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Culpables

Por Luisa Lane

¿Cuántas veces el argentino promedio declama a quien lo quiere escuchar que este país es bananero, que los argentinos somos responsables de lo mal que nos va, que la Argentina es un lindo país, lástima los habitantes, y demás frases tan descalificadoras como equívocas?

Si recorremos el arco político mundial sabemos que el planeta es un tablero del TEG, ese juego de mesa donde se conquista países con fichas de diferentes colores. La realidad reemplaza las fichas por las bombas y el dios mercado hace de cada territorio un potencial enemigo y de las máximas potencias los enemigos por y para siempre.

El tercer mundo siempre busca la libertad y por la concreción de la liberación definitiva hubo muchos caídos y protagonistas de la historia insultados y perseguidos hasta el hartazgo.

Juan José Hernández Arregui, en el libro ¿Qué es el peronismo? donde es analizado por Rubén Ríos, deja entender lo siguiente: “el enemigo político de la liberación nacional, es la oligarquía terrateniente, el latifundio. De hecho, el peronismo cae en 1955 porque no llega a modificar la base material de esa oligarquía. Esta conserva sus condiciones materiales como clase amparada en políticas que la benefician directamente, y no modificarse el régimen de la tierra, y sobre todo el régimen del latifundio, le permite defenderse y aliarse con los enemigos internos del peronismo, los nacionalismos, las izquierdas y los agentes del imperialismo estadounidense. El imperialismo que afecta a la  Argentina es el anglo-yanqui. Que aparezca el imperialismo yanqui como el imperialismo que oprime a la Argentina y a los países de Latinoamérica, refleja una maniobra de los ingleses. No hay que engañarse, quien tiene realmente intereses en la Argentina, e intereses imperiales, ha sido Gran Bretaña, y por ello fue la potencia que más aportó  para derrocar el gobierno de Perón en 1955. Estados Unidos, cree, de alguna manera se había resignado a las relaciones políticas y diplomáticas con una nación y no con una semiología”.

En la terminología y análisis, hasta la década del 70´, era correcto lo que realizaba Arregui. Hoy, se colocaría a las corporaciones supranacionales como ordenadores de la oligarquía y ésta de una nación devenida a colonia.

Hernández Arregui, de la misma obra, agregó: “En realidad el PC y el PS expresan la ideología y los intereses de la oligarquía argentina y están a su servicio. En el caso del partido socialista -y más todavía en el caso de Juan B. Justo-, según Arregui se encuentra en simetría con el eclipse de las izquierdas en Europa después del fracaso de las revoluciones del siglo XIX, y transmite aquello que precisamente Marx subraya en la Crítica del programa de Gotha, el programa que lleva a la fundación de la socialdemocracia en Alemania. Ese socialismo es retomado por los fundadores del PS argentino, un socialismo positivista, que ha abandonado completamente la teoría revolucionaria del marxismo y que sigue no a Marx sino a Ferdinand Lasalle, y que, por lo tanto, adopta la tesis de que el capitalismo puede reformarse lentamente a partir de leyes sociales que el parlamentarismo haría posible como institución”.

Ahora bien, en la descripción que realiza Arregui hallamos el verdadero culpable de que este país carezca sin proyecto alguno. Un formato de república que deambula en la  miserable interna partidocrática sin hallar el rumbo que la potencie. Así pues, la oligarquía se presenta por izquierda y por derecha como uno de los responsables de la Argentina de hoy. Por derecha con los partidos conservadores como el radicalismo, el PRO, ucedé y parte del justicialismo y por izquierda con los socialistas y comunistas que manejan un discurso romántico y tribunero pero son funcionales a los oficialismos cuando la cámara se apaga.

Entonces, señora, señor no entre en la frase fácil de culpar al gobernante, tampoco al pobre, al vago, al chorro ni al negro. La responsabilidad mayor sabe ya por donde pasa y el resto es de aquel conjunto de ciudadanos que son funcionales a las corporaciones hacia afuera y a la oligarquía hacia adentro.

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