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El subsuelo de la Patria

Por  Simón Radowistky

La Argentina de hoy, entre risas falsas y videos continuos por TV, pasa por el mejor momento que recuerda a la década del 30´. Hasta la publicidad de Elisa Carrió recomienda que la voten para Senadora, proclamando en su aviso institucional que “desde 1930 no había un gobierno como el actual”. A confesión de parte, relevo de pruebas.

La actualidad nos muestra gente que camina por las calles con la cabeza gacha, tristes, enojados,  apurados sin saber dónde ir y con los bolsillos vacíos. Hoy la depresión, en formato cambiemos, nos marca la agenda.

La pregunta es, ¿Cuál es la salida? ¿Un triunfo en las próximas elecciones nos sirve? ¿Un candidato pejotista para el 2019 es útil? Nada de eso. Así como la década infame desembocó en Perón previo paso por el 17 de octubre, hoy precisamos buscar, encontrar y llevar al gobierno a un Perón del siglo XXI.

Recordamos el 17 de octubre sólo en los videos, hace tiempo que no se concentra en la Plaza para cantar la marcha con un choripán en la mano. ¿Y cómo fue esa fecha? José María Rosa relata: “Yo hice el 17 de octubre”, afirma con escasa modestia y dudoso acierto Cipriano Reyes. ¿Quién lo organizó, en realidad?, que se yo, nadie-… todos fue la respuesta que dio a esa pregunta de Arturo Jauretche. El puntero de Gerli, Pedro Arnaldi, cuando el martes le dio la primicia. La gente se viene para Buenos Aires, le contó al líder de FORJA, que se desayunaba en ese momento. “Todos están con Perón”.

“La cosa”, dice Félix Luna, “Había empezado bien temprano, a la hora en que los obreros van llegando a las fábricas con la bronca del madrugón y el sabor amargo del mate en la boca. Pero esta vez no entrarían. Una consigna transmitida casi telepáticamente los detenía en los ingresos, los iba agrupando afuera y los fue sacando hacia las avenidas”.

Había comenzado ya la histórica jornada del 17 de octubre, con su epopeya popular, sin parangón en la historia política contemporánea. El día en que el pueblo irrumpió con toda la carga de viejas injusticias y de justos resentimientos contra la Argentina oficial. Una rebelión que pudo ocurrir en cualquier momento, empujando a los dirigentes desde abajo, porque el peronismo de octubre fue, por sobre todas las cosas, la realidad que se alzaba contra las formas racionales que le habían sido impuestas desde arriba, en la década del 80´. Era en suma la faz  escondida de la Argentina, la parte grande del témpano, inmersa y oculta bajo la línea de flotación. Faz que los viejos políticos y la intelligentzia desconocían y ni podían imaginar siquiera”.

Era muy de mañana, el coronel Perón había sido traído desde Martín García. De pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia, el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida su letra :”yo te daré, te daré, patria hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P, Perón. Y aquel Perón retumbaba como un cañonazo…Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban, no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina “invisible” que algunos habían anunciada literalmente, sin conocer ni amar sus millones caras concretas y que no bien las conocieron les dieron la espalda”.

Raúl Scalabrini Ortiz tuvo otra visión: “Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en las densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones, acerías  del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas, brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda, descendían de las  Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevada. Era el cimiento básico de la nación que asomaba como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto… eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación”.

Diferentes visiones para un hecho histórico que fue la previa a la verdadera independencia, la económica. Después de Perón, la Argentina fue otra: un país más equilibrado, con derechos y donde el trabajador era protagonista de la historia. El peronismo hoy, en lugar de discutir quien es más o menos peronista, tiene que buscar otro 17 de octubre, otro Perón. Caso contrario vamos a decir que cuando deje el gobierno Macri la Argentina también será otra, la misma que en la década del 30´.

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