europeo, y que, además, por ese internacionalismo ultraterreno, también europeo, no vio al pueblo, hoy se hace nacional”.
La Argentina vive hoy un mundo dislocado. Todos las medidas tomadas por el oficialismo tienden a visibilizar una supuesta eficiencia y optimización de la cosa pública pero en concreto lo que se percibe es un retraso en los derechos del ciudadano y consolidación de un programa económico que impide el crecimiento.
Una parte de la clase media sufre esta batería de medidas al tiempo que aplaude al ejecutor de sus bienes. El anti peronismo es tal que perdona el accionar de su verdugo. Arregui dijo: “del mundo de los oprimidos surge el odio patriótico contra el conquistador de siglos. Y con la liberación, nuevas naciones y culturas deshacen las configuraciones históricas construidas por las potencias imperiales. El siglo XIX asistió al nacimiento de las nacionalidades europeas. El siglo XX, con la disociación del colonialismo, es testigo de la eflorescencia de nacionalismos nuevos: el sentimiento de la nacionalidad se convierte en nacionalismo, actitud de grupo que es de la mayor importancia en el mundo moderno. El nacionalismo, como estado de ánimo que trata de hacer a la nación una unidad efectiva y convertirla en objeto de la más suprema lealtad del hombre, se desarrolló notablemente en el mundo occidental a partir del siglo 18, y con la llegada de las nuevas democracias con sus demandas de autogobierno dio lugar a que la nación se gobernase por sí misma, asaltando a la vez el orden dinástico feudal, el estado dominado hasta entonces por una clase. De este modo, el espíritu del nacionalismo contribuyó a ensanchar la base comunitaria del estado”.
Hoy ese nacionalismo está ausente. La clase media, obedeciendo órdenes del poder, cede su independencia para que la colonia vuelva a aparecer. Hasta 1810 el collar estaba en manos de un español, desde 1810 a 1947 el collar pasó a manos de un inglés. Con Perón, Néstor y Cristina dejamos el collar a un costado, pero este volvió de la mano de Cambiemos.
El pre peronismo está presente nuevamente. La liberación nacional, que suena a viejo y utópico, vuelve a trazarse como objetivo. Falta encontrar el método y este aparecerá cuando el pueblo se organice y tenga la firme idea de volver a ser una Nación. Para ello el cipayismo y la tilinguería deben dejar de ocupar la escena nacional, ¿o me equivoco?